Kreativ Blogger Awards y otras drogas

Primero lo primero: pocos NO saben cuánto quiero y admiro a Ernesto Priego, por lo que entenderán cuán sorprendida y honrada estoy de aparecer en su lista de Kreativ Blogger Awards. Según el ¿tag? ¿meme? (¿cómo se dice en estas fechas?) el award me hace merecedora además de listar siete cosas que me gustan sin un orden particular.
Lo hago tarde, pues tarde estoy llegando a todo. (Últimamente me siento como un personajito de Beckett, de esos que entran a escena cuando  ya toda esperanza ha salido de ella). En fin. Amo y agradezco esta pequeña invitación a la indulgencia y me limito, como antes lo hizo mi sabio carnalito en tierras londinenses, a listar cosas que me gustan y no personas:

-Me gusta cómo me queda el pelo cuando aún está húmedo y hago el amor. Esas vueltas por la cama terminan de secarlo y le dan toda la onda.

-Me gusta cómo los animales hacen caras. Mi gata es un obvio ejemplo: se ríe o se enoja si me burlo cuando se cae de la cama. A veces me deja de hablar durante horas. También he visto perros callejeros pasar junto otros; mirándolos apenas con el rabillo del ojo para cerciorarse si no están pisando un campo minado de territorialidad. Ah, y mi perra pega unas carcajadas entrañables cuando juego con ella. Neto, neto.

-Me gusta tenerle ganas a un libro, mirarlo en el estante y decirle “un sábado de estos, cabrón, un sábado de estos”. Aunque si es un cómic no resisto mucho tiempo: es como tener un libro enfrente, pero encuerado.

-La angustia de regresar a la escuela. Comprar un cuaderno nuevo para las materias, sentarme dos horas a oír algo que no genera dinero.

-Mis clases de portugués. No tengo idea de por qué tardé tanto en regresar a los idiomas.

-Los calamares en Madrid.

-Cuando sueño como si estuviera filmando una película. Mejor aún cuando sueño que voy junto a Fellini y es él quien filma mi sueño. (Aunque eso sólo ha pasado una vez y casi me deprime pensar que tuve que despertar).
Se supone que tengo que nombrar siete blogueros a pasar el Blog Award, pero yo digo que ustedes ya saben quiénes son.
***

En términos blogueros, me parece que he retrasado este post doscientos años, aunque sólo tardé unos días.
Se sabe lo profundo del golpe de conciencia por la fuerza narrativa con la que transcurre el tiempo.

Viajar es también probar de muchos peyotes, varias mezcalinas: la que segrega uno mismo en las caminatas interminables; la que fluye de esas caras raras, donde es más difícil reconocerse; la droga que se alimenta de idiomas extraños (griego, italogriego y maltés –una cosa oh so weird que tiene elementos de árabe con inglés y francés–me ha tocado oír la última semana); el peyote de las cosas dichas con prisa, los malentendidos y los nuevos significados.
Y no es retórica ni ganas de endulzar oídos: de todos los sitios posibles, jamás se me habría ocurrido, por ejemplo, que justamente en Atenas, me dijeran que ‘perro’ se dice ‘esquilo’ (o eso entendí y miren que lo pregunté varias veces) o que al intentar comentar de Sócrates me dijeran que claro que lo conocían, que era una calle y que con gusto me la señalaban en el mapa. (Claro que le pregunté a un cocinero, but still…)
Cosas que uno va a escuchar al otro lado del mundo. (Tierra Media, medi-terránea, llena de monstruos y villas quietas).
Un par de días antes, en Madrid, lloré dos veces en el barrió de Lavapiés con espectáculos de circo-vaudeville-clown callejero. Otra mezcalina, otro idioma, el del silencio y las caras pintadas de blanco que aún no puedo olvidar.

No sabía tampoco que las mulas en la isla de Santorini (en territorio griego pero muy cercano ya a Italia) fueran tan pinches mulas y se te restregaran ‘de-a-propósito’ para ver si te tiran por esas escaleras que bien podrían ser un barranco.
Y Malta, bueno, Malta es hasta hoy la mezcalina más duradera de este viaje. Nadie me lo va a creer, pero la diminuta ciudad amurallada que aún guarda el centro histórico, Valleta, (más al estilo árabe que al estilo francés) es absolutamente hermosa. Ya postearé algunas fotos cuando tenga una conexión de Internet adecuada.

