No me quiero descoser…

…pero estar en mi casa me hace bloguear ‘como hilo de media’.

Ah cómo los extrañaba. Me di un paseo de dos horas por mis blogs favoritos.

La semana pasada trabajé de 9 am a 10 pm (dominguito incluído, pos qué chingaos, al fin, no tengo vida fuera y ni quería, pinchis batos).

En el blog del querido Rafa Saavedra me encontré su ‘Crossfader version’ de los siete pecados sociales , a propósito de los nuevos pesscados católicos rat-zingerianos.

Al leer a Rafa, me dieron ganas de intentarlo, así que aquí va mi propuesta de pecados sociales:

1. La falta de malicia. El otro día le conté a un tipo que de niña, a los ocho años, la imagen de Cristo en la cruz me prendía. Me respondió que ‘a los niños no les prenden esas cosas y que verdaderamente estaba yo un poco zafada’. (No sé si esto califica como falta de malicia o falta de cultura: basta leer de forma somera –literatura, poesía, a Freud– para saber que a los ocho años uno está perfectamente capacitado para desear a quien se deje, Cristo incluído).

2. Y en este coincido con Rafa: La corrección política en las pláticas de oficina. Ok, yo sé que me paso de lanza, ¿pero a poco no es un poquitito gracioso que hayamos mandado a una colaboradora apellidada Kaiser a entrevistar a una chava ultrajudía? Casi mandamos le mandamos a Pepe Goebbels. Es natural que se haya sacado un poco de onda y no haya querido posar para la foto. (Bueno, a mí me dio risa, pues).

3. La self-righteousness en todas sus modalidades. Que yo soy mejor que tú porque sí existo (y está impreso) en donde tengo que existir. Que yo nunca te habría hecho algo así. Que yo no tengo de qué avergonzarme. Buuu. (En mi libro, aquél que no tenga de qué avergonzarse es medio idiota).

4. El cinismo ramplón. “Pues leve eh, no creas que mucho. Aquí estamos en un glaciar de miles de años y pus leve eh, no te creas que es la gran cosa”.

5. La práctica del mal beso. Rest my case.

6. La imposición del miedo (como dice Rafa) y que yo completo con lo que me toca vivir ocho horas diarias: la imposición del miedo al ridículo como método de control social, en el que estar passé –por hablar de política, por ejemplo, por discutir si lo que hacemos es periodismo, si en esa cuna de lobos existe o no la ética, por discutir, pues– es arriesgarse a ser el outcast, el “d”, el menos propenso a un aumento. Añado otro subproducto del miedo al ridículo: nadie en el medio ‘periodista de entretenimiento/creativo” se viste realmente como le da la gana, nada más gastan una fortuna en que así parezca.

7. El abuso de ciertos conceptos a los que otorgamos una cualidad positiva por default: la circularidad (cuando hablamos de una obra de arte, por ejemplo o filosofamos de la vida), ‘la cultura de…’ (de servicio cuando hablamos de por qué los españoles avientan el dinero), la buena educación (cuando hablamos de por qué decimos ‘provecho’ al salir de un restaurante), la honestidad…

Facebook vs. Blogger

Mi hermana me tira una oveja.
Rafa pide que me conteste una pregunta, siempre cerca del Noise.
Andrei no tiene sus tres palabras, pero ya las va a poner. En realidad tiene más de tres, pero le gusta decir que no.
El Felipe tira netas y novias.
Raquel pregunta si falso o verdadero.
Mauricio quiere que le diga una verdad en su face.
Betty me manda un tatuaje.
Rebeka pregunta por qué.
Hugo manda chelas.
Guillermo me guiña un ojo.
Kevin me llama bonita.
Rose me enseña fotos de la boda.
Alberto me invita a terminar su historia.
Noé insiste en que el teatro es una buena causa.
Erick me quiere mordisquear de vampirito.
Pablo quiere jugar piedra papel y tijera.
Alguien, uno que no conozco pero que me dio no sé qué negarle la autorización, vuelve a arreglar las letras de mi refrigerador virtual.

El Facebook me tiene muy entretenida.

