Último bastión: ser normal

Según la wise güiki, “bastión” significa:

…un reducto fortificado que se proyecta hacia el exterior del cuerpo principal de una fortaleza, situado generalmente en las esquinas de los muros (llamados muros de cortina), como punto fuerte de la defensa contra el asalto de tropas enemigas.

En este caso, las tropas enemigas son la horda de orcos hipsters que no se saben hipsters, que no se pueden ver en un espejo sin decir “Güeeey, qué geeeek soy, no mames, soy un nerdazo!”.

Si usted señor señora señorito se llama a sí mismo con falsa vergüenza un geek o un nerd y luego le anda contando a sus compinches lo “rarito” que es, le tengo noticias: usted ES la mayoría, forma parte de ‘la norma’ y por lo tanto es usted tediosa y tristemente normal.

Sabemos que usted se anda escondiendo en la indefinición; que todos los días se levanta con una angustia espantosa que le pone la mente en blanco y le evita leer los periódicos. Con su anunciada nerdez o su geekería, usted quiere aliviar ese terrible vacío existencial del que hablan algunos autores. (Es más, usted SE SABE el nombre de esos autores, nomás que no los ha leído).

Pero ¿qué cree? Que su vacío ni es tan terrible ni es tan vacío: en realidad su abismo no es más que un chapoteadero.

Atrévase por una vez a quedarse solo en su cuarto y baje los pies. Verá que bajita está el agua.

Ya que supere el trauma, ahora sí, búsquese un abismo donde realmente pueda usted matarse si se empina.

No mame.

El cine ¿importa?

Calculo que hace unos 15 años el CINE con mayúsculas dejó de importar.

Fueron las videocasseteras, el control remoto, el Blockbuster; el imdb y los presupuestos, tanto los grandes como los pequeños…fue el inchi Robert Redford con su Sundance Festival que acabó de inventarle un marketing al maldito indie.

Maldito y bendito pues, como un lápiz al que le sacan punta por los dos lados. El indie entregó grandes cintas acompañadas de grandes soundtracks –Donnie Darko de Richard Kelly es una nota muy álgida de este periodo–; pero también puso de moda el fiasco y el despropósito. Se institucionalizó el lujo de hacer lana fingiendo que no se tenía lana y otros engaños peores rebozados de mala escritura.

Dos líneas chistositas y muy buenos diseñadores de vestuario son suficientes ahora para convencer desprevenidos.

Viene a mi mente Juno, por ejemplo.

Me podría poner a decir por qué Juno es tan mala como Avatar y por qué creo que ambas tiran de imbécil al espectador, y por qué creo que para tirar de imbécil al espectador es más ético y más sano gastar sólo un millón en lugar de 300 millones de dólares. Eso iba a hacer en este post hasta que de pronto me pregunté : el cine, ¿importa?

Avatar, por ejemplo, tiene la clara ambición de convertirse en parte de una nueva mitología generacional. Pobre Cameron, no supera ese momento cuando Star Wars seguro le cambió la vida.

La cuestión es que todo eso ha dejado de importar.

Buena o mala…¿a alguien se le va aunque sea un poco de vida en ello?

Los que comentamos las películas hoy estamos a punto de extinguirnos. Como quien hace reviews de plaquettes de poesía o aquel loco que hiciera crítica de revistas.

¿Crítica de revistas? ¿A quién le importa comentar qué tan buena es una revista? Al fin y al cabo es un producto más de entretenimiento. Vamos al baño con ellas, cumplen su cometido y listo.

Se tiran o se reutilizan como lo que son: papel viejo, fotos impresas, colores y títulos sin sentido. A veces será divertido volverles a dar un vistazo, cuando se cambie el cagadero de los pájaros.

Seguro me equivoco. Siempre me equivoco. Pero hoy me desperté con ganas de equivocarme en público y tengo que decir esto que me viene dando una melancolía tremenda: el tiempo del cine ha terminado.

Somos una especie en extinción.

Se acabó su influencia, lo asimilamos ya.

