El castillo

(Sin acentos)

Siento no poder subir fotos del Castillo de Bran (Flakes) por ahora, pero estoy en un cafe internet en Brasov, un pueblito a 20 km del timo ese que llaman el castillo de Dracula.

Cual castillo de Dracula inchis rumanos…desde que llegue me estan timando, son unos gandallas! Hoy que ya me regreso a la bella Budapest, hasta gracia me hace. De algo tienen que vivir, pienso. De chingarse al capitalista; porque aqui el capitalismo todavia es un tema de conversacion. A diferencia de los hungaros, estos batos solo tiene un par de decadas aprendiendo a hacer bizne de lo ajeno.

La mayoria de los autos en un pueblo pequenio como este son Renaults de los 70 y oh gran dios celestial, por fin se me hizo ver un Trabant circulando.

Me siento en Bolek y Lolek.

Decia que no puedo subir fotos (o cambiar el idioma del teclado y por tanto los acentos) por una razon organica, ilustracion elocuente de  la mayor parte de mi estancia en Rumania: en estas maquinas todavia funciona el Windows 98, son unos armatostes con ‘llave’ y lo mero bueno, no tienen entrada USB.

Ok.

Aca funciona un teleferico, fer christ sakes. Los ninios de 8 y 10 anios tienen una maldad a la vez terrible y tierna: fuman como chacuacos.

Las puertas de entrada a las casas son de madera, enormes, como de establo y cuando se ve que no paso por alli algun ‘camarada’ con billete, miembro del Partido, huelen a humedad y polilla.

Por fuera, por como esta planeada la ciudad, es exquisita. Tiene algo triste, algo de medieval, algo de oscuro.

Algo he aprendido en Europa del Este. Cuando el cielo dice ‘agua va’ no esta jugando: van tres veces que llego hecha una sopa (sopa como cuando nos mojabamos en sabado de gloria, con la cola mojada pa que me entiendan) a mi casita. Dos de esas veces he sentido verdadero miedo de que algo me ocurra bajo la lluvia y el aire. Una de esas veces, la tapa de un basurero me sirvio como escudo contra el granizo, que, no miento, eran rocas filosas que alcanzaron a dejarme algunos moretones en los brazos.

Asi de cabrona la lluvia y todo, pero sigue siendo verano. Ayer por la tarde hacian 30 grados, sudabamos como camellos en el castillo, subiendo escaleritas como imbeciles. Luego dormite (no se puede llamar ‘dormir’ a lo que he hecho en este viaje) y como por ahi de las 2 am los relampagos empezaron a recordarme donde estaba: you are in Transilvania, my friend, so start being scared. And I was.

Cayeron unos cuantos cerca, en el bosque circundante. Lo digo porque los oi (recuerdan eso de y retiembla en sus centros la tierra? pos el Bocanegra por ahi era transilvano) pero tambien los vi. Usssh. Ayyy cabron.  

Durante este genunino road trip he tenido tres casitas (bed & breakfast que les dicen, aunque la mayoria te queda a deber el breakfast), un hotel y un hostal de estudiante. He conocido gente muy generosa en todos lados. Ayer los seniores de Bran me invitaron un brandy baratito que diluyen con agua y que sabe como a bacardi con azucar y claro, pero of course que acepte. Hablabamos en todos los idiomas posibles, me hicieron reir, me calentaron un poquito el corazon que ya se me andaba enfriando con tanta pinche empapada.

Si. El sol sale a veces. Sale en cualquier parte del mundo, igual que ‘lo otro’ aquello que nos convierte tambien y por momentos en una especie hija de puta  (cuya pertenencia no me dejan olvidar estos ninios que se golpean, literalmente, mientras prenden un cigarro con la colilla del otro aqui en el cafe internet de Brasov).

Bien, sin fotos, sin USB, con un chingo de ganas de echarme unos tacos de biste… asi me despide Brasov. Manana salgo para Bucarest, una ciudad harto parecida a la Ciudad de Mexico, donde me recibio un hombre en la estacion de tren con aliento alcoholico, me arreglo el ticket del tren y me pidio propina… buena onda el rumanito. En Bucarest tomare el avion para Budapest, una noche mas y de regreso al monstruo que trae en la boca mi cama, mis gatos, mi oficina, mi rutina, mi terapia. Sobe todo estan mis cuates, mis bares, mis puestos de tacos, mis otros calzones (ejem, no calcule bien) y mi novio que es buenisimo para quitarmelos y mi herma que me va a reganar por no abrigarme lo suficiente.