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Dos breves maltesas, nomás por no dejar:

-un perrito maltés de a devis cuesta la friolera de 1600 euros.

-los verdaderos halcones malteses fueron un pago del gobernador o ‘contramaestre’ al rey o virrey español (en una de tantas y tan diversas ocupaciones del archipiélago maltés que se acerca quizás a Polonia en interés extranjero por su ubicación estratégica) para que los dejaran en paz y pudieran gobernarse solos. Un enorme pájaro entrenado: eso costó alguna vez la autonomía.

Supongo (porque ahora no podré googlearlo) que en la película y en la novela se habla de una evolución a reproducción escultórica del mismo animal, la reliquia de una ofrenda.
En fin.

Espero no estar aburriendo a Bozo.

(Por cierto ¿habrá muchas diferencias de mis posts cuando los escribo offline y luego sólo me conecto para el copypaste en WordPress? Intuyo que sí, pero no sé por dónde…)

Jueves de extrospección

La realidad anda pegadora.

Hoy nos amanecimos con que nuestro Carlitos Slim (de casi 70 años ya, chiquillo) adquirió una participación nada despreciable de acciones en el diario The New York Times. Lo que uno se pregunta es: ¿como pá qué? Nunca subestime ud. la vanidad de un millonario. Igual quiere formar opinión, un legado. Vaya ud a saber qué pretende.

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Ya no sabe uno. La onda de la violencia y la contra violencia es un tema delicado. Recibo al menos un mail al día avisándome que “no me pare en los retenes de la ciudad porque son falsos”, que “no me oponga al asalto con pistola porque me pueden matar” (daaaa!) “que no me ponga al brinco porque estos son los malos y aquí no hay ley”.

Otros mails tratan el delicado contrapunto al tema de la seguridad: hablan del estado de excepción (aquí el fragmento de uno muy sesudo, de Salvador Rivera):

Un señor de nombre Giorgio y apellido Agamben asegura que: en la casi totalidad de las así llamadas “democracias occidentales” , la declaración formal de Estado de Excepción ha sido sustituida por una generalización sin precedentes del paradigma de la “Seguridad”. Desde esta lógica el clamor de “Más Seguridad” debería ser re-codificado entonces, en su contenido auténtico, es su acepción original: “¡Impongamos Estado de Excepción!” (véase, por ejemplo, el articulo de Néstor de Buen: “¿Guerra Civil?” en La Jornada del 31 de agosto, 2008) . Cuando Marcelo Ebrard, Ulises Ruiz, Mario Marín…y Felipe Calderón ponen en el centro de sus respectivos programas y acciones de gobierno la expansión de los dispositivos policíacos, lo que en realidad hacen no es, desde luego, procurar el bienestar común
por conducto de la consagración del Derecho sino que, por el contrario, suspender toda normatividad jurídica con el objeto de aplicar La Ley . Pero ¿Qué Ley es ésta que pretende ser aplicada por conducto, precisamente, de su propia suspensión?: Esta Ley es La Ley de la Necesidad… La ley que asegure la acumulación capitalista agran escala por medio de la violencia extra-legal.

La cosa se está poniendo de la chingada, pues.

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Y hablando de estados de excepción, por otro lado estalla el asunto de las becas del Fonca, un escándalo que llega con algunos sexenios de atraso porque desde que yo recuerdo, las cosas siempre han sido así: es más fácil que te la den si conoces a uno o varios de los jurados. No importan mucho tus credenciales creativas, tu trayectoria o la seriedad ante tu propia obra; importa que te ubiquen. Así ocurre también en Imcine, en Conacyt y  en cualquier otra instancia culturosa mexicana: somos profundamente príistas, estamos acostumbrados a charolear. El tráfico de influencia es nuestra onda, lo mamamos a edades tempranas.

Yo tomé clases de dramaturgia con la ahora letra-escarlateada Ximena Escalante. No podría hablar mal de ella: recuerdo su generosidad con los integrantes del Laboratorio. La conozco y sé que este desmadre se lo va a sacudir del hombro como pelusita. Una vez le dije que era la soberbia con patas. Y lo es. Supongo que estará en su casa pensando de qué forma ‘no los va a pelar’. Hijoos, ess el diablo esa mujer.

