¡Ya tengo pasado!

Hoy saqué las últimas cajas de la mudanza de Las Águilas. 

Me tardé tres años en mudar todo mi inconsciente a esta casa blanca, luminosa, donde he sido al mismo tiempo desdichada y feliz de las maneras más agudas que recuerdo. 

Supongo que you gotta get in to get out, como decía ese hombre que se pintaba de plateado la cara. 

Algo encontré en las cajas que me dejó en shock (escribo esto desde esa sensación):

¡Toda mi vida he escrito! 

Tengo cuadernos y cuadernos y cuadernos (y hojitas y sobres y servilletas y agendas) llenas de poemas, ensayitos, cuentos y cartas literarias que le escribía a seres imaginarios pensando en comunicar aquella nueva verdad que aplastaba a la anterior. 

Parece mentira, pero en mi cabeza, doña Ira empezó a escribir a los 30 años. Me consideraba una diletante (algo que en cierto sentido, seguiré siendo hasta que me muera aunque por otras razones), una paracaidista que sólo recientemente y sin la menor dinastía se atrevía a pisar territorio literario. No tengo linaje, acabo de empezar, me decía. Ese linaje que sólo puede dar tener esta afición desde pequeño. Esa historia que cuentan los escritores famosos que devoran todo texto que cae en sus manos y la necesidad irrefrenable de platicar con él a través de la escritura.  

Yo no, pensaba. Yo nunca he sentido esa necesidad.

Y resulta querido blog… (pero a ti qué te cuento, pues), resulta que sí la tuve y la encerré. Ni siquiera me permitía recordarlo. Debe haber sido un encierro furioso, lleno de desdén, solitario y muy muy doloroso. 

Seguiremos informando. 

Larkin

Mis amigos Evelio y Argel tradujeron algunos poemas del poeta larger than life Philip Larkin que quiero compartir aquí. (Ahora que nadie me oye, creo que diré que me gusta, me encanta la maldita poesía y que si la vida me diera para tanto empezaría a escribirla).

Larkin es uno de esos observadores omniscientes que logra cambiar el sentido de cosas tan simples como observar un árbol. Si me preguntan, esa debe ser una de las mejores consignas de la poesía: transmutar la mirada.

Sin más, aquí va uno de sus poemas, en versión bilingüe, como me lo regalaron mis amigos:

The Trees

The trees are coming to leaf

Like something almost being said;

The recent buds relax and spread,

Their greenness is a kind of grief.

Is it that they are born again

And we grow old? No. the die too.

Their yearly trick of looking new

Is written down in rings of grain.

Yet still the unresting castles thresh

In fullgrown thickness every May.

Last year is dead, the seem to say,

Begin afresh, afresh, afresh.

Los árboles

Los árboles retoñan una vez más

como algo a punto de ser dicho,

las hojas nuevas se relajan, se abren,

su lozanía es una suerte de tristeza.

¿Acaso vuelven a nacer y nosotros

envejecemos? No, mueren también.

El truco anual de lucir como nuevos

está escrito en los anillos de su tronco.

Los infatigables castillos aún se desgranan

en la tupida madurez de cada mayo.

El último ciclo ha muerto, parecen decir,

y renacen verdes, verdes, verdes.

Científicos

Qué extraños los neurocientíficos, fisiólogos, biólogos, psiquiatras que hacen de las estadísticas una forma de buscar el origen y la cura de las enfermedades. Particularmente de los que quieren, con las mejores intenciones, curar la depresión. 

Leo este artículo en el NYT: “A New Focus on depression” y pienso en la ceguera. http://well.blogs.nytimes.com/2013/12/23/a-new-focus-on-depression/?_r=0 

Dicen que las drogas a veces no ayudan y no saben por qué. Que la gente recae no matter what y que están como locos buscando genes y circuitos neuronales que puedan ayudar al deprimido. 

Hablan de buscar en ratones que han sido (pobres) seleccionados por su alta tendencia a ponerse nerviosos. Peor: quieren que la droga se altamente eficaz, que haga efecto en menos de seis semanas, como los antidepresivos actuales. (Por aquello de que quieren salvar vidas como si se tratara de jitomates).