Que mas quiere uno chinga.   

Vista desde la oficina de prensa

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El de allí es el Danubio que ni tan azul, más bien verde. El de allá a la derecha es un avión acróbata (nunca sé si el acróbata es el piloto o la máquina) para conmemorar el nacimiento de la ciudad. Un príncipe que hicieron santo, Saint Stephen, inauguró este sitio que nació dividido por agua, como muchos de nosotros.

La parte que se alcanza a ‘devisar’ es el lado Pest y right now, yo me encuentro en el conglomerado de medios, esperando que comience la carrera de aviones de Red Bull en el lado Buda.

Ayer cené Goulash –un guiso con carne y vino, bastante bueno, pero nada del otro mundo– de este lado. Había caminado mucho por el lado Pest, donde se encuentra mi hotel, pero el lado Buda está mucho más machín.

De regreso del restaurante vi muchos hijos de turcos encabronados con la vida, algunos negros africanos hablando francés y unas güeras bien punks con mohawks y el pelo azul.

Uuu.

No saqué fotos porque aquí además de estar a la defensiva con el inglés, bueno, les cagan las cámaras y luego luego ponen cara de “tómame una y te pongo en tu madre”.

Buena onda, los rumanos.

Je.

Acá van más fotos, nomás para mi archivo imaginario personal, para no olvidar lo primero que vi llegando a este planeta. r2-garbage-bins.jpg Los R2 basureros

dscn2136.jpg El metro

dscn2159.jpg Y los fucking ‘poncha ticketas’.

Bueno saludos a mi familia, todo bajo control.

  

Thinking Blogger Award

El maestro Vega (alguna vez biennombrado en el índice de una antología de cuento como el escritor Guillermo VeRga, no miento) tuvo a bien escribir algo acerca de este blog que me dejó con una super sonrisota ahora que estoy en “tan lejos del suelo donde he nacido”.

Y no es que “inmensa nostalgia invada mi pensamiento” , sino que uno se vuelve hiperconciente.

Por ejemplo, la onda de que nadie te entienda un carajo en la calle, está pelón. No es poca cosa estar rodeada de gente con prisa que no entiende una palabra de lo que dices y por si fuera poco le vale mil madres…, aunque, pensándolo bien, me pasa seguido. Una se siente insegura, miedosa, chiquita… O ya es, y aquí viene a darse cuenta.

Lo que escribió Vega de mí hace que me sienta un poco más acompañada.

Que si un húngaro viene y me pasa por encima pueda yo decir: al cabo ni me importa, aquí nomás soy una chaparrita con cara de chihuahueño, pero en mi país, un escritor al que admiro dice cosas lindas de mi blog.

En cuanto a dar mis premios, creo que pasaré. Supongo que es cosa del sitio donde me encuentro. Si me hubieran agarrado en Estados Unidos, otra ave cantaría.

Sin premios ni nada, nomás quiero decir que los links de la derecha están allí porque los visito muy seguido. No conozco a todos, sólo los disfruto y tampoco están blogs de personas a quienes conozco y quiero pero me da güeva leer.

Asi es el pinchi mundo del blog, divide al cuate del escritor. Al menos para mí.

Disculpen ud este post tan blogeek.

Now puncha your ticketa or your gonna pay five thousand.

Welcome to Budapest

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No sé cómo, pero llegué. Si alguien me pregunta cuántas horas, puf, algo así como 14. Cuéntenlen del D.F. a Ámsterdam + 2 horas en el aeropuerto + 1:30 de Ámsterdam a Budapest y 20 mins del aeropuerto al Hotel Inter-Continental, a orillas del Danubio.

En realidad se sintieron como 2 días. No sólo es el cansancio físico del famoso jet lag, sino la sensación de que se ha llegado a otro planeta. Llegué en sábado por la noche y el malecón junto al enorme Danubio de mis libros de geografía de la primaria era una gran fiesta. Había muchos botecitos de Smirnoff tirados en la calle y hombres ladrando, meando su territorio. Son re gritones los húngaros. Las chavas lindas, pero rarísimas. No se puede decir que sólo haya güeras ni blancas ni de ningún tipo. Como en México, no hay una cara reconocible, clavada, a menos que hayas vivido ahí por mucho tiempo. 