Lo que pasa es que a Ximena nadie le puede decir que vive de ser jurado o de hacer gestión política: es creadora en activo con una o dos obras estrenadas cada año desde hace al menos tres y eso tiene que valer de algo. No puedo decir lo mismo de todos los jurados.

Eso no significa que el escandalito es en vano. La única forma en que el Fonca y en todos los demás culturo-providers practique algo parecido a la transparencia es a periodicazos (somos priístas, qué se le va a hacer).

Pero aquí creo indispensable dejar de echarle tierra a las personas envueltas en estos abismos de libertad montessori donde nadie sabe y nadie supo y buscar que la dependencia plante bases de transparencia para que esto no siga ocurriendo.

Ahorita saltaron los dramaturgos (que soon, hijos del diablo…tooodos) pero igual podrían hacerlo los novelistas y hasta los de lenguas indígenas. En todos los ramos está igual.

*Aclaro que nunca fui jóvena-creadora aunque respeto a todo aquél que sí lo fue. Ocurrió que yo nunca encontré el tiempo para  postular. Sentía que la precariedad económica (en mi caso particular) no se podía paliar con ‘una bequita’. Pensaba ‘se termina la beca ¿y lueeego?’ Preferí hacerme de un oficio on the side y esas cosas. No sé si me arrepiento… Lo que sé es que una vez que te la dan, como a mi amigo Ernesto y te mandan a vivir al segundo lugar más caro del mundo, declarar que no te la renuevan por “falta de trascendencia” (trascendencia que ellos confirmaron tan solo un par de años atrás) es, al menos, una hijodeputez.

Yo soy Batman, pero no ese Batman

¿A quién puede gustarle la idea de ser el Batman de Christopher Nolan? No no. Yo soy el de Moore (I wish). En una de esas (en mis más adictivas y autodestructivas épocas) soy el de Grant Morrison o el de Frank Miller.

Muy guapo muy guapo (¡chiquito!), muy American Psycho, muy carita bronceada y perfecta, pero a Nolan se le olvida que Batman es (y uno es cómo es, ni pa dónde hacerse) un verdadero hijoeputa. Es justamente su condición hijoeputesca lo que le permite a) lidiar con otros del calibre b) lidiar con ese dolor subyacente de ser un príncipe caído -en donde a) y b) son causa y consecuencia, se entiende-. Muy à la Lucifer Morningstar.

Batman es también Hamlet. Lo mueve el dolor, la soberbia, la mordacidad y en última instancia, la duda. ¿Existe tal cosa como una elección personal?

Estoy segura de que Nolan leyó los cómics. ¿Entonces por qué se le escapa este héroe cansado, doloroso y ojete? Un héroe que se ríe de sí mismo cada vez que puede, que se sabe pareja eterna de quien también se sabe archiantagonista. Bueno, no todos pueden ser Moore.

Lo que me parece es que a Nolan no se le escapó nada. Deliberadamente lo dejó fuera porque quería que su película hablara de cómo se vive el terrorismo en el corazón de los conejitos espantados. (¿No es el Joker un novísimo malo, de esos que la sociedad norteamericana no sabe cómo tratar, un malo sin raíces en el barrio ni disposición para los tratos como la hyperglamorizada Cosa Nostra?). La falta de sentido del humor en The Dark Knight se debe, creo, a que uno no puede hablar de terrorismo y atreverse a lanzar ni media broma.

Christopher Nolan es un buen director de explosiones, un excelente director de actores, sabe enredar  la trama como pocos, escoge bien sus paletas de colores, sus locaciones (fantástica elección la ciudad de Chicago como Gotham City. NY era un miscast), pero su dramaturgia deja mucho que desear. Desde mi punto de vista, dramaturgo es aquél que se sabe manchar las manos. No todos pueden ser Moore.

…bueno bueno. Ya la vi dos veces. Y la volvería a ver, qué caray. Tampoco se me va a quitar lo fan nomás porque a Nolan le estorba la realidad.

Ni modo.

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Por otro lado…¡cómo te fuiste a morir, chingado!

Nada de que el papel te movió tanto que te dio por el suicidio. Te metiste un chingo de pastilla de prescripción médica por imbécil, ¡pero qué bello y qué talentoso imbécil, caray!

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Antes de irme quiero sintonizarme con mi admirado Ernesto Priego a quien le rechazaron una renovación de su beca de doctorado. Tal vez en el Fonca no lo sepan, seguro ni les importa, pero le están negando la beca a una de las mentes más brillantes de su generación.

