Quiero equivocarme

En FB una chica comentaba que mi lógica del anterior post era peligrosa: “este argumento (de que al ser normalistas se les prestó más atención) no le hace bien a nadie”, dijo.

No quiero traicionar a los muertos. Pero ¿cuántos paros nacionales han sido capaces de conjurar las muertas en el Estados de México, los migrantes en las fosas comunes, los esclavos hondureños, la masacre de Aguas Blancas, el líder de los agricultores que mataron en la cabina de radio?

El gobernador de EdoMex acaba de declarar que “hay cosas más graves que atender” que el hallazgo de 21 a 46 cadáveres de mujeres en los dos canales de aguas negras que corren por la entidad, el Río de los Remedios y el Canal de la Compañía. Ambos nombres que se antojan una lastimera burla hoy.

En lo que va de su administración han desaparecido –otra vez, la única magia posible ahora en México, la de hacer que alguien se esfume– 600 mujeres, a quienes mejor sería llamarles niñas pues casi todas son menores de edad.

Por supuesto que no estoy segura que esos muertos son más importantes por ser estudiantes o normalistas. No estoy proponiendo que unos muertos valgan más que otros. Es una aseveración espeluznante.

Lo que observo, con profunda tristeza, es que así parece.

Quizás, como sugieren otros no es lo duro sino lo tupido, o la manera en que fueron asesinados: aplicada la ley fuga, quemados vivos, desollados y el sangriento etecé.

Qué espeluznantemente hermosa es esa chica muerta, de nalgas, cubierta de barro, con los zapatos puestos y la camiseta levantada como posando para una escultura que nunca se hará.

Cuánto duele su hermosura.

(La foto fue publicada originalmente aquí)10415554_532949650174266_176856076438428414_n

Anal-yse

Supongo que todos lo han pensado: realmente no estoy viendo este video, veo un cuadradito en movimiento mientras la otra parte de mis ojos no puede dejar de notar el marco blanco de mi computadora, el navegador con una plasta delgada y gris con en un espacio blanco, una etiqueta alargada donde se lee youtube/wp/q93uo3u4Y& no sé qué más,  siete tabs abiertos de colores /twitter/gmail/blogs/noticias/wordpressaddnewpost, las columnas izquierda y derecha llenas de links y la colita de mi wallpaper de fondo, apenas un poco de nieve de una tira Calvin&Hobbesiana.

¿Veo el video o veo lo otro? ¿Soy capaz de ver todo al mismo tiempo?

Escucho a Thom Yorke al mismo tiempo que el claxon del auto que pasa por Calz. de las Águilas y a otro nivel, pero igual de fuerte, escucho también a un amigo en el que basaré un personaje de un cuento que dice “Thom Yorke y todo lo que huele a Radiohead apesta”, con el piano oigo a una amiga, con la letra se apersonan mis viajes, lo que he escrito en los moleskines, notes to self  “you travel far, what have you found? There’s no time, to analyse, to think things through, to make sense”. Con las piedras que vuelan y el sol que se convierte reloj veo también el nombre de este blog, veo el personaje que soy, ¿el que fui? Un tipo que no tiene una oreja y decide cortarse la otra mientras hace un pacto con Buñuel después de ver Un Perro Andaluz.

Así que no veo el video, no sólo el video. Veo el marco blanco de mi computadora, los bordes azules de este blog que son como un par de límites que me puse,  aquello con lo que me topo siempre: mis propios bordes.

***

Gracias anónimas al autor de este video, el joven Bas, cuyo perfil en YouTube se lee así:

asverhage

Joined: March 25, 2007
Last Sign In: 1 day ago
Videos Watched: 9,329
Subscribers: 47
Channel Views: 2,339

Name: Bas

City: Maastricht
Country: Netherlands
Companies: Maastricht University
Interests and Hobbies: Science – Arts – History

Brrrr

Un día en Montreal me asaltó un danés con una pregunta: ¿tú eres mexicana verdad?

Si si, ¿cómo supiste?

Es que los mexicanos son los únicos que mientan madres cuando hace frío. (Dijo “Mexicans are the only ones that curse when it’s cold” o algo así, pero lo dijo porque no sabía que ‘curse’ no alcanza para traducir, ni de lejos, ese bonito figure of speech que significa “mentar madres”.

Con 6 o 7 grados centígrados que hace en mi casa, empiezo a tener derecho de mentada.

No mames, que pendejo se está poniendo el pinche frío.

