A veces me gusta preguntar a mis cuates qué piensan de lo que hago (pura retórica del inseguro), pero siempre me quedo con la sensación de que 1. les vale madres 2. adornan con adjetivos una actividad que les resulta incomprensible 3. ocultan su inconfesable lástima.
Sólo cuando menciono el nombre de una publicación que han oído mentar aparece su carita llena de orgullo. “Ándale, yo siempre supe que eras chingona”.
Parafraseando a G. Zaid, mis amigos (or my so called) tendrían que leer mis textos traducidos a otros idiomas para considerar lo mío un trabajo serio.
En febrero salen unas notitas que escribí para la revista Chilango y aunque no conozco a nadie que se declare fan fan fan de la publicación (francamente medianita, fresa y repetitiva), ahora resulta que soy de lo más cul. O cool pues.
No sé qué me saldría más barato: cambiar de amigos o comprarles un criterio.
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Ganar dinero escribiendo, eso es lo único que me salva. Si tuviera que hacerlo escribiría obituarios, tarjetitas de/para en Navidad, numerotes en pancartas de oferta para un supermercado, trípticos para aventuras de tres días, manuales para el uso adecuado de ligas bungee, instructivos para teclados en cirílico, etiquetas de veneno, libros de autoayuda para solipsistas y tests para adictos al cine.
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En Europa debe hacer mucho frío. Un abrazo para los europeos, por qué no.
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Año 2005. El número 5 es mi favorito por las razones más absurdas…
Me parece que el cinco se está riendo. Es un número feliz.
Para decir “cinco” hay que enseñar un poco las muelas. No es necesario ponerse grave como cuando se pronuncia el ocho, ni enredar la lengua desdeñosa entre los dientes como cuando se dice diez. El Cinco es bonachón, tiene una pancita chelera y es impar. No es para nada anal como el uno, ni científico como el dos, ni divino como el tres. La personalidad del cuatro lo tiene sin cuidado porque el cinco sabe pasar desapercibido cuando se da la ocasión.
Es un carrito con la ventanilla abierta, listo para arrancar hacia la playa.
Nihilista, sin duda, pero mío. Mi cinco.