El cine está muriendo (como murió hace mucho, dicen, la novela, pues. En una agonía que durará varias décadas y cuyos estertores aún nos sorprenderán).

Viva pues, ante su lecho, este cine enfermo, herido de muerte.

Feliz y diversa Navidad tengan todos ustedes

Este 24 seguiremos viendo narcos asesinados, secuestros y muertos. Muchos muertos de hambre también y muertos de conciencia.

Nada cambia. La Tierra no se entera.

Peeeeeero.

Ayer amanecimos con la buena nueva de que nadie está fuera de la ley por lo que hace con su cola y con su corazón.

Amanecimos en una ciudad rarísima ¡progre! donde el pensamiento de derecha se duele.

Además, hoy podemos reírnos un poco: tanto nuestros declarantes de izquierda como los derecha son idiotas: la mochilería ha dado un gran argumento para empezar a desmenuzar a esta sociedad racista, clasista e intolerante. Dicen los tuiteros de derecha que “pobres niños, todos se van a burlar de ellos” (cuando lleguen de la mano de dos hombres o dos mujeres a la primaria).

Y como dice una amiga…¿aja, y quién educa a los burlones?

Después de esta ley, a la sociedad de castas defeña se nos van a notar más los calzones y qué bueno. A ver si así al menos empezamos a discutirlo.

Solo por eso (y con la tristeza aún fresca de haber tenido que sacrificar a mi perra una helada tarde de esta misma semana), desde L.A. (Las Águilas, DF) les deseo a todos una Navidad chingona.

Aúllen un poco a la medianoche de hoy, que la Lola (mi perra) les cumplirá un deseo de recién muerta cuando terminen de ver la siguiente fotografía:

Dicen, dicen

Por ahí escuché que, según algunos estudios psicoantropológicos, una buena estrategia para ser feliz es retrasar algunos placeres.

Comer, por ejemplo. Hay pocas cosas que nos hagan sentir tan poderosos como aplazar voluntariamente algo tan vital. Si lo sabrán los anoréxicos. (Aunque en esos casos el retraso del placer es tal que se vuelve en contra del controlador).

Quizás si hoy no veo un partido de futbol americano o no me meto al Twitter o al FB o me voy por la ruta más larga caminando a algún lado y me pongo a hacer cosas más productivas en la noche podría sentirme más feliz.  Es decir, si me controlo un minuto me sentiré mejor dos minutos.

Parece que al final hay algo en juego cuando se habla de felicidad que no siempre nos parece importante: la sensación de poder; aún cuando se trata de poder sobre nosotros mismos.

Y en otras noticias…estas son nuestras librerías…

La foto fue tomada por Dante en Huehuetoca, Puebla Edomex, en un evento teletonesco donde pretendían que ‘el pueblo’ (así, en abstracto) donara.

Según lo que me platican, los organizadores hablaban de donar ‘a los necesitados’. No había una agenda clara ni un responsable de a dónde se irían esos fondos.

Dante iba a sacar fotos de un grupo de rock que tocó allí de forma gratuita, para entretener la tertulia donadora, pues.

Los asistontos les gritaban ‘¡Que los del grupo también donen, que den dinero!”.

No era suficiente donar su chamba, su música, pues. Pagar su caseta y dar cinco u ocho horas de su vida, pararse a tocar allí. Había que donar, no se sabe a quién o para qué.

Esta librería estaba por allí, haciéndola de metáfora metálica. Así son las librerías del país, así son nuestras fuentes de conocimiento: están cerradas, viejas, vacías y parecen puestos de tacos.

Así aprendemos a pedir en este país: poniendo la mano en cunita, encabronados porque todo lo merecemos. ¿Qué se están creyendo? ¡Que nos den, que se organicen Teletones, que se organicen mítines políticos y se prometan cosas!

Al final nadie va a pedir cuentas. Nadie hará el trabajo duro de dar y recibir: verificar que lo dado forme parte de un ciclo productivo. O ponerse a chambear para que al rato no me tengan que dar, por ejemplo.