Disculpen de antemano los que viven en lugares donde, de verdad, no se puede caminar ni a la esquina porque se te congelan los dedos de los pies. Pero ya saben, cada quien sus tragedias.

Still

Hay cosas que tomamos por sentado de la ficción.

En las pelis estamos acostumbrados a ver contraplanos de gente que platica y a interpretar fácilmente lo que no están diciendo, como lo hacemos en la vida real.

Close-up de protagonista 1 que baja un poco la mirada, Big close-up de los labios de protagonista 2, contraplano del primero ladeando la cabeza.

There you go. No hemos dicho nada y allí tenemos ya una escena de tensión sexual. Escena di amor, para los menos avezados. Nomás le añadimos un soundtrack en el que cante Damien Rice y ya estuvo. Hasta poesía y contención, todo en tres planitos babosos.

Y está bien; esas son las ‘palabras’, las unidades lingüísiticas de una cinta. Nomás creo que en el cine, con tanta palomita y sufrimiento por las patadas del de atrás, se nos olvida cuestionar. Analizamos palabras, no frases completas.

Si pensáramos en los significados de las frases, habría menos directores ‘de culto’, elevados hasta allá por nuestra propia güeva semiótica, si se me permite el barbarismo.

Lamento que muchos directores no se detengan un poco a pensar si estos planos…cada plano, se puede usar de una forma distinta. Lamento que no revisen las frases completas, sobre todo.

***

Par exemple, ayer en Rockanrolla, de Guy Ritchie se me ocurrió que este hombre usa el estilo para enmascarar sus fobias. (El estilo es como el sabor a chocolate: te pueden meter una buena dosis de cualquier cosa y ni cuenta te das).

Creo que el pobre Ritchie esconde una  misoginia baratona. Además de un leve miedo al padre y a la patria, que en Londres debe ser casi lo mismo, methinks. Y no, no se le perdona nomás por con quien se casó… cada quién se busca sus propios karmas.

Rockanrolla es una de esas pelis de asaltos y robos chistosones con un reparto testosterónico, en donde la única mujer es hiperflaca, amargada y llena de obsesiones ‘masculinas’. Quiere cojerse al escocés y se lo coje. Quiere dinero y lo tiene porque es muy listilla con los números. Pero se le castiga, el autor la castiga, con una nula capacidad para disfrutar de la vida, como por ejemplo sí se la da al escocés. Es como si Ritchie quisiera decirnos: “estas perras tienen todo, pueden aspirar a lo que era sólo de los hombres, pero miren nomás cómo lo pagan…jaja”. Ash, güeva.

Las otras mujeres que aparecen en la película son dos putas-tabledancers a las que, como si fueran perritos, se les pide que dejen la mesa porque “van a hablar cosas importantes, cosas de mafiosos”. “A ver lindas, ahuequen el ala porque ahora vamos a hablar los mayores”.

Me pregunto cuántas veces veremos una escena igualita, idéntica antes de despertar de nuestra inmunidad y reflexionar en su muy soslayada misoginia.

No es para abrirse las venas tampoco, pero ¿no sería extraordinario que algún día en una peli las putas nomás no se levantaran de la mesa? ¿O que fueran mujeres las que pidieran a sus escorts masculinos que las dejaran solas? Digo, just for a change. Tampoco se trata de intercambiar papeles a lo idiota.

El problema no es tener traumas y fobias, el problema es usar películas de robos chistosones para perpetuarlas sin profundizar en ellas.

Es más, el problema no es ni siquiera ser misógino (después de todo, estoy segura de que despreciar a la mitad de la población mundial debe tener un precio cotidiano muy alto), el problema es que glamorizar perpetúa, de alguna manera.

¿O ya me clavé mucho? je.

Lo creativo

Pasaba por la Biblioteca Central y quise releer libros de autores conocidos (por mí). En su lugar, un libro de portada mínima, letras negras sobre fondo blanco, nothing fancy, me tomó de la pierna y me dijo “si no me lees hoy, me pierdes para siempre”.

Entonces dejé el libro famoso y entré en este, sin tener idea ni remota de qué voz, en qué época o en qué corriente de pensamiento me iba a involcrar.

