Corte de caja

Creo que ya tenemos una masa crítica de la primera oleada de información para hacer un corte de caja sobre la influenza.

Según la mayoría de mis fuentes –tanto las escépticas y conservadoras como las alarmantes–, esto es un problema real y no un invento de los partidos políticos. (Para esta sesuda conclusión nomás falta conocer el sistema político mexicano, digo yo, pero bueno. Personalmente, no creo que ningún político mexicano sea tan inteligente para orquestar algo de esta magnitud. Sería otorgarles un poder y un beneficio extraordinarios).

Según el Dr. Gustavo Reyes Terán, Jefe del laboratorio del Centro de Investigación en Enfermedades Infecciosas del INER, los epidemiólogos llevan esperando esto hace muchos años. De eso se tratan los congresos mundiales de epidemiólogos, pues. Se sabe que las epidemias son cíclicas, después de la de 1918 y la de 1968 se esperaban otras de igual magnitud. Se pensó que en 2003 iba a ocurrir en Asia y por eso se hicieron planes nacionales de contingencia, pero no fue así.

Ayer lo oímos decir: “finalmente ocurrió y nos tocó a nosotros”.

Claro, a nosotros nos agarró sin plan nacional de contingencia, uno que bien diseñado habría evitado, entre otras cosas, el pánico.

El asunto aún preocupante, más allá de la cantidad de muertos, es que se trata de un virus que nadie conoce y para el que no hay vacunas existentes. Estas llegarán en seis meses aprox. Aquí es donde la puerca realidad tuerce el rabo: en las películas las curas se hacen en diez minutos.  (Llegarán las vacunas, claro, con toda la mala leche que SIEMPRE han tenido los  laboratorios, por supuesto. De que alguien ganará montones de dinero con esto, no me queda la menor duda).

Mientras tanto no queda más que andarse con cuidado. Los antivirales parece que solo funcionan en las primeras 24 a 48 horas de síntomas, aún en dosis muy altas y si el cuerpo tiene una condición preexistente la cosa se pone pior.

Reyes explicó ayer que las epidemias vienen en oleadas y se tardan meses entre una y otra. En el mejor de los casos, decía, esto se volverá una meseta (ay Deleuze) más constante, sin picos repentinos de enfermos (ni muertos) que poco a poco dará su virulento brazo a torcer.

Si esto tiene bases en la realidad, entonces estaremos viviendo tan solo el principio de algo que nos acompañará durante el resto del año. Eso quiere decir que aún con el miedo, tendremos que quitarnos los tapabocas eventualmente y  volver a las calles, a los antros y a los besos. Creo que nos espera un año probatorio para la prudencia, el respeto recíproco y el sentido común mexicanos. Maldita la hora.

Las compras de pánico o irse a vivir a Alaska son medidas un poco desproporcionadas y habría que pensarlas otra vez. Está bien el miedo inicial (tenías que ser de hule para no sentirlo) pero es hora de recomponernos y pensar más a largo plazo.

Aunque me estoy adelantando: esta primera etapa de emergencia continuará inestable unos 10 días más. Como no conocen bien el virus, no saben qué pueda ocurrir. Supongo que es como tener un perro nuevo. Te puede salir una lacra o no. Todos tenemos la esperanza de que este pinche perro ladre más de lo que muerda.  (Aquellos que secretamente quieren que realmente ‘pase algo’ supérenlo no mamen, busquen qué les aburre tanto de sus vidas).

Estos 10 días recomiendan mantenerse en estado precautorio y tratar de no enfermarse.

Ok, tú puedes enfermarte, porque pues eres muy chingón y dices que la enfermedad es curable y no tienes miedo ni nada, pero acuérdate que hay un chinguero de gente con diabetes en esta ciudad del sobrepeso (una enfermedad crónica que complica las cosas), que hay asmáticos, gente con enfisema, con lupus, con SIDA, con otras enfermedades inmunodepresoras y sobre todo, hay un chingo de pobres. En muchos casos la pobreza viene con desinformación y aunque tú tengas internet en tu casa, hasta en tu cama, hay mucha gente que no tiene agua corriente (Ajá, sí, en eeeesta ciudad, cómo ves)  se automedica o que le tiene miedo a los hospitales. Es decir, nos importa que TÚ no te enfermes no por ti, chamaco pendejo, sino porque no andes regando la miel por todos lados.

Lo único cierto es que el miedo es agotador. De antier a hoy parece que nos pasó un tren de confusión encima.

Yo por ejemplo, le bajaré a mi repentina amargura. Ya ya, no me vuelvo a quejar de que alguien haga bromas.

