Ayer lo medité y me di cuenta de que mi propuesta para la antología de mi generación de Sogem estuvo un poco excedida.
La srita. (todavía soy srita, no me molesten) pedía que le fuera publicado, en lugar de un cuentito o un poemucho, un cómic.
¿Por qué no? Bueno, porque las antologías son de narrativa y ni modo y los cómics no son narrativa o quien sabe qué son y ni modo.
Ok, yo me excedí, pero eso no quiere decir que en mi grupo no esté “dirigido” por una punta de fachos.
Alguien se murió y los nombró kings of all universe.
Unos cuantos encargados de “la comisión (palabra retro izquierda pseudo organizatoria sindicalista) de publicación” buscarían “una editorial” interesada en co-editar una antología de recién graduados del diplomado de creación literaria de Sogem.
Claro, pensé, estarán haciendo fila. Alfaguara, Plaza y Janés, bueno, Planeta se iba a arrodillar para que le diéramos el honor.
A ellos les pareció factible incluso la distribución en Gandhi. Chiquitos.
La cosa es que, al más puro estilo de Animal Farm, la antología comenzó como un simple recuerdo de nuestro camino juntos. Una especie de anillo de graduación que serviría para vernos en un librito y no perder de vista lo ingenuotes que fuimos.
Pronto, la sencilla idea se convirtió en algo que “había que votar”. Que si todos los textos tendrían un tema común, que si no. Que si todos podríamos participar, que si debía tener una calidad mínima, que si la íbamos a pagar de nuestra bolsa, que si llegaría la mentada gran editorial a “arriesgarse” con nosotros. Ja.
De risa loca pues.
Poco a poco, las letras de la puerta con la máxima que regía aquella granja se fueron borrando.
Una semana después de organizar como cuates un simple recuerdito de generación, los textos ya serían “aprobados” por “la comisión” y rechazados si era el caso.
Estuvieron a punto de decir que si sus apellidos no comenzaban con las consonantes P, G o R, estarían bajo el escrutinio popular y que lo más seguro es que no publicaran.
Allí fue cuando a la srita. o sea yo, se le ocurrió proponer que junto a sus textículos, ella deseaba publicar un cómic. Jajaja. Ok, repito, un poco excedida, pero una propuesta extraña, que al menos, en un grupo de supuestas mentes creativas, debió considerarse.
Sabía que los dueños del teatrito seguro me iban a decir que no, pero yo había tomado mis precauciones. Previamente, hice lo que consideré obvio en un grupo de adultos: preguntar uno por uno a mis compañeros si la propuesta les parecía descabellada.
Es triste que en corto, muy poca gente tenga la capacidad para decir lo que piensa (así estarán las pinches elecciones este año, por favor nadie se espante).
Todos dijeron que si. Todos. Sonreían, eran amables y hasta le encontraban visos de “diferencia” a una antología que incluyera un cómic. “Si eso es lo que quieres, estaría bien. Hasta se vería bonito”.
Claro, al momento del escrutinio público solo tres votaron por que se pasara mi cómic. Tres de dieciocho. Los demás agacharon la cabeza.
Entiendo que muchos lo hicieron porque en realidad les cagaba la idea de un cómic en su seria y formal antología, lo que no entiendo es porqué no me lo dijeron en corto. La idea que realmente me asusta (y la que sinceramente impulsa este post ventilatorio de cuestiones semi domésticas) es la tribu agachona.
Los pequeñines piensan que esto es “publicar”. Es un privilegio que la mayoría no ganará jamás por méritos propios. Más de la mitad de los que agacharon su preciosa cabecita lo hicieron por no quedar fuera de la jugada. Una jugada verdaderamente chata y pueblerina, pero jugada al fin y al cabo.
¿Cuántas decisiones se tomarán por miedo, cuántas por no alcanzar a ver la reja del corral en el que se pasta?
Finalmente y ante la falta de razones concretas para el rechazo (recibí un “porque no me parece y no estoy de acuerdo y eso lo hubieras propuesto hace mucho tiempo y ya” del cerdito mayor animalfarmesco) retiré mi participación en la dichosísima antología.
Suena a berrinche, pero no lo es. Para mí es una palomita en ‘punketez’. ¡Eeee, me corrieron de una antología por querer publicar un cómic! Me doy por bien servida, aunque mi idea del cómic fuera un poco mamona.
Nunca estaré de acuerdo con un grupete de “creativos” que condena la diferencia. “Esa es m’hija”, diría mi papá.
Por otras razones que imagino similares a la mía, otras seis personas también se retiraron.
Publicarán aquellos que borraron las consignas iniciales en la puerta de la granja.
Besos a todos. Nos vamos de Sogem, algunos enseñando innecesariamente el cobre.
Yo sigo siendo Batman.