Lo que si pasa es que, sobre todo los hombres, parecen salidos de un centro de rehabilitación. O beben mucho o los inviernos están super cabrones. (Probablemente ambos). Por un momento, saliendo del metro sentí que estaba en una tierra de puros Kurt Vonneguts, con sus chinos mal cortados formando un casco marciano en su cabeza y esa sonrisa de “yo sé algo que tú no sabes ni sabrás nunca”.

A diferencia de otros europeos, los húngaros te ven a los ojos, sonríen, se besan en la calle, bailan al ritmo de la música gitana, aunque mantienen cierta melancolía en los ojos. No están tratando de agradar a nadie, pero seguido se ofrecen a ayudarte. Son adorables, te enamoran de inmediato con su actitud seminfantil. 

El único problema para el visitante es su idioma. El inglés como que los asusta. Es preferible hablarles en español y que ellos contesten en Magyar. Así se entiende todo más rápido.

Son espontáneos y cabrones. Por alguna razón me siento como en casa: nada funciona muy bien, pero si te pueden chingar, bueno, no pierden oportunidad.

Hoy tuve mi bautizo: me agarraron los policías del metro. No fue mi culpa. Fui a seis SEIS máquinas para comprar boletos y dos de ellas se tragaron mi dinero sin regresarme ni un pinche boleto, ni un besito, ni una explicación.

Cuando por fin encontré una taquilla (es domingo y todo está cerrado) compré varios boletos, previsora yo. Ni madres, pensé, a mí no me agarran los polis esos de las películas comunistas.

En eso estaba, con mis boletitos en la mano bien contenta cuando una señora muy amable me preguntó en Magyar (húngaro) puro a dónde iba. Cuando le señalé en el mapa prácticamente me jaló con ella para indicarme el camino. Seguro dijo algo así como “vente, burra, yo voy para allá” Durante el largo viaje por las escaleras eléctricas me hablaba y me hablaba y yo me reía de nervios porque no entendía ni madres y pensaba “igual esta es una línea cerrada y la señora hungarita me va a noquear allá abajo…bueno, no traigo mucho de valor, sólo que me jode que me quiten el iPod…” Y la hungarita, con nalgas como de payasito, 55 años, seguía como tarabilla, hablando en este idioma que nadie entiende, con acentos que les nacen a las palabras como hierbas silvestres.

Llegamos abajo y la hungarita me jala…Ups, ahí está el poli del metro. Tenía los dientes podridos y en el brazo una banda igualita a la de las pelis. Junto a él una mujer policía con cara de dóberman güero. Puf. A la hungarita le dio mucha pena, me vio a los ojos con carita de “ay seño, lo siento, pinchis polis húngaros, se la van a chingar, je, je” y se fue.

La mexicanita que esto escribe, con todo y sus boletitos anaranjados recién comprados, se la peló. “Punch the ticket, punche the ticketa”, me decía la poli. “Yes, yes, I puncha the ticketa, pero no hay donde putas poncharla!”, dije yo. “No puncha tha ticketa, you pay 5 thousand” “No no, pero espérese, yo no sabía, I didn´t know you hungarian mamón!” “You pay, you pay or I calla the police”. Puta madre. No, pus ni para dónde moverse. I pay the ticketa, pinchi magyar, I paya the 5000. Pfttt. 

Se me olvidó sacarle la lengua, pero ahora de regreso lo hago, ya que haya punchado mi ticketa.  

Tuve que pagar 5000 florints (acá les caga si les das euros y cuando te los aceptan en la calle pierdes en el tipo de cambio) que aún no sé cuánto es, chingado, porque ni siquiera entiendo el tipo de cambio… aay dios.

Bueno, al menos nunca voy a olvidar que hay que “ponchar” el pinche boleto y que los bautizos de urbanidad acá cuestan 5 mil florints. 

Más de lo mismo, al rato o mañana, cuando los magyares me lo permitan.

Las zapatillas Mi Alegría

Cuando estoy de malas en el trabajo me pongo a hablar. Antes que todos se muestren cansados de mis cuitas, allá voy yo mera, a odiarme solita, pero de parar ni madres…antes muerta que callada, chingado.

Es como si no pudiera detener la boca. Libero las múltiples angustias; por ejemplo, de la supuesta lucha de los sexos. “Los hombres son (llene usted aquí con cualquier frasecita hecha), en cambio, las mujeres todo lo hacemos para (igual que la anterior)”.