¿Estos tipos no tienen memoria? ¿No saben historia? ¿No conocen otra parte del ser humano que no sea el componente químico, fisiológico?

¿No lloran a sus muertos? ¿No conocen el abandono? ¿La Ausencia? ¿el fracaso?

¿No tienen amigos?

¿No ríen hasta llorar cuando algo los abruma?

¿Están hechos de puro cuerpo?

¿Nunca han leído poesía? ¿No saben de filosofía? ¿Ni siquiera Nietzsche ha podido asomarlos al abismo?

¿A new focus?

Las medicinas psiquiátricas funcionan hasta cierto punto pero no pueden ir separadas de todo lo demás que eres. Me da gusto que trabajen con ratitas. Ahora sean personas y piensen como personas. Y busquen el maldito foco de la depresión en otros lados, además del cerebro. Les quedan chingos de lugares. 

Morriña navideña

Época de comer y extrañar. (O quizás ¿comer porque uno extraña?)

Aquí van algunas cosas que les dedico a ustedes, los que extraño. Esta es mi botella y allá del otro lado, seguro están ustedes en la playa, esperando mi mensaje. O no. Estoy acá, poniendo links como idiota y oyendo canciones para mis orejas sin párpados. De cualquier forma, acá va. 

Para ti (porque todo el mundo ha querido ser Cristo alguna vez):

Para ti (porque bailabas, bailabas):

Para ti (porque con esta me acuerdo cuando me acordaba de ti):

Para ti (porque esta soy yo):

Para ti (para que un día me lleves contigo al trabajo, a cortar huesos):

https://www.youtube.com/watch?v=3bNY6XHRL40 y https://www.youtube.com/watch?v=l6Re0cXJkb0

Para ti (porque si yo tuviera una foto tuya…): 

Para ti (por cómo me viste esa vez): 

Para ti (porque ese túnel aún está ahí):

En fin. Yo sólo quería dejar todo eso aquí pues. 

 

 

Las frases que lo definen a uno

No hay como tener un hijo para enfrentarse a sus propias muletillas. Las ves respirar de nuevo en la boca de otra personita que realmente no les encuentra sentido, pero que se las apropia con descaro. Una de las mías es “a veces, uno tiene que…”

Por qué digo una cosa tan resignada, tan jodida y de cierta manera tan mal traducida del inglés al español, es un misterio. Equivale quizás al “sometimes, you just gotta…” y en otras ocasiones quiere decir “there comes a time in every man’s life…” una cita de Churchill nada menos, que viene de un amigo mío y que incluyo en ese el sentido redondo de ese “a veces”.

Lo digo porque hoy, tempranito, me puse a leer un cuento y no pude terminarlo. A la mitad lloré y lloré y lloré. Desee con fervor… por favor, por favor, por favor, que el protagonista pudiera salvar a una enferma mental antes de que todos los ferrocarrileros la violaran en hilerita otra vez.

Desee que el tipo ganara la pelea, que hubiera algo en su blancura y sus tetas chatas que le impusiera, como una orden, salir de ahí aullando, resoplando, corriendo con esa chica envuelta en una toalla, cubriendo su desnudez.

¿Cómo pudo hacerme esto el autor? ¿Cómo pudo desnudarme a mí en media cuartilla?

Y ahí fue que me acordé: “a veces uno tiene que…” A veces, uno tiene que agarrar el maldito toro por los cuernos y ponerse a trabajar una historia así. Llega un momento en la vida de todo hombre y de toda mujer que necesita empezar a contar las malditas historias que no pueden quedarse calladas. Las de la crueldad que se mezcla (¡siempre, me lleva el carajo, siempre!) con la humanidad más exquisita, la más amorosa, la única que sirve.

Quise de pronto ver una película o leer un cuento o una novela gráfica que contara la historia de estos dos: una chica a merced del  demonio que también tiene cola y por lo tanto es un pinche humano, como todos los demás.

¿Deberé escribirla?

Quizás sí.