…mientras tanto, el blog espera que le diga cosas y yo le digo, pero como ahora empiezo a hablar en Superpokes no me entiende.


El jueves fui a la presentación del libro Vilamatas Portátil en la Casa Refugio Pico de Orizaba.
Por tonta quizás o por ingenua, pienso que se trató de un asunto de vida o muerte: hablar de literatura. La presentación de un libro solía ser todo un evento y ahora, la mayoría de las veces, es una reunión valorativa: quién es quién y de qué lado masca la iguana.

Pero este, por alguna razón, parecía distinto. Aunque Christopher Domínguez hizo lo suyo cuando empezó su comentario con: “Yo fui la primera persona que leyó a Vila-Matas o al menos la primera que le hizo una crítica en México y adivino que en Latinoamérica”, lo que siguió fue una charla que se alejó de la ‘personalidad’ del escritor y habló, por fin, del libro. Cosa rara en este tipo de presentaciones, huelga decir.

Allí estaba Juan Villoro con su sonrisa del Colegio Alemán. Habló dos segundos conmigo. Le pude decir que lo admiro. Me hizo feliz.

Andrei y yo volvimos a dejar(nos) claro que el blog era un género único y difícil de domar.
Decíamos que aquél que abra un blog en 2008 tendrá muchos problemas para darle una posición y que aquél que lo mantenga limpito, interesante por una decada (con la condición de haberlo empezado hace por lo menos dos años) se convertirá en una especie de héroe. Hagan sus apuestas.

(Aquél a quien no lo haya atrapado antes un hijo, un matrimonio, un divorcio, una novela, un largometraje, un Alzheimer o el puritito síndrome del adulto contemporáneo).

Yo me imaginé un futuro cercano en el que hubiera un gran crítico de blogs, tipo Christopher de la republiquita de las letras mexicanas, pero del blogspot.

No puedo creer lo nerd que soy.

Ayer me encontré a Juan Carlos Reyna en el Tower Records. Lo saludé con mucho cariño, aunque sólo lo he visto una vez, 45 minutos.

Después de ver lo que sentí al ver a Rafa Saavedra y a chelear con Omar Pimienta empiezo a pensar Tijuana put a spell on me. No vayan allá o una parte del alma se les quedará en la línea irremediablemente.

Pinchi Tijuana. Me caes a toda madre.

Getting away with it

Hace poco más de un mes, mi jefe lanzó la pregunta. “Oigan, tenemos que hacer algo sobre Tijuana, ¿alguien sabe qué hay allá, aparte de sordidez?”
Yo salí al quite; juré, prometí que en Tijuana, más allá de gringos buscando niñitas para avergonzar a la raza humana, también había talento.
“Sí, si, ya salió Nortec, es un tema muy sobado”.
“No, no. Me refiero a que en Tijuana hay rebuenos escritores.”
“¿Ah sí?”
“Oooh sí siñor”.
Está el Yépez, el LH, el Rafa, la Mayra, el Omar, la Lore, y otros que yo no tenía idea, como el Pablo y el Juan Carlos.

Seguro hay muchos más, pero con eso de que el ser no es cognoscible, pues nomás no se puede ser enciclopédico. Y menos en una revista de viajes. (Cualquiera diría ‘viajes, viajes, hello? A quién le importa la escritura en una revista de v-i-a-j-e-s.

La onda es que mi jefe pidió una foto “vanitifairesca” (whatever that means these days) para aceptar este artículo, cosa que costó muchos mails de ida y vuelta; citar a mucha gente en un solo tiempo y lugar es un rollo, pero terminó por armarse.

Los Klintgerardo02.gif

tomaron unas fotos fantásticas (aqui una muestra de lo que puede hacer con la luz el buen Gerardo Montiel Klint. Desgraciadamente no puedo publicar las fotos de los escritores porque tienen copyright.)

El texto quedó bueno (or so I think) y sus respuestas, aunque no cupieron carajo, estaban re interesantes.

Casi todo ensaya en torno a incidencia de la ciudad de Tijuana en su obra.

Este mes que lo vi publicado, me di cuenta que habíamos conseguido de forma casi malévola “glamorizar” a personas cuyo trabajo, en lo práctico, es lo menos glamoroso del mundo.

