Somos lo mejor

Bukowski, que podía firmar una carta “Falsamente tuyo”, tiene un poema  llamado “Lo peor y lo mejor”. La única persona que me ha entendido cuando le digo “eres lo mejor” es un amigo al que podría llamar ex si no fuera porque nunca anduvimos (formalmente). Entonces este ex me dice “Ira es lo mejor” y yo comprendo al detalle que no me compara con otras mujeres o con otros hombres o con otros escritores ni nada. Me compara con “echar migas a las gaviotas / cortar tomate en rodajas” o con “grietas en las aceras /camareras aún sensatas”. Y es cuando me dice por quinta vez “Ira es lo mejor” y yo le regreso el piropo, nuestro piropo privado construido de una referencia mutua que nadie o casi nadie comparte, es ahí que quiero ser una sola estrofa. Quiero que mi nombre esté dando vueltas para siempre en estos versos:

“Pulverizar cucarachas

un par de calcetines limpios

el valor natural que vence al talento natural

eso es lo mejor”

O dicho con la maestría original (la traducción de Mondadori es ligeramente pedestre):

spraying roaches
a clean pair of stockings
natural guts defeating natural talent
that’s the best

Ahí en los “natural guts” es que trato de deslizarme todos los días, con la conciencia de que pierdo siempre.

Todo esto porque acabo de ver una película sueca del 2013 llamada We are the best, que además de tener los personajes más entrañables en todo lo que va de la década, resulta en una pregunta y una declaración de principios .vi_nr_bnst_we_are_the_best_1-__memfis_film--p-a_jorgensen

En We are the best hay tres niñas pre adolescentes que quieren ser punks. Se saben especiales, se cortan el pelo, le dicen que no al maquillaje.

Yo que pulvericé cucarachas, yo que miré  bombillas en las cajas y  los puestos de palomitas como Bukowski quiero ser the best con ustedes, chicas.

Encontrarte la boca del otro como si tuvieras casa propia

Punketear sin sentido, darse besos con mujeres,

eso es lo mejor.

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