Recuerdo cuando quise hacer mi tesis sobre un cómic. Cursaba la carrera en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en Ciudad Universitaria.

Fui con un maestro, hoy director de la Facultad, doctorado en Semiótica por la Sorbona de París. Cuando le conté mis planes de tesis me preguntó para qué le serviría al mundo analizar el discurso de un cómic. ¿Crees que valga la pena? ¿No sería más honroso dedicar tu tiempo a otro tipo de análisis?

Terca y necia, unos meses después me metí a un curso de ‘apreciación de la historieta’ en esa misma facultad. El tipo sólo conocía a Rius. Hasta Mafalda (no se diga Moore ¿Moore, quién es ese?) le parecía un  rollo “extranjerizante” “Lo importante es reconocernos en nuestras propias expresiones artísticas”. Aaaargh. Un maestro de la FCPyS de la UNAM. (Ok, yo sé que en Filosofía y Letras hay otras perspectivas, pero eso fue lo que me tocó a mí). Recuerdo que le dije, con mi natural soberbia, que él sabía de cómics lo que yo sabía de tocar el trombón. Se enojó mucho y me corrió. (Je. Con esa cabeza tapada, seguirá, a la fecha, sabiendo -y enseñando que es peor- lo mismo de cómics que yo de trombón).

Por suerte y a diferencia del maestro egresado de la Sorbona, Ernesto Priego cree que los cómics, como cualquier otra expresión profunda de humanidad, valen la pena de ser analizados, poetizados, reconocidos, estudiados.

¿De verdad en el Fonca creen que los Ernestos Priegos no son necesarios?

No sé cómo, pero confío en que Ernesto terminará. Pero ¿había que ponérsela tan difícil, con una y dos?

Londres 5.- Dónde analizo mi falta de posteo

Ella me dijo: registra lo que sientas en Londres, ésa será la forma en que te comportas cuando un sueño se te hace realidad.

Justamente. Estoy paralizada.

Por ejemplo, ahora, Ernesto y yo estamos en una suerte de parallel blog contest. Es casi la una de la mañana, pero ambos claveles llegamos a la compu, a revisar nuestros mails, a registrar lo que se dijo y lo que ocurrió en esta jornada de 13 horas. No sé qué haga él… ah si, creo que lee un blog, pero yo por fin me animo a postear.

Entonces estoy viviendo un sueño añejo y eso me paraliza. Quizás he cambiado mucho desde que formulé este deseo; quizás haga falta formular otros más ambiciosos.

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Hoy tuve tiempo de estar conmigo. ¡Al fin! ¡Cómo me extrañaba! Dirán que soy soberbia, pero a veces me necesito callada, concentrada, con el foco dentro de mí.

Es así, callada, cuando logro escuchar cosas como un españolete preguntar si, lo que A LEGUAS se ve que es un familiar de los caninos y en inglés tiene un inmenso letrero que dice DOG, es en realidad un CABALLO.

Amo a los baturros. Sueltan lo que piensan sin el menor recato.

Luego preguntó en las momificaciones egipcias si ese era un gato. Lo quise mucho. “Dice aquí que es un Equis Rai de un mumifikin cat… aah, si estos lo pensaban todo! !También hacían momia al gato!”

No es gran cosa, pero me dio risa y nomás puedo oír esas cosas cuando estoy en silencio.

Hoy en el British Museum descubrí que lo que más me gusta de ir a los museos es ver gente.

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Otra cosa que escuché hoy fue a Ernesto. Habíamos tomado chelas en los pubs, habíamos caminado hasta su casa, habíamos presenciado uno de los mejores conciertos que he visto en mi vida, pero hasta hoy encontré que era un tipo realmente recto y decidido. Con un extraño amor por la humanidad, amor sincero por toda ella y preocupación por su devenir.

Digo, es cierto que aunque fuera un roto del alma y un mezquino quizás tendría parte de mi corazón, pero qué bueno que no es así.

Sobre Rimbaud y los rants: por fin, ¿semos o no semos?

Rimbaud es el poeta del que siempre me quedo con hambre.

Es un cabrón que me saca, que me exprime antes de ponerme en un estado de cinismo triste.

Pobre Verlaine. Nunca supo qué le pegó.

