Comentario a Jairo en La Mosca

Esta es una respuesta al artículo que Jairo Calixto Albarrán, un periodista que en general merece mi respeto, publicó en el portal de La Mosca hace unos días (no trae fecha exacta). No quería meterme en honduras, pero necesito ser consecuente con la responsabilidad que le pido a otros.

En fin, acá va:

Me quería abstener de esta discusión porque los matices son muchos y ni los blogs ni los tuiteos entienden de tonos de gris.

De cualquier forma, creo que haber sido (en tiempos muy muy muy remotos) una adolescente a la que le encantaba jugar a ser sexual me da cierta capacidad para opinar.

Lo que creo que no entienden (y no creo que tenga nada que ver con que son hombres la mayoría de los que aquí opina, sino con que hace mucho que no son adolescentes) es que jugar, aventarse y hasta pensar que, ‘bueeeeno, igual si me cojo a este pinche viejito para que ya me deje en paz o a ver si así me comparte unos dulcecitos de fama’ cuando se tiene un CRITERIO de 13 AÑOS no es precisamente un acto consensual.

Cuando uno tiene 13 años está probando. Una puede ser muy coquetita, jugar a que se es grande, pero el que ya creció sabe que eso no es más que un juego.

Un hombre de 43 sabe perfectamente que una niña de 13 no tiene manera de decir exactamente, vamos, ni de saber exactamente lo que quiere, cuando lo quiere. Con un primer NO era suficiente para regresarla a su casa y dejarla en paz. Quizás no la golpeó, pero la chica se resistió verbalmente cuanto pudo. Eso es abuso. Un hombre ganándole la voluntad a una escuincla mensa es un abuso, no me digan que no lo pueden ver, chingaos. Reconocer eso no tiene nada de mojigato.

Puede ser que Arnold Schwarznegger, como el moralista bastardo que es, pueda estar utilizándolo como instrumento de castigo ejemplar, pero eso no tiene absolutamente nada que ver con el reconocimiento de que Polanski se pasó de lanza con una niña, se la cogió como muchos de ustedes quisieran hacerlo y faltó a toda ética posible para un adulto de 43 años. Sin contar, desde luego, que cometió un delito y al término del juicio ÉL MISMO se declaró culpable. Eso por un lado.

Por otro, he oído opiniones de tarados que dicen cosas como “Pero si la chavita ya ni era virgen, era putilla, que no se haga”.

No importa si se es puta o ya no se es virgen. ¿Quieren decir que sus madres, que por supuesto que han cogido y parido, no son susceptibles a ser violadas? ¿Quieren decir que una chava por haber cogido tiene que coger ahora con todo aquél que la convierta en un objeto de deseo?

Supongo que esta opinión no la compartes Jairo, pues sueles ser un hombre mucho más inteligente que eso, pero es justo a lo que puede llevar un escrito como este que publicas acá en la Mosca. Me parece muy bien Jairo, que Polanski sea tu ídolo. Cualquier cinéfilo ha babeado con Chinatown, La danza de los vampiros o El inquilino. También es mi ídolo, cómo no. Es un pinche genio. Ok, muy famoso, muy pinche maestro, pero piensa en una persona de tu edad (debes andar por ahí ¿no?) llevándose a la cama a una escuinclita de secundaria, consciente de que está drogada, y poniendo de pretexto que “ella medio te dijo que sí”. Ni tú, ni nadie te creerías eso.

Vamos a ser claros: el maestro es un maestro, la sociedad gringa es una vasca de mojigatería, la política tiene un peso cabrón en este asunto… pero el maestro se cogió a un niña y eso, en ningún pinche libro puede estar bien, no mamen. Ahora es un viejito simpático y todos lo queremos ver libre y haciendo películas, pero ¿no has pensado que quizás este caso siente un precedente para que agarren a los hijos de puta padrecitos católicos respetables que andan por el mundo siendo simpáticos después de décadas de cogerse niños? ¿A poco no estaría padre que esos delitos tampoco prescribieran y se les metiera a la cárcel a que se cumplan sus penas?

O qué, ¿esperas que la fe que profesas por el arte haga las mismas excepciones que la cerdita religión católica?

¿Algún proyecto de vida?

Ayer me hicieron un chequeo médico para certificarme ‘apta’.

Me levantó las orejas como quien revisa a un perro roñoso y me preguntó con ahínco sobre el número de parejas sexuales. Ay no sé doctor, ¿de veras quiere que las cuente? Pues dame un estimado. ¿Tiene prisa? Yo muy jocosita y el doctorsito enjuto-aburrido-no-tengo-ninguna-motivación-en-la-vida ni me miraba.