Por cierto, el cuento ese que me tiene llorando se puede leer aquí. Aún no me doy el valor para terminar de leerlo. ¿Qué tal que no la pudo salvar? No sé si voy a poder con eso todo el día.

http://blogdetextos2013.blogspot.com.ar/2013/08/queria-taparla-con-algo-jorge-accame.html

The Counselor

Escribí un post el domingo sobre esta película pero se borró.

Ahora no sé si diré lo mismo. Vi esta película con guión de Cormac McCarthy y salí preguntándome por qué madres no le gustó a nadie. ¿Son los diálogos pesados, como de novela teatralizada que les parecieron imperdonables? ¿Los bits and pieces dramáticos de alguna forma desligados o con eslabones tan largos que se necesitaba alguien con experiencia en coser filigrana para notar las uniones?

Esta vez no coincido con ninguno de los críticos que frecuento, ni mexicanos, ni gringos, ni ingleses. Esta vez también es la primera en que eso no cambia, ni tantito, mi forma de ver esta película.

Es más: cada vez que leo una falla la considero un punto a celebrar.

(Spoiler alert)

Aquí un ejemplo:

The narrative pings around as meaninglessly and entertainingly as a pinball machine at first, but the comic timing feels off, without the finish of Christopher McQuarrie’s The Usual Suspects or, say, Tarantino’s version of Elmore Leonard in Jackie Brown. McCarthy woefully runs out of ideas before the end of this long film, especially as far as poor Laura is concerned. (en The Guardian) http://www.theguardian.com/film/2013/nov/14/the-counsellor-review

Un pinball narrativo es exactamente lo que yo necesito para mantenerme atenta. Ese storytelling que te lo tiene ya hecho como una línea de pólvora que al final explota sin remedio me tiene cansada, absolutamente agotada. Ustedes críticos (mexicanos) y su puta “solvencia narrativa” pueden ir a ver televisión si gustan.

El “comic timing” está malogrado, claro, porque los personajes no están en farsa cómica, sino en farsa trágica. Están aumentados, caricaturizados, pero no tienden hacia la histeria (tan recurrente hoy), sino hacia el expresionismo: son farsa porque queremos ver las altas sombras que los persiguen. Como en Nosferatu de Murnau, el efecto de terror nos lo dará aquello que viene detrás del personaje, no sus tristes camisas de colores.

Que no se parece a The Usual Suspects o a Jackie Brown, pfff. Ni siquiera voy a comentar sobre ese lamentable momento en que al crítico se le acabaron las palabras.

Más importante es que el británico piense que a Cormac McCarthy se le hayan acabado las ideas cuando hace que Laura sea remolcada por una pala mecánica hacia los tiraderos de basura. ¿Se le acabaron las ideas? ¿Más o menos cómo qué cree que les pasa a las chicas que matan por allá?

Los menos avezados preguntan, ay chiquillos: ¿Qué pasó y por qué? Con la cantidad de gente que no sabe leer entre líneas lo que hacen sus gobiernos, no me extraña. Quizás ésta sea una película para gente culta, capaz de seguir un texto muy difícil, quizás capaz de leer poesía sin preguntarse ¿qué significa? ¿qué pasó y para qué? So be it.

Hay varios diálogos capaces de separar el agua de la tierra. Momentos como en el que Malkina ve correr a los cheetahs, en los que, como un gato se masturba con el auto de Bardem, no para shockear al público sino para shockear a Bardem y tenerlo siempre listo para engullirlo. Hay momentos que se notan escritos con calma para que el director lo filme con calma. El tipo que matará al motociclista se toma lo que parece una eternidad en colocar un cable que rebanará una cabeza de tajo. Eso es mucho más violento y sagaz que todas las películas del Tarantino. Pero es una violencia para adultos y en este mundo adolescente, le toca muy poco.

Qué bueno que Syd Field les dijo cuántos momentos narrativos debe tener un guión, cómo deben conectarse las causas y consecuencias de una historia… ahora por favor, olvídenlo y pónganse a escribir algo propio, que cambie un poquito el curso del contar historias. McCarthy, con los tamaños que lo caracterizan, lo hizo a los 80.

¿Será que podamos ver esta película con ojos menos adolescentes (la edad en la que es uno más viejo)?