Bienvenidos a las librerías mexicanas, pegadas a esa mexicanidad que luego, paseando por Santa Fé, se nos olvida a todos.

El Juanito

Ernesto vive en Londres hace ya varios años y no sabe quién es Juanito el de los chistes.

Haré un esfuerzo por desenmarañarte esta gran fábula de la incompetencia y la falta de ética (y madre) que se maneja en este tu sacrosanto pueblo.

Se me antoja ponerlo de post y no de respuesta porque me gustaría por un momento imaginármelo desde afuera, poder apreciar el fenómeno desde un lugar que no me llenara de rabia y de lástima.

Imagina Ernesto, imagina Iztapalapa. Se  trata del municipio más poblado de TODO el país. Y mira que este país, si algo tiene es que está poblado. Somos un chingo. Y el chingo más chingo se concentra, como célula sociopolítica en el delicado reino de Iztapalapa.

Como allí a los panistas les da como ‘asquito’ meterse (aunque debieran ser menos idiotas y menos delicados pues el hecho de que sea también uno de los municipios donde haya más gente que se dedica al comercio informal no es sinónimo de que sea un municipio pobre: ni madres, en Iztapalapa hay organizaciones de ciudadanos que funcionan y mucho mucho circulante).

Es un municipio peleado, pues. El último coto real, la tierra negra, abonada y de maceta de donde puede afianzarse esa enredadera que pretende criar López Obrador y que en un momento dado podría ser vital para su reelección al término de este sexenio. (Reelección sería, pues aunque no esté en funciones, él dice que sigue siendo el presidente legítimo electo…chingá, qué difícil se pone esto en términos semióticos).

Aquí es donde viene el desmoche Ernesto, stay with me, esto se pone muy raro:

No hablemos ahorita de nombres de partidos, porque nomás nos hacemos bolas y al fin y al cabo terminan siendo la misma marrana pero revolcada; suficiente sea con saber que Iztapalapa era muy importante para AMLO y ‘el partido’ no le quiso poner a su gallo Doña Clarita Brugada en las boletas de votación.

¿Ah nooo?¿Cómo madres no? ¡Si Clara Brugada es la que tiene que ganar Iztapalapa para que yo tenga mi macetita!, dijo el güey.

Y pensó y pensó y pensó y dijo “Soplaré, soplaré, soplaré y a su pinche candidato que no me gusta tiraré” y al cabrón, como vil miembro del grupo metalero mexicano “Seeeeeleeeee hizo fáaacil!”, y se paró frente a una turba de iztapalapenseses con su cara de bueno y les dijo “miiiiren, como estos nacos no me quisieron poner a Clarita, vamos a poner a Juanito (que ni juanito se llama). O sea: ustedes van a las urnas, votan por Juanito, cuando Juanito llegue renuncia y no va quedar más remedio que quede Clarita. ¿Entendieron?

(La turba): ¡Síiiiiii!

(AMLO): Tons ya saben, ustedes van a votar por alguien pero en realidad los va a gobernar alguien más. ¿Entendieron?

(La turba): ¡Síiiiiii!

(AMLO): Muyyyy bien mis chiquillos, aquí les presento al patiño por el que van a votar, se llama ….¿cómo se llama este güey? Pues no sé, mano, realmente no sé. Peeeeero le dicen Juanito.

(La turba): ¡Síiiiiii!

(AMLO): Sí caray, le dicen Juanito…¿ya vieron que lindo está? ¡Ni mandado a hacer, me cae! Hasta viene con su cinta tricolor alrededor de la cabeza que dice… ¿qué dice?

(La turba): ¡Síiiiiii!

(AMLO): ¡Ah cómo son pendejos! No dice ‘Síiiii’, dice Juanito.

(La turba): ¡Ahhhhhhhh!

(AMLO): Tons, todos de acuerdo, pues.