¿Diabetescánceralopeciatuberculosis-falta de sentido común en la familia? No no. Al menos creo que no. ¿Presión altibaja? No no. ¿Locura? (Ah chingá, ¿qué el término no era ‘padecimientos mentales’?). Locura, eeeh, no no. Creo que no.

A ver respire. Libere el aire (¿Libere? Puf, qué doctor más intenso). Ajá, dice que no fuma verdad y ¿qué tal mota? (Doctor, por dios, se dice ‘mariguana’. Alguien va a pensar que es usted universitario).  Pues no no, tampoco. (Aquí alza la mirada, primera vez que me ve a los ojos después de meterme las manos en el pecho, golpearme la panza y pedirme que me baje los pantalones). ¿Segura? Pues la última vez que chequé no fumaba mota, doctor. (Me vuelve a mirar “Hahaquégraciosaestaviejamensa”).

¿Algún proyecto de vida?

¿Disculpe?

Sí, cuénteme si tiene algún proyecto de vida.

¿Ser  feliz?

Ajá. Bueno, eso es todo. Va a salir a la segunda oficina a la derecha a que le pongan un sello. Buenas tardes.

(¿Ser feliz? Ay Ira. Tienes que dejar de ver películas de Fellini).

Escribir de…

Que monserga escoger.

¿Cómo hacemos para no volvernos idiotas con tantas opiciones?

Mi columna de este mes puede ser de dos pelis. Yo escojo.

Si hablo de una encontraré primero placer y luego zozobra, si hablo de otra encontraré primero zozobra y luego más zozobra.

No faltará quién me tope en una fiesta y me diga “Leí lo que escribiste sobre es a peli, ¿no te parece que eres muy dura en tus opiniones?” A lo que me being me, contestaré “Esteee, si, bueno, no me hagas mucho caso, ni siquiera recuerdo lo que escribo”, aunque realmente estaré pensando “Putamadre, en este país hasta lo que no se comen les hace daño” o bien, si el tipo es medianamente listo, me quedaré callada y correré al Sanborns más cercano a releer mi columna y pensaré, “¡me lleva el diablo, qué madres estaba pensando cuando escribí esto!”

Así que cuando la vida se pone guapa con sus opcioncitas, siempre me queda la satisfación de que el pinche destino es tan cabrón, ya sabe de antemano cuál voy a tomar.

***

Mi primera opción era el portugués, quizás porque tengo ganas de morriña, o quizás porque tengo ganas de cantar; luego quise italiano pues quiero leer a Pavese y luego terminar el francés como si eso me fuera a acercar mágicamente a Derrida o a Barthes. El alemán era para leer a Kafka y a Trakl.

Parece que este semestre estaré leyendo a Pessoa.

Hablar de Rulfo me pone triste

Y feliz, qué caray.

Sin embargo, no  pude evitar estremecerme cuando escribí la entrevista a Juan Carlos:

Su apellido cae suave pero certero sobre esa voz melancólica con la que contesta “si, si, soy yo, Juan Carlos Rulfo”, el cineasta, el documentalista, pero también el extraordinario y pausado conversador, el gran heredero de una dinastía de viento y polvo del mero San Gabriel Jalisco…


Algo me duele cuando recuerda a su padre como si fuera yo misma:

“Al año que murió mi padre regresé al punto exacto donde él se hizo un autorretrato. Atrás del templo de la Virgen de Guadalupe, ahí en ese cerro, me detuve a recordarlo pero no por buscar las referencias literarias sino por volver a él”.


Aunque la referencia literaria en esta entrevista debiera se lo de menos, también entraña  Juan Carlos cuando describe una cierta colina:

…está la satinada loma donde su padre –nuestro Juan a secas– imaginó que volaban papalotes Susana San Juan y Pedro Páramo.
“Es una loma muy suavecita, un pasto muy cortito, donde el sol pega de forma tersa, es como cenizo, puedes correr muy a gusto por allí y tener el pueblo a tus pies un rato”.

Quiero ser Wayne Coyne

Lo único bueno de este día es el día de ayer.

***

Hoy por ejemplo he tenido pláticas como sopa fría:

-Oye ¿tienes algún premio?

-Premio ¿como de qué? (me quedo pensando que de todos modos no tengo ninguno así que no hace falta ser más específico). Mmmm, ¿premios? No no. Risita nerviosa, preludio a que me salga lo listilla, eso que sólo me sale cuando algo me duele… mi único premio es que me sigan publicando todo lo que me da la gana, ah y que me hagan comentarios en el blog. Ése es un buen premio.

-No no, pero yo hablo de premios de verdad. Deberías buscar uno. Conozco periodistas que escriben la mitad que tú y tienen un chingo de premios. También conozco escritores malísimos que tienen uno. Es cuestión de afanarse. ¿Tú por qué no tienes uno?

