No me acordé

Y si me acordé de otros momentazos ya no me da tiempo de escribirlos. Tengo una pierna que hornear.

Nomás no quería irme de aquí sin decir lo que escribí en un mail:

“Este año fue muy raro para todos. Esta noche hagamos una tregua; comamos, chupemos y hagámonos reír. Es lo único que nos pertenece.”

Que la uva número 5 (la de mi cumpleaños) les sepa más rica que las demás. Jo jo.

4, 12, 16, 26

Este año casi olvido Octubre, uno de los meses que más me gustan.

Otoño empieza con la misma letra (los cumpleaños de cuatro -o cinco- personas indispensables caen en el Big O).

Otoño es Octubre que anuncia con esa O grandota que algo se muere (el año y las promesas); avisa con sus estrepitosas lluvias de guardar que diciembre y febrero no perdonan y que más vale que hagas grasa en el alma pues se avecina un crudo invierno.

Octubre tiene R y por tanto podemos seguir comiendo charales y cosas del mar. Tiene R pero lo que sigue hipnotizándome es que tenga O. Si te fijas bien, a través de Octubre alcanzas a ver la Oquedad, el vacío el vacío el vacío, el agujero en la alformbra, el pozo en la regadera, la fosa común. Apenas el anuncio,

caída de las hojas ya viene el frío no me digas que planeabas envolver tus regalos

Asomada por la “O” quiero ver el futuro: un par de días en los que ya nada me calienta. Meto un poco más la cabeza (qué impudicia) y puedo ver hasta Marzo o Mayo: el calor ya hizo de las suyas y me encuentro hastiada de tanta fruta madura.

Por eso me gusta Octubre, es el viejo que te apura a que cierres la puerta pues se avecina el vendabal.

***

De estar vivo mi papá habría cumplido 80 años hace unos días.

No me lo imagino con el pelo blanco. Medía 1.80 o un poco más. Tampoco me lo imagino disminuído, ni pequeño, ni encorvado, ni amedrentado por la tumba como dicen que te pones.

Lo he extrañado mucho últimamente. Qué caray.

La Boda

Nunca pensé que iba a decir esto: las bodas son la neta. Un momento épico, cursi, tirado al melodrama. Lo más parecido a interpretar tu propia vida mientras todos aplauden. Lo más parecido a hacerla de clown por una noche.

Un carnaval transformador donde las máscaras grotescas son bien vistas, necesarias por unas cuantas horas.

Ritual mata habitual.

La herma, mejor conocida como la hermiqui, estaba re-peda, re-feliz.

El marido de la novia se comportó.

Mi novio se veía guapísimo con su cámara en las manos y esa paz interna que no puede ocultar cuando camina.

Mi vestido fue el buzz in town. (Se pagó solo cuando el chef, un baturro deseadísimo por las hembras casaderas y no casaderas, me hizo plática con ojos lascivos, suculentos).

La canción de los novios All I want is you de U2. Previsible, pero romántica, ni qué decir.

And all the promises we make, from the cradle to the grave, when all, I want, is you…Lloré, por supuesto.

Qué agradable crecer y que te valga madres que otros te vean ser tú.

Mi escote rojo daba vueltas, mis zapatos de princesa hacían que las piernas se me tornearan. Todos abrazaron la nueva promesa, yo abracé a mi hermana.

A veces la felicidad viene en cajitas de música con brillantes falsos y bailarinas de plástico.
Que así sea.