De uno en uno caray

Cuando recién comencé a escribir en este blog comenté sobre un encuentro fortuito que había tenido con el hijo menor del escritor Salvador Elizondo. El post se llamaba algo así como “Los Elizondos” y sacaba ponzoña por lo que me parecía un junior típico desperdiciando un apellido.

Gracias a las fantásticas personas que conocí durante los últimos doce meses, mi opinión sobre el escritor ha cambiado. Releí algunos de sus cuentos y ahora caigo: Farabeuf es una obra de tal inteligencia que no pude comprender a la primera. La boba, as usual, era yo.

Eso no quiere decir que considero al junior un mejor pintor (era a lo que se dedicaba cuando lo conocí, quién sabe ahora en que ande), ni que festeje su blandir de talento mediocre a la sombra de un apellido de ese tamaño. Lo que no puedo evitar imaginarme es lo extraña que le parecerá de ahora en adelante su vida sin su padre.

A México se le acaba de morir una mente prodigiosa, un escritor culto (como ya casi no hay, ahora levantas una piedra y todos son re originales) y el papá de un tipo muy conflictuado por su calvicie juvenil, lleno de inseguridades como cualquier ser humano y con el que alguna vez tomé un par de chelas.

Que tenga usted el sueño de los justos Sr. Elizondo.

Adiós master Stanilaw

Quería hacer una apología de Stanislaw Lem; iba a decirles que casi empecé a escribir porque me dio envidia lo que me había hecho sentir.

Les iba a contar cómo me agarró desprevenida en una lavandería pública uno de sus cuentos, cómo me sacó del rumbo. Por un momento viajé por el tiempo en una nave plateada. Esa fue la primera vez que pensé que los viajes en el tiempo no son más que una alegoría sobre nuestra imposibilidad de comunicarnos.

Volé en una nave que era mi cuerpecillo de tiernos 15 años. Pinche “ruso”, pensé. Será por ruso que sabe cosas de que yo no puedo comprender. Luego supe que no era ruso sino polaco y que no era por polaco que entendía mejor a los humanos que yo, sino por listo.

Ah que ponzoña de inteligencia tenía este señor.

Pues yo les iba a contar, pero el luto me invade. Ese luto privado que nadie podría comprender más que otro fan.

Adiós Señor Lem. Cumplió usted bien lo que le tocaba, creo. Vivió lo suficiente para ver su tierra convertida en un putero y lo hizo con dignidad. Cumplió master Lem. Conmigo, al menos.

Miedo millón en LA

Miedo millón, perdón medio.

500 mil señores y señoras (documentados y por documentar) marcharon por los Eleis para que el gobierno doblemoralero que se sirve de ellos con la cuchara grande y cuando hay pizca de algodón no les metiera por el culo la pinche nueva ley que, déjate del muro en la frontera, va a meter a la cárcel a quienes les ayuden a encontrar chamba. Al grito de ¡Sí se puede! (¿dónde habré oído eso?), los marchistas sobrepasaron por mucho los ‘protesters’ contra la guerra de Vietnam y por ahí se dieron de tiros con la famosa marcha blanca de Reforma.

Ándenles, dejemos de perder el tiempo con la noticia de las bubas de Sabrina y la muerte de Durcal.

ok, me excedí pero lo agachones no se los quita ni dios

Ayer lo medité y me di cuenta de que mi propuesta para la antología de mi generación de Sogem estuvo un poco excedida.

La srita. (todavía soy srita, no me molesten) pedía que le fuera publicado, en lugar de un cuentito o un poemucho, un cómic.
¿Por qué no? Bueno, porque las antologías son de narrativa y ni modo y los cómics no son narrativa o quien sabe qué son y ni modo.
Ok, yo me excedí, pero eso no quiere decir que en mi grupo no esté “dirigido” por una punta de fachos.

Alguien se murió y los nombró kings of all universe.

Unos cuantos encargados de “la comisión (palabra retro izquierda pseudo organizatoria sindicalista) de publicación” buscarían “una editorial” interesada en co-editar una antología de recién graduados del diplomado de creación literaria de Sogem.

