¿Qué palabra describe mejor esa sensación de no tener calma para algo, a pesar de tener varios años de práctica ininterrumpida?
Nadie me lo va a creer pero todavía no se me quita el miedo a publicar.
Este mes tres de mis artículos son portada. Tres portadas al mismo tiempo, alguien pensaría que estoy de moda. Sin embargo, cada vez que intento escribir un nuevo artículo me lleno de angustia.
Eso y que tres artículos de portada apenas y pagan media deuda.
Eso y que mis dosmilpalabrasdiarias tienen que escribirse financiadas por cinco, diez, catorce mil palabras extranjeras, con un propósito definido, unidas por un cheque.
Las catorcemil le dicen a las dosmil: “Chaparritas, ojalá salgan chingonas porque ese café que las despierta y esa gasolina que las llevó al 1-day road trip por la ciudad y donde se inspiraron tanto y donde vieron a tanta gente abordar el Metrobús y donde hablaron con los semáforos, ese tiempo libre lo pagamos nosotras. You better be damn good, you silly little dosmil”.
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Todos lo saben y lo sufren, pero no deja de sorprenderme el caminito escarbado de la música hacia la memoria. Tengo que recordármelo: si algún día enfermo de olvido, todo lo que debo hacer es ponerle play.