Lo automático

¿Es poesía si alguien me puso un número de palabras limitado para que yo las ordenara?

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¿Esos ojos que se empequeñecen cuando piensan en memorizar secretos son míos?Image

¿Esa persona que se va a titular, con una camisa y un saco de un material parecido a la terlenka que le prestaron en el estudio fotográfico soy yo? ¿Hace cuanto que no veo esa nariz, esos ojos chispeaditos detrás del camuflaje de mis cansancios y mi chinos?

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Ordenar un poco las palabras y las imágenes que ya están allí. Eso es sobrevivir. Y sobrevivir se hace mejor escribiendo. 

 

Chupa sangre

Pensaba ¿por qué es la literatura tan sanguijuela? Malditos escritores, o sea yo, pegados a alguien, sirviéndonos la sangre del otro para subsistir económica y emocionalmente. Otros tipos como los médicos o los ingenieros suelen ser más independientes. Ninguno va por la vida pensando que “su obra” es más importante que llevar lana a la casa. 

Pero es que no tengo 80 años ni escribo cono Cormac McCarthy. Dicen que el señor se mantuvo pobre y se dejó mantener por su primer mujer (e hijo) todo lo que pudo hasta que aprendió a ser buen escritor. Luego, claro, la mujer lo mandó a la goma.

Ahora tiene una mucho más joven y un hijo adolescente a quienes por fin les toca un tarrito de miel de Cormac. Para mí, este señor es quizás el mejor escritor norteamericano vivo. ¿Pero es que la literatura, especialmente la GRAN literatura, necesita ser así?

Hay muchos ejemplos de pilares detrás de un escritor sanguijueloso: Vera Nabokov era al mismo tiempo chofer, secretaria mecanógrafa, guardaespaldas (cargaba siempre una pistola para proteger a su marido), primera lectora y traductora al ruso de Vladimir. Seguramente también saciaba sus necesidades emocionales, estoy segura. 

Valerie Eliot y Sonia Orwell servían muy bien como copistas y perros guardianes de sus T. S. y George, respectivamente. No dejaban que ningún periodista se le acercara a su esposo y cuando murieron fueron las encargadas de quemar cartas personales y demás.

El ejemplo mexicano es aún más cruel:  ya sabemos cómo le fue a Elena Garro cuando quiso escribir (mejores) novelas que nuestro laureado Paz.

A veces, cuando me siento a escribir esta historia tradicional siglo-XXtera de chico neurótico conoce chica imposible me preguntó para qué demonios.

Si estoy haciendo buen uso, no sólo de mi tiempo, sino del de los demás. Mis copistas imaginarios, mis primeros lectores, mis pilares emocionales, mi guardianes. 

 

 

With a little help from José Carlos Becerra

A estas horas de la mañana (que bien podría ser mi noche) no hay nada que me consuele. Hay trabajo, hay trajín. Luego: pensar en la comedia de la media tarde: cocinar, dejar hirviendo, hilvanar los ánimos durante horas antes que anochezca y empiece de nuevo.

Con el estado que me cargo, lo mejor es preguntarle a José Carlos Becerra qué piensa. Abro una página de El Otoño recorre las islas y encuentro eso que necesito para hilvanar fino y no olvidar. Ese libro y yo somos los mejores amigos. Siempre está allí, dispuesto a aclararme lo que pienso.

Aquí un ejemplo:

Te detuviste a desear aquello que mirabas,

te detuviste a inventar aquello que mirabas,

pero no estabas detenido, lo que mirabas agitaba tu propio pañuelo

Algo de eso comprendiste,

desconfiabas de tu deseo, pero era la saliva la que brillaba en los dientes de tu deseo,

eras tú esa masa pastosa que alguien masticaba

pero que iba siempre a parar a tu estómago,

era tuya la mano con que te decían adiós

y era tuyo el pañuelo.

Puedes fingir que estás fingiendo, puedes simular que eres tú,

que es tu deseo y no tu olvido tu verdadero cómplice, que tu olvido es el invitado que envenenaste

la noche que cenaron juntos.

Puedes decir lo que quieras, eso será la verdad

aunque no puedas ni puedan tocarla.