-No sé. ¿Será que no me lo merezco? Juar juar. (Nothing better than early morning self-referential jokes).

-Eso no tiene nada que ver.

-Fuck.

***

Ayer en la Cineteca pasaron un documental sobre los Flaming Lips. Fearless Freaks. El director es tan ruidoso y tan malo como eran los Flaming Lips en sus inicios, pero tiene la misma fuerza cruda que arrebata amor.

Me dio como esperanza porque Wayne Coyne tiene uno de esos espíritus de pelo chino: infantiloides, clavado en la textura que para todo pela los ojos, que a todo le entra con el mismo abandono suicida. Bellísimo.

Coyne sabe dejar de ser quien fue para ser quien es ahora.

Yo espero seguir con rizos en el alma por mucho tiempo.

***

Casi lloro (¿o lloré?) cuando volví a escuchar, después de al menos cinco años, She Don’t Use Jelly.  Una vez alguien me la dedicó.

Tons luego vengo y me pongo a ver entrevistas, más más más quiero más Wayne Coyne y encuentro ésta, donde Coyne habla tan campante de lo que a mí me está tomando una novela dilucidar:

***

Llueve y me entristezco. Lo único bueno del día de hoy son las esperanzas de estos dos conciertos. Ah y un viajecito en puerta que promete mucho aire fresco.

The real thing

Una amiga y yo estamos en la misma etapa en la escritura de nuestra novela.

Leímos una parte de su novela en que su personaje le reclama a una naranja (palabras más, palabras menos) no ser lo suficientemente dulce,  no ser capaz de inspirar imitación.

Hace mucho, mi primo Memo señalaba la imposibilidad de una pobre manzana de saber “tanto a manzana” como un jugo. Pobre manzana, me acuerdo que dijo.

Hoy, desayunando mi guapo co-desayunante me platicó cómo truqueaban los alimentos para fotografiarlos:

-al bisteck le ponen vaselina y mermelada de arándano para que brille y se mantenga roja.

-el líquido en pleno splash de una foto no es líquido, sino un vidrio esculpido.

-a las frutas y a las verduras se les pone agua con glicerina para que se peguen las gotas de “rocío”

-el hielo es de hidrogel para que no se mueva.

-el whisky es té negro. Según me explican, el alcohol ‘se agarra’ del vaso y lo mancha. (No iremos para allá, es una metáfora muy chafita).

-la verdadera lluvia no se ve en el cine. Hay que tirar litros y litros de agua para poner regaderas con chorros dirigidos.

The real thing is not enough for us.

Ever.

Sé exactamente por qué…

…extraño mi casa cuando viajo.

Al principio pensé que se trataba de un jodido apego republicano al terruño o  añoranza por los habitantes vivos de mi trajín diario (a los muertos es más fácil llevárselos en la maleta); pero acabo de descubrir la razón: extraño el silencio.

Lo único que no hay en un viaje es silencio.

Dirán que lo puedes fabricar, como quien se lleva una bolsita de cosméticos miniatura, o como quien saluda al cielo, como si lo conociera, en cualquier punto del planeta. Pero no es así. El silencio no es una glorieta en un camino, desde donde puedes pararte a disfrutar del momento.

Se parece más a un río de corrientes violentas, encontradas y con rocas mal puestas.

Para eso escribo (también) : cierro los ojos y siento que soy un madero al que moja el silencio; el agua me lleva hacia donde nadie ha ido (¿será cierto, como reza el dicho, que ‘you can never see the same river twice?’). Como sea, sólo me queda dejarme ir.

Se siente tan bien dejarse ir.

El castillo

(Sin acentos)

Siento no poder subir fotos del Castillo de Bran (Flakes) por ahora, pero estoy en un cafe internet en Brasov, un pueblito a 20 km del timo ese que llaman el castillo de Dracula.

Cual castillo de Dracula inchis rumanos…desde que llegue me estan timando, son unos gandallas! Hoy que ya me regreso a la bella Budapest, hasta gracia me hace. De algo tienen que vivir, pienso. De chingarse al capitalista; porque aqui el capitalismo todavia es un tema de conversacion. A diferencia de los hungaros, estos batos solo tiene un par de decadas aprendiendo a hacer bizne de lo ajeno.

La mayoria de los autos en un pueblo pequenio como este son Renaults de los 70 y oh gran dios celestial, por fin se me hizo ver un Trabant circulando.

Me siento en Bolek y Lolek.

Decia que no puedo subir fotos (o cambiar el idioma del teclado y por tanto los acentos) por una razon organica, ilustracion elocuente de  la mayor parte de mi estancia en Rumania: en estas maquinas todavia funciona el Windows 98, son unos armatostes con ‘llave’ y lo mero bueno, no tienen entrada USB.

