Aún

¿Qué palabra describe mejor esa sensación de no tener calma para algo, a pesar de tener varios años de práctica ininterrumpida?

Nadie me lo va a creer pero todavía no se me quita el miedo a publicar.

Este mes tres de mis artículos son portada. Tres portadas al mismo tiempo, alguien pensaría que estoy de moda. Sin embargo, cada vez que intento escribir un nuevo artículo me lleno de angustia.

Eso y que tres artículos de portada apenas y pagan media deuda.

Eso y que mis dosmilpalabrasdiarias tienen que escribirse financiadas por cinco, diez, catorce mil palabras extranjeras, con un propósito definido, unidas por un cheque.

Las catorcemil le dicen a las dosmil: “Chaparritas, ojalá salgan chingonas porque ese café que las despierta y esa gasolina que las llevó al 1-day road trip por la ciudad y donde se inspiraron tanto y donde vieron a tanta gente abordar el Metrobús y donde hablaron con los semáforos, ese tiempo libre lo pagamos nosotras. You better be damn good, you silly little dosmil”.

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Todos lo saben y lo sufren, pero no deja de sorprenderme el caminito escarbado de la música hacia la memoria. Tengo que recordármelo: si algún día enfermo de olvido, todo lo que debo hacer es ponerle play.

En muchos cachitos

Al principio no, pero cuando dejó de estar de moda me empezó a gustar mucho la banda neuyorka Interpol. (Paul Banks, el vocalista, no me encanta pero me da una especie de curiosidad malsana saber cómo se ve encuerado).

Nunca menciono a estos tipos entre mis grupos favoritos, pero tienen partecitas de canciones que me obsesionan. Momentitos, cachitos a los que regreso y regreso y regreso.

Como si se tratara de un viejo cassette, le detengo a la grabación y regreso nada más en la parte que me gusta. Ahora que escuché el disco completo de Julian Plenti (Banks disfrazado de sí mismo, desnombrado) sentí cosas, pero en general dejé pasar las canciones sin más…hasta la coda final de No Chance Survival.

Ya no puedo dejar de oirla.

Amo estas frases chingao, así idiotas y simples, las amo.

We are the golden, we are the strong

Static, show me the random comes

Don’t fear the ocean, don’t fear the frost

Don’t fear the motion that cosmic toss

We are the old ones, we are the lost

Static, show me it comes with the cost

It can do wrong

Estoy despierta haciendo mi maleta pues mañana me voy de viaje; vuelvo al desajuste. Dejar mi casa, ir dejando cachitos aquí y quien-sabe-dónde-madres. A veces se me queda algo incrustado en un árbol, en una carretera, en cómo se veían las luces de un semáforo, en el gesto de algún mesero o de plano se me convierte en un leit motif para el resto del mes o de la vida, no sé; un viaje es también una pinche canción (partecitas, cachitos de una canción) que luego por más que quieras no dejas de tararear.

Static, show me the random comes.

Contenerse

Un día Benjamín me dijo que Björk le caía mal. Sus razones eran extrañas. Me dijo “es talentosísima, pero no se sabe contener. Vomita talento y eso no me gusta.”

Benjamín es un artista plástico con un gusto casi japonés y está bien.

La contensión es importante (sobre todo cuando mero se te queman las habas) porque hace que la luz se vuelva un rayo dirigido en lugar de una lamparita fofa, pero cuando uno escribe la novela que yo estoy escribiendo, contenerse es absolutamente imposible.

No sé si es la novela que se derrama en otras partes de mi vida o al revés. Sólo a veces, mientras escribo tengo ganas de gritar.

El coche de mi hermana

Los coches nuevos traen conexión bluetooth y micrófonos en el volante. Yo no sabía.

En mi infancia los coches cuando mucho hablaban. Te decían “la puerta está abierta”. Eran un poco monotemáticos, pero te hacían sentir menos solo.

Ahora traen conexión para el iPod y espejos retrovisores electrónicos, abatibles al pulsar un botón.

Yo digo que no compraré un coche nuevo hasta que los coches aprendan a bloguear.

Hasta que los fabricantes entiendan que la ciudad entera es un gran post.

Geeko

Tengo unos sobrinos (5 y 7 años) que me nacieron del Dungeons & Dragons.

No son hijos de ningún hermano o hermana. Me nacieron cuando –el que sería– su papá se sentó junto a mí y me hizo reír hasta que me dio asma en una sesión de Dungeons.