Lo peor es que todos traemos la misma angustia y el tema prende como chispita en polvorín. Al rato ya no sé cómo decir que los hombres son fantásticos, un misterio eterno y una fuente de verdad. Al rato ya no puedo decir que la regué y que ni madre que me compro eso de la lucha de los sexos, tema sólo fabricado para vender revistas de corazón disfrazadas de posmodernidad.

No señor, ninguna lucha. Puro dolor de no ser capaz de meterme en la piel del otro.

Para mí es una cuestión ¿Qué se siente mear parado; ser capaz (sin entrenamiento previo) de golpear a alguien en un bar; hacerse más guapo mientras se envejece; no poderse embarazar?

Platicaba con Dante sobre los juguetes Mi Alegría cuando vi una luz al final del pasillo: con razón somos distintos, tú querías un juego de química y yo pedía a grito pelado unas zapatillas rojas de plástico.

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Tal vez ahí empezaron nuestros problemas, los problemas entre un hombre y una mujer:

Secretamente ambos deseabamos desear lo otro, tú mis zapatillas y yo tu juego de química (o tal vez lo hicimos, siempre secretamente) y aún cuando obtuvimos lo que deseábamos (tú el juego de química, yo las zapatillas), cuando abrimos la caja entendimos que los comerciales nos engañaban y que

1. no venía el ácido clorhídrico con el que íbas a quemar a esos insectos muertos que guardabas en aquellos tuppers

2. la bata se vendía por separado

3. el humo también

o que

1. las princesas tenían el pie mucho más grande que el tuyo

2. las princesas no querían correr por las calles de Lindavista como tú o no tenían chorreadas las pantorrillas de lodo (como tú) así que las zapatillas les duraban sin romperse más de 10 minutos (no como a tí)

3. las princesas se vendían por separado

Escenas de setso

En The Guardian, Nerve y el Independent Film Channel proponen recordar las mejores escenas de sexo de la historia del cine.

Lo mejor no es calentarse ante el teclado, sino pensar ¿exactamente qué hace buena una escena de sexo?

¿La edición, el contexto, la credibilidad de los actores, lo buenos que están, la música, la literalidad, la expresión llana de material inconsciente que no deberíamos estar mirando, la represión, nuestros propios espejos, nuestras propias perversiones, la habilidad del director para recordarnos cómo se siente ser animal?

Creo que ya escribí de la vez que fui con mi noviecito de la secu a ver Dirty Dancing, cuando la hormona me atrapó y casi me quito lo virgen nomás que el mentado bato era del Opus Dei (no exagero) y no quiso. Supongo que esos bailes serían mis prepúberes mejores escenas sexuales.

En mi top está  Monster’s Ball, de Marc Forster con Billy Bob Thorton y Halle Berry. Putísima qué cogida se ponen esos dos en la sala de la casa, junto a la mesita de centro.  Esa tiene el mérito de hacerme sentir toda una voyeur. La recuerdo con vergüenza, creo que hasta la boca me tapé en el cine para que no me vieran morderme los labios.

Con el magnífico Billy Bob Thorton está también Bad Santa de Terry Zwigoff (director de la versión cinematográfica de Ghost World) en donde Lauren Graham, la mamá joven en Gilmore Girls, me acaba de caer poca madre: “Fuck me Santa, Fuck me Santa, Fuck me Santa, Fuck me Santa”.

Pues eso, si se acuerdan diuna, ahí avisan.

Andrei

Tengo un amigo lúcido que acaba de cumplir 25 años. Lo envidio porque se atreve a decir cosas que todos pensamos, más o menos, pero él quiere decirlas mejor y a veces lo consigue, con una naturalidad que encabrona.

No siempre lo envidio; a decir verdad, debe ser muy complicado ser tan lúcido y tener tan pocos años. Es decir, estar todavía en esa edad donde tu agenda incluye encontrar quién te quiera y a quién quieres y esas cosas que en realidad sigues haciendo el resto de tu vida pero que más grande has incorporado a tu personalidad y ya no tienes ni que pensar en ellas, sino sufrir sus consecuencias.

No siempre lo envidio porque a veces lo tengo enfrente y me toca compartir su persona y vemos el futbol como si estuviéramos leyendo una novela oscura juntos o comemos como si tuviéramos a Vila-Matas por ahí rondando nuestra mesa, envidioso de lo que pudiéramos decir de él. También bebemos cervezas como si…estuviéramos bebiendo cervezas y es re divertido.

