No sé por qué luego me da la tonta y pienso que no hay nada de qué escribir.
De qué escribir, sobra.
Si uno ha cultivado cierta habilidad, de hecho es imperativo ponerse a escribir.
Olvidémonos de ser famosos, lo que importa es nadie puede ver lo que yo veo como yo lo veo. No solo eso, este fin de semana me di cuenta de que es mi RESPONSABILIDAD escribir. (Y aprender a hacerlo mejor es parte del paquete). Este país no está para desperdiciar la poca educación que logró filtrar en una persona.
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Carta abierta a quien se ponga el saco, a propósito del encuentro de escritores (de Editorial Almadía) en Oaxaca
Estimados Escritores Publicados:
Además de escribir ficción que tan linda les sale, piensen en la posibilidad de ser un ente político. No hablo aquí de partidismo. Hablo de entender que la relativa notoriedad de que gozan puede ser usada para otra cosa que lucir su incompetencia en las relaciones interpersonales, o sea su (nuestra) nerdez.
La gente espera de ustedes inteligencia (god knows why). Sobre todo cuando participan en una mesa de reflexión. Se vale ser borrachito, coquito o de plano un imbecilazo, pero no se vale perder el tiempo de los demás.
No chinguen.
Quizás piensen que no es su chamba, pero se engañan. El pinche país se está cayendo a pedazos y ustedes usan los foros públicos y las notas en Reforma para hablar de lo mucho que se admiran mutuamente. (Lo mismo va para los periodistas culturales/writers wannabe, que cubren nomás los temas que no confrontan y se la pasan chupando con los escritores en estos encuentros, claro está).
¿Qué mal podría haberle hecho a este país que en este sonado Encuentro alguien hubiera puesto un tema nacional sobre la mesa?
Y me dirán, como algún sabio ex-presidente dijo alguna vez ¿y yo por qué?
En privado y con un par de chelas encima les diría “¡por que hay que tener madre!”, pero como esta es una carta en serio y hay que guardar las formas les doy al menos tres razones:
-la materia antes llamada “Historia” está por desaparecer en el programa de las preparatorias. Así, de golpe y porrazo. Ya no hablamos de arrancar ‘algunas páginas’ de los ya vilipendiados libros de texto, sino de suprimir la materia por completo. Supongo que los nuevos estudiantes sólo necesitan “el presente” para maquilar.
-el petróleo, el gas, la electricidad que nunca fueron nuestras pero que por lo menos tenían una etiquetita con nuestro nombre, ahora nos los van a sacar, como decía mi bienhablada madre, por las nalgas.
-los hijos de puta (ponga usted aquí el nombre de su favorito) siguen cobrando por serlo. Ahí están los gobernadores poblanos, los ministros pederastas de la iglesia, los diputados, el presidente que ya se lleva de a cuartos con el ejército. El conservadurismo está a la alza, los pobres ahora son de derecha. Escritores capaces (Tryno Maldonado) de hacer un escándalo estúpido contra Conaculta por supuesta censura y retractarse con la cola entre las patas un mes después, ahora son antologadores.
¿Les parece de verdad que no hay temas que tratar?
No es cool ni padre ni se ganan premios ni se publican antologías si uno se asume animal político.
Al contrario, uno pierde muchos amigos y quién sabe, quizás después los necesite.
Yo, por lo pronto, me desmarco.
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Hablaba el sábado con dos escritores publicados que me caen a toda madre, ganadores de sendos premios, Mauricio Alvarado y Ernesto Murguía, sobre la necesidad de armarla de pedo. (excusarán mi francés, s’il vous plaît, hoy ando muy peladita).
Bastante menos “pertardistas” que yo, ellos decían que primero hay que tener una obra que te avale para hacerla de pedo. No estoy de acuerdo, pero bueno. Ellos tampoco están de acuerdo conmigo en que si te invitan buenamente a uno de estos encuentros hay que hacerse enemigos gratis llamándoles pendejos a tus compañeros de banca.
Ok ok.
Después de mucha discusión, ambas partes llegamos a un productivo acuerdo: ok, armarla de pedo puede sacar un par de ronchas y las ronchas son importantes, pero TAMBIÉN hay que usar el poco o mucho don que uno tiene para documentar cosas que se han perdido en la memoria.
Es decir, está bien ladrar, pero también hay que morder.
Murguía y yo decidimos hacer un trato: tenemos tres meses para documentar un tema nacional, escribirlo y publicarlo donde podamos. (Este blog, por supuesto, tendrá primicia).