(No está ud. para saberlo, pero las carcajadas tienen ese inconveniente en mis pulmones).

Ah cómo era divertido sentarse junto a este bestia. (Autor por otro lado, de la célebre leyenda del “árbol de monedas” con el que se hacía pendeja a su hermanita de ocho años para que le enterrara la mesada del domingo en una macetita de malvones).

Hace 15 años, antes de saber cómo terminarían las cosas, nos juntábamos en la sala de mi casa a geekear. Fines de semana enteritos, como viejas que juegan canasta, nosotros jugábamos rol.

Eras un enano clérigo o un medio elfo mago. O como yo: una medio elfa ranger que ‘trackeaba’ , que podía seguir pistas en el bosque como Aragorn en El Señor de los Anillos.

…pucha… si me da penita, pero luego lo pienso y ni madres, se van al carajo, ¿existe algún juego ahora para el que sea necesario leer novelas completas? Pos entonces la penita la deberían tener ustedes no yo.

Antes de saber que dos de las personas sentadas en esa mesa, que una vez tiraron dados fosforescentes de 20 caras se jurarían luego odio eterno (justificado), nos unía la risa, el cigarro y la música. (Y el miedo a que Strad, el vampiro, nos bajara dos niveles de ‘experiencia’).

Ahora llevo al ‘bosque’ a esos dos niños, mis sobris putativos, y como que se me quiere salir una lagrimita (tengo que andar en mis días y muy cursi, pero igual se me sale).

Quiero decirles: tu papá y yo cruzamos juntos una vez un bosque mucho más peligroso que este sin siquiera salir de la casa.

Cruzando un bosque como éste nos hicimos amigos y luego él se murió revivió y eso, pero fuimos tan amigos que aunque tú y yo no compartimos ni media gota de sangre hoy tu mamá ‘te me presta’ y eres mi sobrino y cuando llego a tu casa corres a recibirme. Nomás.

(Todo esto por que el creador de los D&D, habrán leído en otros blogs, murió…Ahora que lo pienso, seguramente Gygax estaría orgulloso de aquello en lo que se han convertido sus fans: casi todos somos bloggers).

Para el geeko que ya no tiene edad pa acordarse de esta onda, aquí puede leer una logradísima nota del semanario electrónico Slate sobre la muerte de Gary Gygax.

So long Gary and thanks for all those books.

Adios al Citroen

Ayer maneje la carretera que une San Feliu con Tossa de Mar, en la Costa Brava espaniola.

Son 20 kilometros de curvas pronunciadas y tarde mas de una hora en salvarlas todas. Como aqui en Europa nada es gratis, pense que cobrarian peaje y me sorprendio comprobar que iria, for a change, sobre una carretera libre, sin casetas. Iba feliz, pensando que me habia jodido al estado espanol hasta que me percate del precio: contemplar los estupendos despenaderos besados por el azul del Mediterraneo cuesta nada menos que una refrescadita de tu fragilidad.

No eres eterno. Un viraje estupido y adios. Costa Brava, Muerte Brava, como dijo un cuate.

Iba pensando que los autos y las carreteras, a pesar de que han matado a mis seres queridos, nunca me han dado miedo.

Iba pensando que yo aprendi a manejar oyendo las indicaciones que mi papa daba a mi hermana, cuando esta era adolescente y yo todavia una mocosa en el asiento trasero. Cada vez que la necesito oigo la voz clara y tranquila de mi jefe subrayando “en las curvas no se frena”, “sigue la linea de la izquierda”, “el miedo es tu peor enemigo en las carreteras”, “si le vas a pegar a algo, que sea de frente, hay que centrar a los perros y a las vacas”.

Esas lecciones robadas retumban todavia en esta viajera que en 15 dias ha recorrido un tramo nada despreciable de peninsula iberica. Todo en un Citroen C2 nuevecito, una chatarrita de esas que parecen banos Sanirent, chiquitilla, pero alta y con dizque clase, de esos autos apantalladores pero completamente urbanos, con la estabilidad de un gobierno africano.

Hoy dejo el auto en la agencia. Mi papa tendra que aprender conmigo a viajar en metro. Le dire, como si estuviera en el asiento contiguo: “El miedo es tu peor enemigo en los vagones”, “en los andenes no se frena”, “si le vas a pegar a alguien que sea de frente, hay que centrar a estos hijos de puta xenofobos de mierda“.

Como cuando se vive, el problema en los viajes no es la distancia al punto de llegada, sino el sutil abismo que opera en un viraje estupido. Creo.