Andrei escribió algo interesante sobre un sueño pacheco y el futuro de la literatura (y el blog) acá. Lo escribió tal vez como regalo de cumpleaños a sí mismo.

Me parecio importante señalar ese texto, porque cada vez veo menos blogs posmodernos que deconstruyen el papel del blog en el universo de las letras.

Ernesto lo hace a cada rato, pero ya sabemos cómo es él.

No creo que me toque comprobar el futuro del libro, el fin de la novela y esos otros eventos apocalípticos, pero ¿desde cuando necesitamos que algo sea tangible para escribir del tema?

Felicidades, intangible.

¿A qué edad naciste?

Este es un cuasi meme de un cuate que cambia de blog como de calzones (y dudo que sus braguitas estén tan limpias) pero que cada vez que lo hace lo hace bien.

Casi naidien me manda ‘memes’/apócrifas cadenas/chismógrafos. Será porque casi no los contesto o porque a un chingo de gente le importa madres cuál es mi canción favorita para bañarme en tina.

En fin, este es un meme que naidien me manda, que no es un meme y que me dan muchas ganas de contestar.

Mi cuate lo prologa de la siguiente forma:

Nuestra fecha de nacimiento poco importa: los primeros años en este planeta son la misma cosa casi siempre: un mundo de pañales y etapas orales, anales, genitales. Son determinantes para la vida adulta —o eso dice mi terapeuta—, pero no éramos muy conscientes.

No, aquí se trata de nacimientos de la consciencia. ¿A qué edad naciste realmente?

1. A los tres años, con el vértigo al ras de la piscina y los brazos de mi papá que me atrapaban en el agua. El dolor de panza; aventurarse al vacío, confiar en alguien.

2. Cuando saqué la primera letra de una canción con mi hermana. Creo que era una de Dire Straits. Me sentí joven, rockerísima, rebelde, dueña de una afición y un mundo propio por primera vez en mi vida. Tenía 11.

3. Cuando me fui sin permiso una semana a Tequisquiapan con mis amigas. Hablé de allá y le dije a mi mamá: “No te pedí permiso porque no me lo ibas a dar. Cuando llegue te llamo”. Y le colgué. Tenía 13 años.

4. Cuando dije, con la voz temblorosa, “Coooooorte”, por primera vez. Tenía 30.

5.Cuando me levanté por primera vez a las 5 de la mañana a escribir; el nacimiento de la adultez, la disciplina. Hace 4 meses.

Shannon y Mr. Mark

Para cerrar la saga de la Comicon solo quiero contar un par de encuentros menos espectaculares pero igual de lindos:

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Cuando vi el título pensé “ojalá no esté muy caro porque igual lo tengo que comprar”. Había muchos monos de pvc del Too Much Coffee Man, pero este atrapó mi atención. Lo miré laaargo rato. En realidad ni siquiera quise hojearlo, el título me noqueó desde el principio, de los mejores que he visto en toda mi vida.

“Que se joda el puto cielo, cuando muera quiero irme a Marte”.

Lo dije así, en español y un hombre muy blanco me preguntó: “Spanish?” No, mexican. “Can you say that again for me, please?”

“Que se joda el pinche cielo, cuando muera quiero irme a Marte”.

Sonrió. Yo ya había pagado el cómic, pero me lo pidió de regreso. Lo abrió en la primera hoja y me lo firmó. “Ay, usté es el autor, perdón, no lo conocía”. Además de chulear my accent (siempre he querido salirme de mí por un momento para ver mi cara de frente y de paso escuchar mi acento), me regaló un boleto para la ópera que se presentaba esa misma noche de Too Much Coffee Man.

Gracias, Shannon.

***

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Luego pasé junto a un tal Marc Hempel que muy irónico, luego de ver mi emoción, me preguntó si había esperado este momento tooooda mi vida.

“No, no toda mi vida, nomás unos años, pero tú tienes la culpa de que me caigan tan bien las ratas”.

Mark firmó mi Kindly Ones justo al lado de la grandilocuente firma de Neil.

La suya es chiquita y mucho más maliciosa. Es re punk el Mark. Qué bien me cae la gente que no blande una naturalidad que no posee.