En su lugar pongo algo que me dijo ayer un amigo (conste que yo no fui): “creo que los mexicanos, en algún punto, deberíamos empezar a superar ese Nelson que todos traemos dentro” (Nelson el de los Simpsons, cuya expresión peyorativa “Ha-Ha” es absolutamente identificable).

Lo que me molesta del escepticismo mexicano es que se trata de la misma fe ciega cristiana pero en negativo. Es un acto de fe en sentido contrario  y no un cuestionamiento real. Es negación y no pregunta.

Ok, busquemos pruebas de que las farmacéuticas son unas hijas de puta (ejem, ya tenemos varias) y entendamos cómo y con cuánto se beneficiarán, oh sí señor muchísimo; hagamos un escándalo contra ellas y contra todos los demás cabrones que nos pusieron en este estado…pero imaginemos que nos somos la única circunstancia existente y juzguemos desde el piso, no desde el púlpito.

Lunes vacío

De entrada: este blog se va a saltar el cinismo gripal. No me interesa que “sólo” haya 7 muertos oficiales ayer. Uno de esos pudo haber sido un familiar mío y es suficiente para mí. (Los que estén en esa onda conspiratoria-mamertita-no-pasa-nada-son-aliens-de-cartón-piedra ni lo lean).

Claro que los que puedan usarán esta crisis a su favor: los partidos políticos; el gobierno federal y el gobierno de la ciudad; los entretenedores en los medios; el secretario de economía y hasta los pinches padres católicos, pero también los vendedores rascuaches de tapabocas antier en la Condesa que daban cada antifaz hasta en 50 pesos, aprovechándose de la escasez; en fin, grandes o pequeños administradores del miedo. A eso se dedican esos pendejos y lo harán con esta o con cualquier otra crisis.

Eso no quiere decir que ésta no sea una crisis real.

Claro que hay cosas que criticar: la informción a medias, lo que callan, lo que aún no se explica. ¿Cuál es la tasa de mortalidad? ¿Sirven las vacunas? ¿Cuáles son los antivirales que sí sirven? ¿Por qué no hay en las farmacias?

Primero lo primero: tengo que decir que conozco una persona que estuvo 3 semanas en cama con los mismos síntomas hace un mes. Claro, hace un mes, como los doctores andaban en otro canal, le hicieron 3 diagnósticos distintos y finalmente la mandaron a su casa. Afortunadamente su cuerpo resistió y ahora está bien. No podemos saber si lo que le pasó era lo mismo, como tampoco podemos saber si hubo más muertos antes que se declarara la crisis. Pero sí podemos leer lo que escriben los doctores en la BBC (vía Ernesto P en Facebook):

I am a doctor and I work in the State of Mexico. I don’t work in the shock team; I am in the echocardiography team, but I do get some news from my colleagues in the hospital. There have been some cases of young people dying from respiratory infections, but this happened before the alert and they were not reported because the necessary tests weren’t done. We doctors knew this was happening a week before the alert was issued and were told to get vaccinated. I went to buy some anti-virals for my husband, who is also a doctor, because he had contact with a young patient who presented influenza symptoms and died. I don’t think pharmacies stock enough anti-virals.

I understand the government doesn’t want to generate panic, but my personal opinion is that they issued the alert too late. Still now, the population is not getting the information they need. We have been out in the street and some people are not wearing face masks and are not taking any preventive measures.

Guadalupe, Mexico City

I’m a specialist doctor in respiratory diseases and intensive care at the Mexican National Institute of Health. There is a severe emergency over the swine flu here. More and more patients are being admitted to the intensive care unit. Despite the heroic efforts of all staff (doctors, nurses, specialists, etc) patients continue to inevitably die. The truth is that anti-viral treatments and vaccines are not expected to have any effect, even at high doses. It is a great fear among the staff. The infection risk is very high among the doctors and health staff.

There is a sense of chaos in the other hospitals and we do not know what to do. Staff are starting to leave and many are opting to retire or apply for holidays. The truth is that mortality is even higher than what is being reported by the authorities, at least in the hospital where I work it. It is killing three to four patients daily, and it has been going on for more than three weeks. It is a shame and there is great fear here. Increasingly younger patients aged 20 to 30 years are dying before our helpless eyes and there is great sadness among health professionals here.
Antonio Chavez, Mexico City