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Me gusta que los blogs sean diálogo. Dearest Ernesto lanzó uno de sus rants acá. Es curioso pero aquellos que lo conocen al menos un poco (myself included) sabrán que se trata de un rant bastante contenido, incluso cordial. Su capacidad para aborrecer la fealdad o la estupidez es casi mítica.

De la rabia ocasional, lo que importa es el sedimento. De las respuestas a ese rant le sobrevino a Ernesto un post en español (con eñe), que sobrepasa, creo, la temporalidad: se trata de una de las declaraciones más hermosas de amor a la escritura que he leído nunca.

Ernesto propone que la escritura no sea un medio, sino un fin. “…no un proceso para lograr una meta (un libro, un concurso, un premio, un dinero, algún tipo de reconocimiento público), sino un destino aparentemente incambiable, el devenir mismo.”

Me permito quitarme el sombrero además ante una suerte de declaración de principios:
“En mi escritura mediocre, diletante, nunca terminada, revelo y me revelo partes de mí mismo.”

Puf. Eso dice el escritor.

Como cuate, además le da comezón en lugares donde yo me estoy rascando:

“Sería trabajo de psicoanálisis extenso descubrir por qué un par de libros, que podrían considerarse listos para ser publicados, siguen inéditos en un oscuro lugar de mi computadora.”

Mariana, la maravilla de analista que tengo (quien además de tener una maestría en corchoanálisis winicottiano es guionista y cineasta porque según sus propias palabras “una sola cosa, a veces no es suficiente”) me pregunta muy seguido por qué escribo.

Cuando uno se quiere adornar es más fácil contestar esta pregunta.

Cuando se ve al techo en un pinche diván y no hay ni pa dónde hacerse (porque hacerse para otro lado sería producto del improductivo autoengaño) la respuesta se tropieza donde una vez los dedos sintieron un teclado (casi no escribo a mano) o por donde a uno le gustan los hombres o por donde a uno le duele la muerte de la madre.

La respuesta más torpe que le he dado a Mariana, si bien la menos tramposa es la siguiente: “Escribo para descubrir lo que realmente pienso”.

Así que publicar, entrarle al circuito comercial, seguir las recomendaciones de Sada de ‘mantenerse en el circuito comercial’ (whatever the fuck that is supposed to imply) o del bienintencionado Bef, son recomendaciones muy útiles (sin ánimo mamón o suficiente) pero a la luz de lo otro, parecen en todo caso, secundarias.

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Antes hablaba de Rimbaud porque ahora mismo leo su biografía. Hoy por la mañana, antes de echar a andar la máquina de ‘me tengo que ir a trabajar’, me quedé acostada, sintiendo una admiración y una envidia inmensa hacia el niño prodigio, ese cabrón cínico punk de mierda que entendió cosas a los 19 años que yo sigo sin comprender del todo (aunque la envidia viene precisamente del atisbo, eso que uno intuye: “todavía no entiendo, pero el muy cabrón tiene verdad”).

Pinchi Rimbaud odioso.

Pienso también en el Rimbaud que dejó de escribir. En el que sólo publicó un libro que costaba ‘un franc’, de cómo las cosas eran distintas antes de la Segunda Guerra Mundial.

O cómo escribir siempre ha sido lo mismo: amigos que te leen, amigos que te aman o te odian, fantasmas que nunca se van. Soledades compartidas y suerte. Mucha suerte.

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A la pregunta del título respondo con cinismo triste, prestado del gran Arthur: a güevo que semos ¿o qué chingados?

Celebrating (pochito post) *tres toros tres*

A veces me gusta ser yo. Me gustan mis cuates. I like them, pues, de que me caen bien, no de que me gustan-me-excitan, aunque igual uno que otro quien sabe… Una se reconoce cuerpo, cómo madres no.

(No me gustan todos todo el tiempo, vamos. También conozco gente a la que adoro pero que tiene una postura -política- ante la vida que me parece irreflexiva y simplona…¿No les caga darse cuenta que tienen un amigo tan conservador que ni siquiera se percata de ello? ¿Qué pedo con la conversión a buenas conciencias que nos ha dado últimamente? ¿A qué horas los 30 y something nos pegaron de a gacho? Y lo digo por tres amigos, no sólo por el que están pensando.)

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1.

Decía que mis amigos me caen re bien porque hacen cosas super ultra hi fi plus con tres monedas y una cuerda.

