La experiencia completa de comprar un disco vale lo que pagas. No estoy a favor de ninguna disquera. Por mí que la gente baje toda la música del mundo sin pagar ni un centavo. Ya veremos de qué cuero salen más correas.
Peeeero. Ayer entré a esa tienda amarilla de Altavista mordiéndome los labios porque necesitaba tener en mis manos el In Rainbows. Downloadeable fácilmente, esta vez quería algo real. Me sorprendí mucho. No me considero fetichista, no tanto pues.
Ayer caminé con mucha cautela, como cuando sabes que alguien que te gusta está sentado al fondo y te tomas todo el tiempo del mundo para llegar hasta allá. No hay prisa porque hay prisa. Tokio Hotel, My Chemical Romance en el Top Ten; todos los de Madonna en oferta. La mirada se me alargaba hasta “Alternativo”, allí está, lo sé. No corras, no corras. Allí está, nadie te lo puede quitar.
Y que lo ponen. Jigsaw falling into place suena en toda la tienda y varios mueven la cabeza al ritmo casi sin notarlo. Es como cuando estás pensando en alguien y suena el teléfono.
Por si me quedaba alguna duda…ahora lo compras güey.
Junto a los Raconteurs, muy cerca de los Ramones, ahí está Radiohead.
Hay una manchadísima colección de todos los singles a cuatrociento varo. No no no. Soy demasiado puritana para comprar los singles. Tengo que aceptar que ahorra tiempo: la distancia al dulce hit está cubierta. ¿Pero quién quiere ahorrar tiempo en la música? Yo no.
Aaandale, ahí está el doble. El importeited. Como los que me hacían agua la boca cuando era pobre. ¿Sigo siendo pobre? Si pero I don’t care. Hell yes. But I don’t care. Antes iba a verlos y me corroía el resentimiento social. Ahora pienso “tengo que trabajar más” y ya.
Lo tomo. 2 cds Importado, el éxito cómo usté lo vio en youtube. Una cajita que promete al menos calcomanías. Diez rolas más un sencillo con otras tres. Cuatrociento varo. Ay, ya la estoy dudando. ¿Cuánto lo quiero? ¿Lo quiero cuatrocientas veces? Si si.
Voy tímida al mostrador. ¿Me puedes decir qué trae este disco? ¿Quieres que te lo abra? A ver préstamel… No no. No lo abras. Nomás hay uno. ¿Nomás hay uno? Si. (Y es mío, quise decirle, no lo vas a abrir tú, sácate de aquí). A pus entons nomás hay uno. No sé qué traiga. Pero lo acabas de poner, allí lo tienes. Lo estamos oyendo, eso que suena es este disco. ¿Eso? Noooo. Eso es Depeche Mode. Ja. Ja. (¿por qué siempre tengo que reírme de la gente chingado?) Nooo, eso es Radiohead. (Ya medio encabronado por mi risa) No’ombre, es Depeche Mode, si yo lo programé. (pues tienes pedos porque eso es All I need o yo soy tu presidente Calderón pendejo). Mmmh, no, checa bien, eso es Radiohead. Pues no creo, suena a Depeche Mode. (De que un vendedor se pone necio…, lo llaman para cobrar, me ignora ) Tons qué, ¿me prestas la cajita para ver qué trae? Aaah si, la cajita, ¿del de Depeche?
Estoy a punto de ahorcarlo hasta que llega Mr. Rastas y aumentos en las orejas. Noooo güeeeey. Eso que suena es el In Rainbows, a ver si quieres yo te atiendo. Fiu.
Muy contentita llegué hasta la parte de atrás, mientras me decían lo que costaba, lo que traía, (lo que ya sabía) me hicieron ojitos los acetatos. ¿Y si lo compro nomás de mamila en vinyl?
Los vinyles son la privacidad de la infancia, el momento en que aprendimos que estar solos era a veces toda una bendición. Como había que cuidarlos (que no se rayaran, cambiar de lado, guardarlos en su bolsita, etc) era casi como comprar un amigo.
No no. Quiero el doble importado.
Ya me voy. Voy a pagar…y en eso, el pinche vinyl, hermosísimo objeto del Funeral de The Arcade Fire.
No pude no comprarlo.
La chava que me cobró se rió mucho cuando me dijo el total y entregué mi tarjeta al tiempo que grité un muy sincero “¡Jesús del Huerto de Getsemaní!”. Moría de risa. ¿De dónde dijo que era el Jesús?
De Getsemaní. No mames, qué lanón.