La primera parte de nuestra conversación fue placentera. El libro me habló de Jack Kerouac (al parecer el autor había sido su carnalito del alma) y dije, “quizá deba seguir platicando”… leí un par de páginas más hasta que me di cuenta de que esto ya no era un encuentro con un libro,  sino con un hombre. Estábamos en un bar y el tipo se me había acercado, tomándome del brazo y yo que regularmente no les doy más de un minuto a estos pelados, pensé que el encuentro terminaría muy pronto. Pero dijo algo interesante, ladeo la cabeza y me invitó otra cerveza. ¿Quiero otra cerveza con este libro, con este hombre?

El tipo estaba reconciliándose con la idea vieja esa de que toda escritura es autobiográfica. No fue realmente lo que dijo, sino cómo lo dijo que me llamó la atención:

“¿Por qué no hablar de uno mismo? Tarde o temprano uno tendrá que hacerlo. No hay inversiones seguras. Mira la sucia flotación del dólar –como una mente, una idea muerta, que se extingue.”

Sí. Sí quiero otra chela con este librhombre.

Entonces me dijo:

“Estoy cansado y quiero acabar de mascullar estas cosas. Pero me he propuesto algo y quiero cumplirlo. Es verdad. ¿Qué otra experiencia del “yo” es interesante, salvo la que pone de manifiesto su composición, las leyes de su imaginación y de su experiencia posible? Dime quién soy”.

Le dije que no sabía quién era. Ni él ni yo. Le dije que no sabía si quería saber. Le dije que yo tenía un blog que era a la vez mi autobiografía y el apócrifo relato de un personaje de mí misma.

“Amnesia. Pero la persona sigue comiendo, durmiendo, comienza de nuevo”.

Claramente, respondí.

Entonces me contó una anécdota:

“En la terapia de grupo, las investiduras de la experiencia del “yo” se abandonan, incluso son expulsadas por la fuerza. Richard Alpert recuerda su primera experiencia con LSD como una pérdida de todo apoyo del ego. La percepción de sí mismo como joven brillante psicólogo, profesor de Harvard, hijo exitoso, y mucho más, se derritió como hielo al sol. ¿Puede uno derretirse autobiográficamente? ¿Soportar, verdaderamente, no ser algún ausente sueño de gloria, justo lo que tu madre siempre quiso?

Aún seguimos bebiendo en mi cabeza, el librohombre y yo.

*Lo Creativo y otros ensayos, Robert Creeley, Colección Poesía y Poética, Universidad Iberoamericana / Artes de México. 1998.

Healing Melodic Death Metal (dead metal)

Bajando música porque si.

Al rato corriendo al concierto de Carcass, oh si señor why not, porque nada como un poco de Death Metal y Perfume de Putrefacción para hacerte olvidar que eres todo menos fuerte, todo menos invulnerable.

…esta otra rolita me pone en ese otro mood. Soy vulnerable, un día me pueden matar. Un día pueden venir por mí, qué sé yo, los narcos o los duendes del suicidio como lo hicieron con aquel periodista gringo que escribía o escritor que periodisteaba, es igual.

(Yaaa, quiero que sea de noche y olvidarme de todo chingá)…nomás que apenas son las 2 y falta mucho Interpol y mucho Third de Portishead y mucho Blonde Redhead y mucho del innombrable R. Ouch quiero una sopita caliente.

Particularmente cruel es ésta que no puedo dejar de oír del Our Love to Admire:

Nobody warned you
Nobody told you
To make up your mind

Nobody told you
That I could just waltz through
And shake up your style

I’m inside
Like the wrecking ball
Through your eyes

And I change it all from inside

Prefiero pensar en esa Wrecking Ball porque hoy, felicidades pinche Porfirio Díaz, en lo que hubiera sido tu cumpleaños número 178, hoy te celebramos así…

-Ocho muertos en Morelia, muertos de Independencia. Si viviéramos en el mundo de la novela Ubik de Philip K. Dick podríamos llevarlos a una cámara de conservación y hablar con ellos durante algún tiempo, antes de que la fuerza vital se les escapara por completo del cuerpo desnudo. Les preguntaríamos ¿qué hacías en esa plaza tan llena de gente un 15 de septiembre? ¿qué celebrabas, eh?

Luego un sueco me dijo que los mexicanos cada vez estamos mejor, “cada vez hay más gente con dinero”, me dijo. Seguro por eso mataron a esos morelianos, pienso yo. “¿Por qué será que los mexicanos nunca pueden ver nada bueno de su país?” No sé, no sé.

También dijo que si López Obrador hubiera ganado, muchos extranjeros hubieran salido por patas de este país. Ahí fue cuando mi ya mítica incorrección política salió al quite: “Chingá, nomás por eso merecía la pena hacer un recuento de votos”.