Por ejemplo este, que de unas pinchis fotitos que yo postié en la semana (que realmente ni estaban tan chics) él encontró algo bellísimo:

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Se llama Ernesto y ya tiene una recámara con dos cajones para calcetines y calzones en mi blog/corazón. Tienen que seguir su bló, porque trae varias de estas joyitas gráficas, aunque inspiradas en otras imágenes. Dice que las ‘roba’, pero creo que las re-crea.

Ay si, tú. Muy pinchi semiótica.  

(Bueno, me tiene conmovida, qué quieren.)

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2.

Otro de mis cuates se llama Benjamín Torres Towers y con él tengo historias viejas y privadas. TOP SECRET.

Otro día las cuento, hoy no puedo porque me encuentro ‘trabajando’ en una sala de prensa en Madrid, España (cubriendo la feria de arte ARCO ¿no les dije?). No me da tiempo.

La neta iba a decir ‘la madre patria’ pero me re-caga la gente que usa este término para referirse a España. ¿Madre de quién? ¡No mamen!

La onda es que jooooo, como dicen estos vatos, el Benja la hizo bien y es uno de los pocos artistas mexicanos que este año se pudieron colar en ARCO.

Es la neta el pinche chaparro. Buen artista, pero además re listillo para eso de la conceptualización de sus obras.

Total, que cuando yo anduve con Benjamín (no que no les contabas güey) hace 10 años, el chaparrillo apenas empezaba. Era un artista ‘en ciernes’. Es decir, tenía grandes problemas de credibilidad, sobre todo donde el artista suele tener grandes problemas de credibilidad: en su propia casa.

A su papá, por ejemplo, le parecía que estaba usando su cuarto para producir, y cito chale, cómo me caga la gente que dice “y cito”: “basura incomprensible”. Un día le dijo que nunca iba a poder vivir de eso y que lo que hacía ni siquiera podía considerarse arte. “¿Por qué no pintas un cuadro, como la gente normal?”, le espetó.

Total (ahora si, total) que yo aguantaba vara con mi chaparrito, no porque yo fuera la gran visionaria y supiera nada de arte, sino porque pensaba que esa basura incomprensible era lo único que lo hacía realmente feliz. Me acuerdo que le dije: “Tú síguele, chingá. Igual somos teachers pobres el resto de nuestras vidas, pero ¿estás dispuesto a no volver a pensar en arte, estás dispuesto a convertirte en espectador?” Nel.

Yo tampoco, le dije.

Me caga ser extra de mi propia vida.

Así que aquí estamos (10 años después de que Benjamín se negó a pintar un óleo o una acuarela, ‘como la  gente decente’ ) juntos en Madrid por azares del pinchurriento destino que a veces se porta lindo conmigo.

Juntos haciendo lo que teníamos que hacer: mandar al diablo a quienes les pareciera incomprensible.

Acá algunas fotos de su obra (que luego comentaré con más calmilla):

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3. 

Yet another one I like very much-a es el Témoris. Es un periodista fantástico, de esos que todavía creen en el oficio (no como yo, que me caga el periodismo m’anque viva de’l).

Este travelling journalist llegó hace unos meses de un viaje de dos largos años por el continente más pobre del mundo (me cagan los eufemismos).

En una de esas ni la cuenta: casi se nos muere de una infección de hígado en Tanzania. In the middle of fucking nowhere, pa que nos hacemos mensos. 

Algo tiene que hacer todavía acá, porque después de estar internado unas semanas en el middle of lo que les digo, regresó.

Ahora tiene un blog personal, con mucho texto y muchas fotos de sus viajes. Se llama temorisblog en wordpress, ahí ta.

Andrei

Tengo un amigo lúcido que acaba de cumplir 25 años. Lo envidio porque se atreve a decir cosas que todos pensamos, más o menos, pero él quiere decirlas mejor y a veces lo consigue, con una naturalidad que encabrona.

No siempre lo envidio; a decir verdad, debe ser muy complicado ser tan lúcido y tener tan pocos años. Es decir, estar todavía en esa edad donde tu agenda incluye encontrar quién te quiera y a quién quieres y esas cosas que en realidad sigues haciendo el resto de tu vida pero que más grande has incorporado a tu personalidad y ya no tienes ni que pensar en ellas, sino sufrir sus consecuencias.