Ok.

Aca funciona un teleferico, fer christ sakes. Los ninios de 8 y 10 anios tienen una maldad a la vez terrible y tierna: fuman como chacuacos.

Las puertas de entrada a las casas son de madera, enormes, como de establo y cuando se ve que no paso por alli algun ‘camarada’ con billete, miembro del Partido, huelen a humedad y polilla.

Por fuera, por como esta planeada la ciudad, es exquisita. Tiene algo triste, algo de medieval, algo de oscuro.

Algo he aprendido en Europa del Este. Cuando el cielo dice ‘agua va’ no esta jugando: van tres veces que llego hecha una sopa (sopa como cuando nos mojabamos en sabado de gloria, con la cola mojada pa que me entiendan) a mi casita. Dos de esas veces he sentido verdadero miedo de que algo me ocurra bajo la lluvia y el aire. Una de esas veces, la tapa de un basurero me sirvio como escudo contra el granizo, que, no miento, eran rocas filosas que alcanzaron a dejarme algunos moretones en los brazos.

Asi de cabrona la lluvia y todo, pero sigue siendo verano. Ayer por la tarde hacian 30 grados, sudabamos como camellos en el castillo, subiendo escaleritas como imbeciles. Luego dormite (no se puede llamar ‘dormir’ a lo que he hecho en este viaje) y como por ahi de las 2 am los relampagos empezaron a recordarme donde estaba: you are in Transilvania, my friend, so start being scared. And I was.

Cayeron unos cuantos cerca, en el bosque circundante. Lo digo porque los oi (recuerdan eso de y retiembla en sus centros la tierra? pos el Bocanegra por ahi era transilvano) pero tambien los vi. Usssh. Ayyy cabron.  

Durante este genunino road trip he tenido tres casitas (bed & breakfast que les dicen, aunque la mayoria te queda a deber el breakfast), un hotel y un hostal de estudiante. He conocido gente muy generosa en todos lados. Ayer los seniores de Bran me invitaron un brandy baratito que diluyen con agua y que sabe como a bacardi con azucar y claro, pero of course que acepte. Hablabamos en todos los idiomas posibles, me hicieron reir, me calentaron un poquito el corazon que ya se me andaba enfriando con tanta pinche empapada.

Si. El sol sale a veces. Sale en cualquier parte del mundo, igual que ‘lo otro’ aquello que nos convierte tambien y por momentos en una especie hija de puta  (cuya pertenencia no me dejan olvidar estos ninios que se golpean, literalmente, mientras prenden un cigarro con la colilla del otro aqui en el cafe internet de Brasov).

Bien, sin fotos, sin USB, con un chingo de ganas de echarme unos tacos de biste… asi me despide Brasov. Manana salgo para Bucarest, una ciudad harto parecida a la Ciudad de Mexico, donde me recibio un hombre en la estacion de tren con aliento alcoholico, me arreglo el ticket del tren y me pidio propina… buena onda el rumanito. En Bucarest tomare el avion para Budapest, una noche mas y de regreso al monstruo que trae en la boca mi cama, mis gatos, mi oficina, mi rutina, mi terapia. Sobe todo estan mis cuates, mis bares, mis puestos de tacos, mis otros calzones (ejem, no calcule bien) y mi novio que es buenisimo para quitarmelos y mi herma que me va a reganar por no abrigarme lo suficiente.

Que mas quiere uno chinga.   

Ve y házlo

La gente necesita permiso.

En la revista electrónica Slate hay una sección donde la gringada pide consejos sobre moral y buenas costumbres. ‘Prudie’ (la sra. prudencia, pues) les contesta lo que deben hacer ante situaciones como fijar límites con un hermano cabrón que usa la culpa para hacer a la ‘preguntante’ enfermera de una mamá que nunca quiso. También puede indicar la mejor manera para decirle a un compañero de trabajo que te deje de ver las nalgas, o cómo decirle a un compañero de trabajo que por favor te las empiece a ver…

De querer tomar un pulso antropológico a la sociedad posmoderna, uno debería anotar sobre estos foros.

A mí me divierte muchísimo, sobre todo porque la tal ‘Prudie’ es conservadora como la chingada. (La chingada es ultra). Además me gusta comprobar esa teoría que por supuesto no es mía: no hay nada más estremecedor que darse cuenta de que eres libre.

Así que hoy, si a alguien lo necesita, tiene mi permiso para cagarla, ser mala gente, hacerle el feo a algo que sabe que debería gustarle, echar la hueva impunemente o sacarle la lengua a lo más sagrado en sus vidas.

Yo hago como que alguien más me lo dio y lo hago lo más seguido que puedo.