Claro, pensé, estarán haciendo fila. Alfaguara, Plaza y Janés, bueno, Planeta se iba a arrodillar para que le diéramos el honor.

A ellos les pareció factible incluso la distribución en Gandhi. Chiquitos.

La cosa es que, al más puro estilo de Animal Farm, la antología comenzó como un simple recuerdo de nuestro camino juntos. Una especie de anillo de graduación que serviría para vernos en un librito y no perder de vista lo ingenuotes que fuimos.
Pronto, la sencilla idea se convirtió en algo que “había que votar”. Que si todos los textos tendrían un tema común, que si no. Que si todos podríamos participar, que si debía tener una calidad mínima, que si la íbamos a pagar de nuestra bolsa, que si llegaría la mentada gran editorial a “arriesgarse” con nosotros. Ja.

De risa loca pues.

Poco a poco, las letras de la puerta con la máxima que regía aquella granja se fueron borrando.

Una semana después de organizar como cuates un simple recuerdito de generación, los textos ya serían “aprobados” por “la comisión” y rechazados si era el caso.

Estuvieron a punto de decir que si sus apellidos no comenzaban con las consonantes P, G o R, estarían bajo el escrutinio popular y que lo más seguro es que no publicaran.

Allí fue cuando a la srita. o sea yo, se le ocurrió proponer que junto a sus textículos, ella deseaba publicar un cómic. Jajaja. Ok, repito, un poco excedida, pero una propuesta extraña, que al menos, en un grupo de supuestas mentes creativas, debió considerarse.

Sabía que los dueños del teatrito seguro me iban a decir que no, pero yo había tomado mis precauciones. Previamente, hice lo que consideré obvio en un grupo de adultos: preguntar uno por uno a mis compañeros si la propuesta les parecía descabellada.

Es triste que en corto, muy poca gente tenga la capacidad para decir lo que piensa (así estarán las pinches elecciones este año, por favor nadie se espante).

Todos dijeron que si. Todos. Sonreían, eran amables y hasta le encontraban visos de “diferencia” a una antología que incluyera un cómic. “Si eso es lo que quieres, estaría bien. Hasta se vería bonito”.

Claro, al momento del escrutinio público solo tres votaron por que se pasara mi cómic. Tres de dieciocho. Los demás agacharon la cabeza.

Entiendo que muchos lo hicieron porque en realidad les cagaba la idea de un cómic en su seria y formal antología, lo que no entiendo es porqué no me lo dijeron en corto. La idea que realmente me asusta (y la que sinceramente impulsa este post ventilatorio de cuestiones semi domésticas) es la tribu agachona.

Los pequeñines piensan que esto es “publicar”. Es un privilegio que la mayoría no ganará jamás por méritos propios. Más de la mitad de los que agacharon su preciosa cabecita lo hicieron por no quedar fuera de la jugada. Una jugada verdaderamente chata y pueblerina, pero jugada al fin y al cabo.

¿Cuántas decisiones se tomarán por miedo, cuántas por no alcanzar a ver la reja del corral en el que se pasta?

Finalmente y ante la falta de razones concretas para el rechazo (recibí un “porque no me parece y no estoy de acuerdo y eso lo hubieras propuesto hace mucho tiempo y ya” del cerdito mayor animalfarmesco) retiré mi participación en la dichosísima antología.

Suena a berrinche, pero no lo es. Para mí es una palomita en ‘punketez’. ¡Eeee, me corrieron de una antología por querer publicar un cómic! Me doy por bien servida, aunque mi idea del cómic fuera un poco mamona.

Nunca estaré de acuerdo con un grupete de “creativos” que condena la diferencia. “Esa es m’hija”, diría mi papá.

Por otras razones que imagino similares a la mía, otras seis personas también se retiraron.

Publicarán aquellos que borraron las consignas iniciales en la puerta de la granja.

Besos a todos. Nos vamos de Sogem, algunos enseñando innecesariamente el cobre.