No siempre lo envidio porque a veces lo tengo enfrente y me toca compartir su persona y vemos el futbol como si estuviéramos leyendo una novela oscura juntos o comemos como si tuviéramos a Vila-Matas por ahí rondando nuestra mesa, envidioso de lo que pudiéramos decir de él. También bebemos cervezas como si…estuviéramos bebiendo cervezas y es re divertido.

Andrei escribió algo interesante sobre un sueño pacheco y el futuro de la literatura (y el blog) acá. Lo escribió tal vez como regalo de cumpleaños a sí mismo.

Me parecio importante señalar ese texto, porque cada vez veo menos blogs posmodernos que deconstruyen el papel del blog en el universo de las letras.

Ernesto lo hace a cada rato, pero ya sabemos cómo es él.

No creo que me toque comprobar el futuro del libro, el fin de la novela y esos otros eventos apocalípticos, pero ¿desde cuando necesitamos que algo sea tangible para escribir del tema?

Felicidades, intangible.

Hablan los muertos

Hay días que los muertos no callan hasta que uno reacciona.

Es mejor que hablen, por cierto.

Si el ‘medium’ es además un amigo tan listo que lloras, tanto mejor.

Ayer recordaba cómo se consuela uno de niño, cómo somos nuestro único pañuelo posible después de llorar. Cansados de desear (juguetes, la atención de papá, a otros niños), moquientos, con ojitos entrecerrados y cara de incomprendidos nos encerramos en el baño. En ese momento creemos que es para odiar discrecionalmente a los demás, pero el odio se olvida pronto, olvidamos lo que deséabamos y alzamos la cara al espejo para hacer muecas. Es la primera vez que uno se cae bien solito.

Es la primera vez que se hace humor, la primera vez que descubrimos el placer de las cosas futiles. El rito del consuelo propio es semilla de notas musicales y de versos, hervidero de fórmulas químicas y gestos de generosidad.

También allí comienza el dolor… ‘De todosmodosjuantellamas’.

Pues bien, ayer pensaba en eso y cuando revisé mi correo me desarmó un muerto, me dijo “arriba las manos”, me llenó de orgullo y de amor por los demás. El nombre del muerto importa, pero no tanto como el medium del que hablaba unos renglones arriba. El EP revivió a Herr Doktor para nosotros y no quise que nadie se lo perdiera. El medium dijo esto ayer:

El téorico del consuelo: (copiado a mano de su propio librito por Yours Truly, nomás porque eres tú)

“The life imposed on us is too hard for us to bear: it brings too much pain, too many disappointments, too many insoluble problems. If we are to endure it we cannot do without paliative measures. (As Theodor Fontane told us, it is impossible without additional help). Of such measures there are perhaps three kinds: powerful distractions, which cause us to make light our misery, substitutive satisfactions, which diminish it, and intoxicants, which anaesthesize us to it. Something of this sort is indispensable. Voltaire has distractions in mind when he ends his Candide with the advice that one should cultivate one’s garden; another such distraction is scholarly activity. Substitutive satisfactions, such as art affords, are illussions that contrast with reality, but they are not, for this reasons, any less effective psychically, thanks to the role that the imagination has assumed in mental life. [el énfasis es mío]
-Herr Doktor Sigmund Freud, “Civilization and Its Discontents”, 1930.

(Lo pongo para aquellos que no revisan los comments, era imposible perderse éste).

Luego revisé y el buen medium lleva hablando de eso algún tiempo. Así que llevamos platicando, sin saberlo, con el mismo muerto durante meses. Sus reflexiones se pueden leer aquí.

Me tomo la libertad de reproducir un fragmento de su extraordinario post en One Hundred Bars, en el que además, se da el lujo de hablar de los nombres propios, uno de mis temas favoritos.

“Se sabe, nos dice herr doktor, de las tribus que prohiben pronunciar el nombre de sus muertos, por temor a que renazcan y vuelvan a caminar entre los vivos, que pensaban que ya los habían dejado atrás. El exorcisimo es siempre una tentación, pero no soluciona nada. Todos nuestros nombres nos habitan y lo harán por siempre. Si me pudieran ver como realmente soy, sus ojos mirarían todos mis nombres, el cuerpo como mapa. Me he dado cuenta que es mejor así, mostrarlo, encararlo, aceptarlo antes que esconderlo. Somos nuestros nombres y no hay modo de negarlo…”

Más que mandar un cebollazo, la neta estoy sorprendida. Ernesto es un medium que todos necesitamos leer.