En eso, el cabrón del AMLito se bajó de la tarima y se fue a su casa pensando ‘este arroz ya se coció’. Ante el descreímiento de muchos, la complicidad de otros y el dolor silencioso mío (y supongo de millones de personas cuerdas que viven en este país).

Pero ¿qué creeeeeees, Ernesto?

Que nos crecieron los enanos, of course.

En los medios, gente como Alazraki y otros empezaron a azuzar al muñequito…llamaron a Gepeto y mooocos, que le salen patitas y hasta corazón.

-Oyes Juanito, pero si tu ganastess, no te dejesss, no lihagas caso a AMLO, la gente votó por ti, que no mamen, que te dejen en paz, que te dejen Iztapalapa…

Y el Juanito, hermoso ejemplar que antes nomás servía para amasar a la turba, ahora quiere, jejeje, por qué no…GOBERNAR!

¡Eso chingaaaaaaado!

Y bueno. Dicen que Juanito tiene un ligero retraso mental y dicen que está loquito y dicen muchas cosas.

Eso puede o no ser cierto. A quién chingados le importa.

Ya te imaginarás lo que decimos todos: a quién creen que le están viendo la cara de pendejos ¿a quién?

Ahora es un circo de declaraciones. Clara Brugada está emputadísima. Marcelo Ebrard también, AMLO ni se diga y bueno, a Iztapalapa que se la lleve la chingada, a la credibilidad de nuestro entire country, nuestro entire political system que se vaya a chingar tres madres.

Tristemente, como quizás lo imaginamos todos, esta es la mera punta del iceberg.

Espero haber contestado tu duda, Ernesto. La explicación fue con todo mi amor…y no, definitivamente no pude verlo con la mente más fría: sigo sintiendo mucha rabia. Chale.

Esto, Ernesto en un sexenio, que…puta, que APENAS va a la mitad y donde aplica perfecto el lugar comunazo: se sienten como tres minutos pero bajo el agua.

Mi país, Ernesto, tu país, tu ciudad. Se desmorona. Ojalá se desmorone pronto pronto y que todo todo se vaya pronto a la chingada para ver si así podemos refundar en bases menos jodidas.

***

Ahhh, encontré una nota vieja de un buen periodista (Alejandro Almazán) en el sitio de Sergio Aguayo. Es una entrevista a Clara Brugada que tiene unos cuantos meses, pero da una muy buena idea del pasado reciente de este gran gran circo: píquele aquí.

Y ahí viene otra vez la desgraciada

La pinche realidad es una peste.

No puede uno andar flotando todo el día por las nubes porque mire nomás:

Yo juanito, tu juanitas, todos juanitamos“. Dicen que Juanito está loco y preguntamos todos: ¿Se volvió loco nomás ahorita que nos conviene o ya estaba loco desde antes? Y si estaba loco antes ¿así lo postularon para liderar una de las delegaciones más importantes de esta ciudad (que es todo un país)?

Los perredistas merecen juanitear.

También dicen que Juanito es medio retrasado mental. A simple vista, se le puede diagnosticar eso que los psicólogos de antes nombraban como ‘inteligencia limítrofe’. Y a simple vista, así se puede diagnosticar a toda la clase política mexicana. Descabezadero que tendríamos, vamos.

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Más realidad, más realidad: La soledad se pega.

(Los científicos sociales de pronto juanitean también, digo yo).

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Y la mejor de hoy: TOME chango su Nobel de la Paz.

Vamos a salirnos de Afganistán, peeeeero primero les vamos a poner en su madre, nomás por no dejar.

Ok.

Twisted

Me interesan los mundos al revés.

Quiero escribir una historia sobre eso.

(Nadie te va la va a creer).

Por ejemplo:

En la redacción de un periódico, el reportero trata de hacer notas con lo que ve (como le enseñaron en la meritita escuela de periodismo) pero el editor duda y realiza un despiadado fact-checking. Las fuentes niegan rotundamente la información; acaban por despedirlo.

En su nota se lee un día tranquilo en la calle, matrimonios felices, un gato que era lamido por un perro y un hijo que perdona a su padre.