Yo sigo siendo Batman.

Fresa

Alguien por favor me asesina cuando yo responda así:

-¿Y a ustedes quién les gusta?
-A mi Adrien Brody, el narizón.
-Yo soy fan de Johnny Depp
-No sé, a mi últimamente me gusta Philip Seymour Hoffman.
-¿Y a tí?
-Ay a mí me van a disculpar, pero a mí me gusta mi marido. Y nada más.

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La seguridad es una ilusión, una maldita ilusión.

Es hoy y sólo hoy

“El guión es un revelador del cine en cuanto arte del tiempo. Del tiempo presente, en primer lugar. Más que cualquier otro arte, el cine actualiza todo lo que toca. Todo filme es un prototipo indefectible inscrito –aunque sólo fuese por sus características técnicas (grano fotográfico, calidad de la luz y el sonido, pero también maquillajes, voces, etc.)– en el presente de su contexto de producción. Y si se cambia de presente, el guión se mueve.
Arte de la secuencialización, también. De la manipulación del tiempo emocionalmente vivido por el espectador. De la segmentación de una historia, del montaje de intensidades. Y la diversidad de los modelos de guiones es como el reflejo de la diversidad –infinita– de nuestras relaciones con el tiempo”

Francis Vanoye

En construcción

Algún desgraciado nos enseñó eso de “nomás mientras empiezo”. En este país todo está a punto de ocurrir. Ya viene, ya viene, hay que esperar un poco más. Mientras tanto puedes seguir siendo un mediocre de porquería. Nadie se molesta con los mediocres en la ciudad de la perpetua transición.
Tengo una amiga que regresó de China con una teoría:
“Todos los pueblos tienen algo amputado: los gringos la espontaneidad, los chinos la imaginación, los mexicanos la voluntad”.
Ahorita me paro y escribo la gran novela. Ahorita que deje de ser joven, ahorita que me venga te cojo otra vez.
Ahorita que llegues nos vamos. Ahorita que tengamos todo completo empezamos a trabajar.
No he podido explicarle con claridad a un extranjero la pléyade de significados que tiene para los mexicanos la palabra “ahorita”.
¿Ahorita es ahorita, o al ratito?
“Ven. Voy… Ahorita… ¡Pues ahorita es ahorita chingado!”
¿Ahorititita quiere decir que llegará pronto, que dejará de malgastar su talento en este momento o en un año o hasta que los dioses de la suerte le avisen que ya ganó?
Ahorita voy, ahorita, ahorita.

Esposas

Eran las 2 pm. ¿A quién puede darle ganas de combatir el crímen con este calor? Mi auto y yo circulábamos lenta y angustiosamente por eje 10, rumbo a la UNAM; pensabamos en tesis, exámenes y en el tiempo que llevamos juntos (a veces se encela de mi ex-Tsuru, lo tacha de naco y plasticoso).
Una patrulla le cerró el paso a un flaco moreno, camisa sin mangas, de los que parecen cholos hambrientos. La gente detuvo su trajín, contemplaban la desgracia de otro. Sin decirnos una sola palabra, mi auto y yo nos detuvimos a contemplarla también. A mí me daba pena, pero el cabrón metió el freno solito. Se orilló en un lugarcito en el que juré que no cabríamos. Pero cupimos.
El flaco andaba pedo, madreado de la cara. La sangre le escurría por el mentón. Mi carro quiso acercarse para ver mejor. Mi pudor metió el freno de mano.
Nos esperamos hasta que lo catearon y lo metieron a la patrulla. Mi Pointer se arrancó muy extrañado.
Me dijo “¿Viste cómo le pusieron las esposas?”. Asentí. “Eso sí que no me había tocado ver”.
No pos a mí tampoco, qué caray.

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Ya no estamos hechos a imágen y semejanza de dios. Ahora somos personajes de una sitcom chafa sin presupuesto para locaciones en Nueva York.