Se ofendió el sueco, por supuesto. Como buen sueco me dijo civilizadamente “resiento ese comentario”. Yo le dije que no era personal, pero claro que era personal. Yo no quiero que se vaya mi amiga argentina, ni mi amigo catalán ni mi amigo chileno ni mi amiga guatemalteca ni mis cuates colombianos o mi amiga gringa. Lo que quiero es que ese pinche sueco, igualito a otros muchos mexicanos que se sienten suecos se vayan o que por lo menos se pongan a leer los chingados periódicos un día.

Pura fea

La lógica de este sacerdote italiano es super cajeta: convoca al concurso Miss Monja 2008 para demostrarle al mundo que las hermanas congregadas no son un fracaso como mujeres.

“Las personas en Italia creen que las mujeres que se convierten en monjas han fallado de alguna manera y que no encuentran su lugar en el mundo. Pero de hecho nuestras monjas son muy educadas. Son inteligentes, han estudiado y algunas son muy bellas. Así que queríamos frenar esta idea equivocada que existe sobre las monjas”.

O sea: mis caballos son re bonitos, están re educados, déjenlos que corran en la misma pista. (Eso sí, que sigan siendo mis caballos, pus para eso les pagamos la pastura).

Este sacerdote no entiende  (¿o si?) que forma es fondo: haciéndolas competir rescata el valor erótico-mercantil-valor-de-cambio que tantas mujeres se compran hoy en día. Ahí me imagino a todas las monjillas angustiadas depilándose las cejas y poniéndose a dieta.

(Y luego me imagino a mí y a todas mis amigas haciendo lo mismo y me empiezo a deprimir).

Este concurso se le ocurrió al cura un día que no podía dormir pensando lo que había debajo de esas túnicas negras; los gestos cachondos que podían hacer esas caras lavadas. Y se le hizo fácil (como en la canción de El Haragán), compartirle sus sueños eróticos al mundo entero.

Rituales modernos

La experiencia completa de comprar un disco vale lo que pagas. No estoy a favor de ninguna disquera. Por mí que la gente baje toda la música del mundo sin pagar ni un centavo. Ya veremos de qué cuero salen más correas.

Peeeero. Ayer entré a esa tienda amarilla de Altavista mordiéndome los labios porque necesitaba tener en mis manos el In Rainbows. Downloadeable fácilmente, esta vez quería algo real. Me sorprendí mucho. No me considero fetichista, no tanto pues.

Ayer caminé con mucha cautela, como cuando sabes que alguien que te gusta está sentado al fondo y te tomas todo el tiempo del mundo para llegar hasta allá. No hay prisa porque hay prisa. Tokio Hotel, My Chemical Romance en el Top Ten; todos los de Madonna en oferta. La mirada se me alargaba hasta “Alternativo”, allí está, lo sé. No corras, no corras. Allí está, nadie te lo puede quitar.

Y que lo ponen. Jigsaw falling into place suena en toda la tienda y varios mueven la cabeza al ritmo casi sin notarlo. Es como cuando estás pensando en alguien y suena el teléfono.

Por si me quedaba alguna duda…ahora lo compras güey.

Junto a los Raconteurs, muy cerca de los Ramones, ahí está Radiohead.

Hay una manchadísima colección de todos los singles a cuatrociento varo. No no no. Soy demasiado puritana para comprar los singles. Tengo que aceptar que ahorra tiempo: la distancia al dulce hit está cubierta. ¿Pero quién quiere ahorrar tiempo en la música? Yo no.

Aaandale, ahí está el doble. El importeited. Como los que me hacían agua la boca cuando era pobre. ¿Sigo siendo pobre? Si pero I don’t care. Hell yes. But I don’t care. Antes iba a verlos y me corroía el resentimiento social. Ahora pienso “tengo que trabajar más” y ya.

Lo tomo. 2 cds Importado, el éxito cómo usté lo vio en youtube. Una cajita que promete al menos calcomanías. Diez rolas más un sencillo con otras tres. Cuatrociento varo. Ay, ya la estoy dudando. ¿Cuánto lo quiero? ¿Lo quiero cuatrocientas veces? Si si.

