La furia es uno de mis grandes capitales.
Tengo un chingo.
Dice un amigo muy querido y muy listo que justo mis días de furia son insufribles, pero yo digo que ya enfurecido el ratón, what the hell.
(Querida persona del otro lado de la pantalla: si está ud de buenas, sáltese este post)
Furia 1.
El regreso a esta ciudad es un pinche balde de agua fría. No sé por qué llegué tan desencantada.
Primero, a todo el mundo le caga cuando le cuento cómo me fue. No sé. Esperan que les diga algo así como “bien bien, Londres es precioso y las florecitas ni se diga” o “llovía…encontré unos cuadros de Bacon formidables”
Cuando a mí me preguntan cómo me fue contesto: “Aprendí muchas cosas. Aprendí que la mugrosa sociedad mexicana es, además de racista, clasista, segregadora y alarmantemente conservadora, una sociedad cada vez más aburrida. Pienso que estar aburrido es peligroso. Se te ocurre cada pendejada”.
¿Y Londres no? se me pregunta. Posiblemente, pero no de la misma forma y eso es lo importante.
De cualquier forma, por más que sean unos brutos imperialistas inventores de la piratería, yo no vivo en Londres. Vivo en la Ciudad de México.
“Qué casualidad que estando aquí no te dabas cuenta. ¿Tuviste que irte tan lejos para pensar eso?” Pos la neta si. (Platicar con Ernesto y robarle sus ideas, ayudó, of course).
Furia 2.
Justo le decía a Ernesto que cuando el asunto vial comenzara a arreglarse en México, la cosa cambiaría. Tómela, por andar de hocicona.
De regreso a mi casa me encuentro con que, así, sin colocar discos preventivos ni avisar a nadie, de pronto empezaron a desaparecer autos en la Calzada Las Águilas. Todos al corralón y hágale como quiera. Había unas tristes lonas colgadas en los semáforos que lanzaban un ambiguo “respete los sitios de no estacionarse”. Nomás que nunca nos dijeron cuáles eran esos lugares.
Ayer se llevaron mi coche de la rampa de MI CASA. Por supuesto, nunca me enteré que mi casa era un lugar prohibido (Me hubieran dicho, hasta ganas de llegar del trabajo me hubieran dado).
Antes, el DOMINGO a las 12 del día se llevaron el coche de mi hermana, estacionado en la puerta vecina. Domingo a las 12.
Hoy quise cambiar mi llanta en una vulcanizadora y casi se llevan mi coche, así, sin llanta.
Llegando a la oficina me enteré de que ya hay no sé cuántas miles de quejas en las delegaciones por este ‘operativo’ que también se lleva a cabo en San Ángel, Narvarte y otras colonias. Ahh y pronto cerrarán TODO Río Churubusco.
Bueno, ¿pero es que tenemos que ser tan pendejos para implementar cierto orden? Al rato van a votar en referéndum la silla eléctrica para el que se pase un alto.
Pinche ciudad, pinche país. Perdón, pero no damos una.
Y ya hasta me sentí mal: estos imbéciles vendiendo el petróleo o lo que nos queda del triste petróleo que nunca fue nuestro y yo quejándome por sus grúas.
Furia 3.
A propósito de Hillary Clinton, en E.U. descubrieron que la furia de las mujeres no es tan bien vista como la de los hombres:
“Brescoll and Eric Uhlmann at Northwestern University recently completed
three separate studies to explore a phenomenon that may be all-too-familiar
to women like New York Senator Hillary Clinton: People accept and even
reward men who get angry but view women who lose their temper as less
competent.
The studies, published in the March issue of Psychological Science, provide
women with recommendations for navigating emotional hazards of the
workplace. Brescoll says it pays to stay emotionally neutral and, if you
can’t, at least explain what ticked you off in the first place.”
Cuando un hombre azota cosas, “aguas ¿no ves que está enojado? Es que tiene caracter fuerte”
Cuando yo no soporto un día más en estas aguas de me-trago-todo-lo-que-me-embuten quiere decir, por fuerza que “ando mal con mi novio (es decir malcogida)”, o “soy una histérica y se nota que voy a cumplir años”.
Vayan al diablo, imbéciles. (Tú y tú y tú, no son imbéciles. Ya saben de quién hablo).
***
Y ya. La furia me regresa a mi centro, escribir de ella es la neta. También hay cosas fantásticas en todos lados: tengo amigos muy inteligentes; quiero mucho al hombre con el que duermo; aquí en la oficina hay un tipo que escribe teatro con quien me llevo de poca madre; esta noche me desvelaré escribiendo mi novela, tengo una casa, una compu y una conexión a internet en la que puedo hacer eso. Leche en el refri y galletitas en la alacena. (Ah y aquí en México hay algo que en Londres se la pelan: los precios de todo, especialmente de la leche, las galletitas, la conexión a internet y el de los amigos…según mis cuentas, acá son más baratos).
Ujú.