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Quisiera profundizar sobre la relación del cuerpo con la escritura (muy a propósito de desaguisado aquél) pero no podré hacerlo hasta el viernes con calmita. Mientras tanto, los angloleyentes podrían echarse un clavado en Ernesto, perdón en el blog de Ernesto. Están güenas sus observaciones sobre el tema. El sr. suele ser muy generoso y comparte fuentes harto interesantes.

Remember, remember


Hay algunas historias que no caben en un filme. V for Vendetta es una de ellas. La saga de Sandman y Watchmen son un par de ejemplos más.
Cualquiera hubiera hecho el ridículo tratando de adaptar V, pero los hermanos Wachowski rodaron estrepitósamente hacia la nada.
Este par de gringuetes con los bolsillos llenos de dinero y el cerebro repleto de mierda no entendieron nada.
Ni siquiera creo que hayan leído la novela gráfica completa o no habría sido tan fácil convirtir a “V” en un karateka romántico con una obsesión malsana por el arte amaestrado y las pinches rosas rojas.
Lo único bueno de la ‘muva‘ (así les dice mi acompañante) fue que pudimos vomitar juntos.

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Para los que pueden acudir a la novela gráfica, sólo quería recordarles el estupendo pasaje de la página 39, el monólogo de V frente a la estatua de la JUSTICIA:

…Madam Justice… this is V…V this is Madam Justice… I’ve long admired you, albeit only from a distance. I used to stare at you from the streets below when I was a child…Please don’t think it was merely physical. I know you’re not that sort of girl. No, I loved you as an ideal. That was a long time ago. I’m afraid there’s someone else now…

…her name is Anarchy, and she has taught me more as a mistress than you ever did! She has taught me that justice is meaningless without freedom. She is honest. She makes no promises and breaks none. Unlike you, Jezebel.

Santoy

Es más fácil creerle a un asesino en el cine que en una nota de periódico. Siempre que los entrevistan me parece que hay algo burdo en sus motivos. No se ven particularmente infelices: sus neurosis son iguales a las mías. Lloran con Bambi, se masturban de vez en cuando, se caen del pesero, se fletan las colas del banco. Las cajeras del Wal-mart los tratan igual de mal, quieren un auto del año y sacarse la lotería.

La pregunta no es qué los convierte en asesinos, sino qué los hace diferentes a mí.

Allí está el tipo que hizo de su taxi una bola de boliche contra varios pequeños afuera de un kinder.

Allí está la mataviejitas que acabará por vender su historia a un guionista fracasado y regenteando los cigarros en prisión.

Allí esta el niño Santoy, que inaugura el asesino que privará en esta década: un chavillo clasemediero estudioso, blanco, guapetón y con futuro. El asesino del absurdo, el asesino aburrido, el cínico, una bestia solapada por la familia.

En cambio en una peli todo tiene sentido. Tus maestros de guión chingan hasta cansarse para que no se te ocurra escribir un personaje sin motivos: es un acomplejado, es feo (o gordo je), lo violaba su mamá, whatever. Tu personaje es un monstruo, pero tú escritor sabes por qué.

El cine no es realidad. El arte ordena el pinche caos que es la vida.

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Casi quiero agradecerle al anónimo por desatar todas sus respuestas. Les agradezco profundamente, ok, lo digo otra vez para que no suene hueco, profundamente, todas sus palabras.
Siempre es interesante saber qué nos indigna (de qué calaña somos, pues) y cómo respondemos a esa indignación. Ninguna de sus opiniones sobra. Los vuelvo a abrazar a todos.

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Otro agradecimiento, Mr. Anonimé: Tengo más de cinco años de no saber de una persona que sabe, ¿porque lo sabes verdad?, que la traigo en el alma a donde quiera que voy. Entra conmigo a las tiendas de libros, hojea los cómics que compro y cambia todas las palabras que digo por otras más graciosas.
A veces quisiera hablar con él, pero no puedo.
Tu comentario Mr. Anónimo lo trajo de regreso. De lejos, de lejos, pero de regreso.
Beso grande a esa persona.