Voy tímida al mostrador. ¿Me puedes decir qué trae este disco? ¿Quieres que te lo abra? A ver préstamel… No no. No lo abras. Nomás hay uno. ¿Nomás hay uno? Si. (Y es mío, quise decirle, no lo vas a abrir tú, sácate de aquí). A pus entons nomás hay uno. No sé qué traiga. Pero lo acabas de poner, allí lo tienes. Lo estamos oyendo, eso que suena es este disco. ¿Eso? Noooo. Eso es Depeche Mode. Ja. Ja. (¿por qué siempre tengo que reírme de la gente chingado?) Nooo, eso es Radiohead. (Ya medio encabronado por mi risa) No’ombre, es Depeche Mode, si yo lo programé. (pues tienes pedos porque eso es All I need o yo soy tu presidente Calderón pendejo). Mmmh, no, checa bien, eso es Radiohead. Pues no creo, suena a Depeche Mode. (De que un vendedor se pone necio…, lo llaman para cobrar, me ignora ) Tons qué, ¿me prestas la cajita para ver qué trae? Aaah si, la cajita, ¿del de Depeche?

Estoy a punto de ahorcarlo hasta que llega Mr. Rastas y aumentos en las orejas. Noooo güeeeey. Eso que suena es el In Rainbows, a ver si quieres yo te atiendo. Fiu.

Muy contentita llegué hasta la parte de atrás, mientras me decían lo que costaba, lo que traía, (lo que ya sabía) me hicieron ojitos los acetatos. ¿Y si lo compro nomás de mamila en vinyl?

Los vinyles son la privacidad de la infancia, el momento en que aprendimos que estar solos era a veces toda una bendición. Como había que cuidarlos (que no se rayaran, cambiar de lado, guardarlos en su bolsita, etc) era casi como comprar un amigo.

No no. Quiero el doble importado.

Ya me voy. Voy a pagar…y en eso, el pinche vinyl, hermosísimo objeto del Funeral de The Arcade Fire.

No pude no comprarlo.

La chava que me cobró se rió mucho cuando me dijo el total y entregué mi tarjeta al tiempo que grité un muy sincero “¡Jesús del Huerto de Getsemaní!”. Moría de risa. ¿De dónde dijo que era el Jesús?

De Getsemaní. No mames, qué lanón.

Contenerse

Un día Benjamín me dijo que Björk le caía mal. Sus razones eran extrañas. Me dijo “es talentosísima, pero no se sabe contener. Vomita talento y eso no me gusta.”

Benjamín es un artista plástico con un gusto casi japonés y está bien.

La contensión es importante (sobre todo cuando mero se te queman las habas) porque hace que la luz se vuelva un rayo dirigido en lugar de una lamparita fofa, pero cuando uno escribe la novela que yo estoy escribiendo, contenerse es absolutamente imposible.

No sé si es la novela que se derrama en otras partes de mi vida o al revés. Sólo a veces, mientras escribo tengo ganas de gritar.

Hoy leí

Si uno es lo que lee:

Soy el blog de un amigo al que admiro mucho que no me tiene entre sus links. (Primero me puse un poco triste, pero luego pensé: él y yo no somos fellow bloggers, just friends).

Soy la noticia de un gato nigeriano que al ser atropellado por una motocicleta se convirtió en mujer.

Soy los nicknames de mis amigos en messenger.

Soy las entradas al twitter de Rafa Saavedra.

Soy una pareja de periodistas neoyorkinos que pasaron un día entero a menos de 15 pies de distancia, en un experimento neo-budista, tratando de meterse en la conciencia del otro.

Soy Persépolis, que no Marjane Satrapi.

Soy el mail de una socialité mexicana mal llamada “escritora” a la que hubo que responder con cautela.

Soy un chingo de annoying work-related mails. Todos annoying excepto, por supuesto, el que firmé “Besit”.

Soy una mirada (que también se leen) que me desarmó en el pasillo de la editorial.

Soy esta carta abierta mía que descontextualicé como ejercicio de autocrítica. Ahora sé de dónde vendrá el ranazo.

Soy el silencio (otro que también se lee) de una persona en el trabajo que decidió ya no hablarme.

Soy el reportaje de la revista Eme-equis de abril del año pasado, en el que nombran a los 25 dueños de las letras en México.

Soy también la falta de sorpresa. Son los mismo dueños de este año. Acá todo sigue siendo sexenal.

Soy la poesía de esta nota en Wired. ¿Para qué nos servía el pensamiento abstracto, el pensamiento poético? Para subir árboles, of course.  Eso era antes…y ahora también.

Soy la biografía mínima de Lars Von Trier. Soy sus cortometrajes.

Soy mucho, hoy.