Neil

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A La Lata:

¿Que quién es Neil Gaiman? Un multipremiado novelista, guionista, escritor de cómics, cuentos de ciencia ficción, cronista, digamos un autor en toda la expresión de la palabra que comenzó a ganarse la papa como periodista de rock allá a principios de los 80. Su primer libro fue una biografía de Duran Duran, que alguna vez pintó para ser la banda más grande del mundo.

Un buen día, este joven periodista conoció a un señor oscuro oscuro con barba de mago.  Platicaron, se rieron, se hicieron cuates. Poco después, el señor oscuro lo jaló a esa onda de escribir cómics. Seguro le dijo algo así como “Ándele, Neil, escríbale, está padre, se pone bueno esto del cómic, el monito no deja mucha lana pero verá que chingón se trabaja el arquetipo”. Tuvo tino el inchi Neil, porque este barbón extrañísimo era nada menos que nuestro adorado Alan Moore, quien luego se encargaría de revolucionar el medio con su novela gráfica Watchmen.

Parece que a Gaiman le gustó lo de los monos pues le siguió por su cuenta y se hizo, luego de algún tiempo, más famoso que Moore. Esto por cierto, le puede mucho a Gaiman. Sabe perfecto que el chingón es su amigo, el genio es Moore, pero la pinche suerte, sobre todo la suerte para la fama, es imponderable y muy caprichuda.

De Gaiman hay muchos artículos en la red; su biografía está en al menos cinco idiomas en Wikipedia (Moore creo que sólo está en inglés), pero eso no tiene la menor importancia.

Lo bueno de los buenos es que no importa lo que diga la red, los blogs, los fans, los reportes, las películas: su biografía más elocuente se encuentra sutilmente tejida a lo largo de su obra de ficción.

Para saber quién era Gaiman cuando yo lo conocí, hay que leer toda la saga de Sandman reunida en novelas gráficas de la serie que escribió del 88 al 96. En México se pueden comprar, para quienes viven en el sur, en la tienda Comic Castle, afuerita del metro Zapata. Es recomendable hacerlo en inglés, porque la traducción baturra es insufrible.

Para saber quién es ahora hay que leer Fragile Things, donde ya se va refinando como novelista. (Solía ser bastante malo).

En mi biografía Gaiman ocupa un lugar entrañable. Se trata de una dulce voz que perduró en mi adolescencia, una carraspienta voz con acento británico cursi que decía “anda deja de llorar que arruinas el paisaje” y “eres mortal, haces lo que hacen los mortales: vivir”.

Durante la Comicon tuve dos momentos con él. En el post pasado conté el momento que pagó todos mis sinsabores como periodista; ése donde agradecí tener un oficio que me enseñó la bonitas herramientas del APERRE.

Aperréme, es decir, me valió madre que me quisieran sacar y me colé al backstage, a riesgo de recibir macanazos gringos. Por eso me los encontré a él y a Groening. Logré que me dejaran quedarme poniendo carita de perro en periférico y esperando pacientemente para incar el diente. Mucha suerte y mucho colmillo.

El otro momento, que me debía desde hace tanto, significó gran cierre con fanfarrias para una vieja herida.

Un día antes del encuentro periodístico, ya me habían sentenciado: ni madres, Gaiman no dará ni una puta entrevista. Como quien dice, os chingáes, si quieres verlo, será como fan.

Me formé en la fila para obtener un autógrafo suyo durante dos horas, como sólo me formaría por él y quizás por Woody Allen (a Moore me daría pena pedirle algo tan idiota como un autógrafo). Lo veía a lo lejos firmar y firmar libros, casi sin levantar los ojos de la pluma fuente. Previendo que al llegar mi turno enmudecería (soy, como dice mi hermi, rete rebozuda y bien penosita cuando no traigo mi máscara de periodista) recorté un pedazo de hoja de papel con lo que realmente quería decirle.

Lo que decía en ese papel es privado, pero cuando lo leyó  se levantó de la mesa y me abrazó fuerte. Olía a sudor (nunca pensé que olería a algo), estaba cansado, tenía los ojos rojos de firmar cientos de libros para los fans, pero se detuvo conmigo para abrazarme y mirarme muy despacito. Me sonrió y me dijo: “Hope I did a good job”. Oh you did! Le contesté.

Buena onda, el mugroso.

En la película de este siglo, Gaiman sería el amigo cool del protagonista.

El calladito, el guapito del que sólo las mujeres raras se enamoran. Nomás hay que ver la foto.

Espero haber contestado la pregunta de quién es Gaiman.

Más de la Comicon mañana.