(Sé que todos hemos querido ser escritores alguna vez en la vida, o cineastas, o artistas plástico,s pero lo que todos hemos querido ser en realidad es FAMOSOS. Lo otro, el trabajo de sentar nalguitas a leer o escribir desechando pinche mil ideas para que una sola sea parida dolorosamente y luego rechazada mil veces dolorosamente, ese trabajo no lo quieren muchos)

Y glamorizamos por una razón sencilla: cuando algo se ve bonito se antoja, pues’n.

Como en lo de periodista a uno le toca glamorizar muchas tarugadas, al menos hoy me da gusto glamorizar la lectura (cada uno tendrá sus preferidos, sin duda) como antídoto a mi glamorización del shopping.

Ok, ok. Aquí se acaba la pretensión.

Es posible que muchos pasajeros en los vuelos de Mexicana pasen sin pena ni gloria las páginas del artículo, pero si a 10 pelaos se les antoja leer (lo que sea, pero de preferencia a estos escritores tijuanenses) yo ya la hice.

I’m getting away with murder, como quien dice.
Ojalá puedan leerla (o pedirle a alguien que viaje por Mexicana que se las traiga, son gratis).

Get your shit together

El miedo a decirlo todo terminó por taparme el hociquillo un par de semanas.

Uno es capaz de encuerarse,   pero tampoco se pone debajo de una lámpara de cirugía. (No es uno tarugo).

Apenas, (disculpe usted la demora es que me engolosiné). apenas en dos semanas me recibirá con los brazos en flor de loto, el mundo de los adultos. Adiós, otra vez, adolescencia (¿infancia?).

En el adiós hice, dizque por pura coincidencia, un reportaje sobre el Punk, un viaje a Chicago y otro al fondo del clóset. Tiré mil madres. Me compré un sellito de Alicia en el país de las maravillas con el que marco todos mis libros ahora.  

Hola pues a los que ya viven instalados en la disciplina y el retraso del placer inmediato.

Hola a los que se aplanan las nachas para lograr algo.

 Ya tengo menos miedo.

*** 

Estoy en Tijuana. La primera vez que vine la consideré una ciudad de la vida galante, pero ya es mi cuata. Hoy me dio un beso y como seis abrazos.

Vine a comer (oh sí, también me pagan por comer en restaurantes gourmet. Please forgive me) y también vine a platicar con escritores. Dos reportajes fantásticos para una ciudad fantástica.

Omar Pimienta, Lorena Mancilla, Mayra LunaH. Yépez (quien no pudo llegar, ni modo), Pablo Sáinz, Juan Carlos Reyna, Rafa Saavedra.

Les tomamos una foto “Vanityfairesca” enfrente de la bola  del CECUT.

Fui fan de todos. Mientras posaban quería darles besos, decirles que escribir es una chamba dura y que merecen de vez en cuando ser tratados como celebridades. Quería dejarlos en paz, apurarlos a leer más, a escribir más. Anden anden váyanse que los espera la compu. Hagamos de este país uno menos aburrido. Trabajemos tanto que nuestros vecinos se sientan seducidos (los de la colonia, no pensé en gringos). Que empiecen a leer y nosotros a seguir escribiendo.

Utópica amanecí. 

Además son re-cálidos. Abrazan de a devis los tijuanos.  

Me apena un poco pensar qué hubiera pasado con un ejercicio similar  en el D.F.

Caray, ¿por qué somos tan clasistas? Nos importa demasiado el status, dónde trabaja, cuánto gana, de quién es amigo el otro. Nomás no podemos ser cuates sin namedroppear.

No sé si todos estos escritores trascenderán en el tiempo. Como caballos de una carrera desbocada, algunos se romperán las patas. Otros apostarán por el segundo lugar.

Así nos pasará a todos, defeños, regios, tijuanos.

Lo que hoy pensé, frente a esa bola enorme (que por dentro es una pantalla Imax) es que lo difícil no es ser un tipo culto, ni siquiera ser un tipo inteligente; lo difícil es ser buena persona.

Al final es más nutritivo, pues.

Gracias TJ.