Hoy el diario El País publicó una crónica del periodista mexicano Salvador Camarena (periodista duro, formado en El Reforma, conocido mío, quien una vez fungió como editor general de la revista Chilango). Hasta donde recuerdo, ni Salvador ni yo somos fans uno del otro, pero no conozco a alguien más excéptico y capaz de separarse emocionalmente de las noticias. (A mí eso me falta, claro). En fin, hay que leer completa la crónica; hay partes realmente logradas, de pequeños aspectos, nuevitos, que Salvador toca con gran sentido del humor:

12.34. La teoría de la confabulación

Ok, lo reconozco de entrada. Fue una pregunta tonta. Había un banco abierto. Sí, en domingo, uno de esos chiquitos. IXE, se llama. El tipo de cambio peso-dólar me pareció mejor que el de la semana y entré a cambiar unos dólares. A punto de concluir el tramite le pregunto a la cajera, una morena regordeta que no ha llegado a los 30 años: “Oiga, ¿y usted cree que mañana va a subir el dólar por lo del virus?”. Conste que advertí que la pregunta era tonta. “Pos quién sabe, porque ya ve, dicen que esto es como lo de Salinas”. Traducción: que todo esto es una invención del Gobierno, como lo del Chupacabras del que ya hablábamos aquí ayer. Trato de poner cara de seriedad (es difícil con la mascarilla) y le pregunto. “Y usted y su familia, ¿qué creen?”. Muestra su sonrisa ordenada y asiente: “Que todo es cuento”. Enmudezco. Calderón va a tener que salir más veces en la tele.

13.06. Preguntas y respuestas

Nueva discusión: ¿Cuándo cambio mi mascarilla? Primera respuesta: cuando ya huela mal. Primera duda: ¿qué hago con la usada? Bueno, ahí la cosa no está tan clara. Hay que meterla, dicen los especialistas, en una bolsita, cerrar esta y ponerla en la basura. Lo malo es que esta ciudad carece prácticamente de contenedores. Así que a cargar con la bolsita con la mascarilla usada. Alguien vio por ahí al jefe de gobierno Marcelo Ebrard con una, azul, de esas semirigidas, que son las que mas recomiendan. Las otras, las que son de una fibra delgadísima, esas hay que cambiarlas cada dos horas. Y practiquen en su casa, o en su coche, pero a solas. Parece muy sencillo ponérselas, pero no se confíen, porque si no se descubrirán emulando, sin quererlo, a Mr Bean.

15.20. Focos de riesgo

Tenía razón el escritor neoyorquino Pete Hamill. En su libro News is a verb, el periodista aseguraba que la calidad del periodismo estadounidense cayó cuando los redactores jefe dejaron de viajar en transporte público y se encapsularon en su SUV, en sus camionetas completamente acondicionadas. Con la camioneta llego a la casa en los suburbios y al desapego de los problemas de la ciudad. De eso me acordé hace rato cuando por primera vez en 36 horas me subí a la SUV. ¡Quuuué diferencia! ¡Aire acondicionado! ¡Música de mi Ipod! Y esa sensación de que voy a gusto en mi pequeño mundo. Incluso me quité la mascarilla. El problema es que mañana lunes la ciudad de México volverá a la realidad: el principal medio de transporte es el Microbus, o Pesero. El segundo, el taxi. El tercero, el Metro. Primero y tercero, garantes de aglomeración. Focos de riesgo.

¿Ven como sí se puede tener sentido del humor sin deshacerse de la responsabilidad? ¿Ven cómo no todo el sentido del humor tiene que ver con “pitos y nalgas y te meto y te dejo ir y sólo-los- idiotas-tienen-miedo y esto todo es mentira y nada sirve y ash, me caga no poder ir al cine?”

Besito

Una linda foto que resume el día de ayer.

(Tomada de The Guardian, firmada por Alberto Estrella/Getty Images)

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***

Ayer las calles desiertas. No sé si ocurrió, pero había rumores de que la venta nocturna de una tienda departamental se cancelaría hasta nuevo aviso. Los cines comerciales, hasta Cinemex, con todo y su avaricia, se unieron al cierre. De ayer a hoy murieron 5 personas más en el D.F.

Yo sé que La Jornada dijo que eran medidas desproporcionadas (la ciudad entera está deteniendo una especie de estornudo apanicado, por así decirlo), pero lo que me informan mis amigos periodistas es que por una vez en la vida, el gobierno del DF lo está haciendo bien.

Según me platican el problema no es que haya muchos enfermos ni muchos muertos, el problema es que si realmente ocurre, NO hay plan B. No tienen ni idea de qué hacer en esta Ciudad si realmente llegara a suceder lo que tememos.

Un mapa de la mañana

Es de mañana, hay que revisar Twitter, blog, mail, facebook. Prendo la computadora, conecto las bocinas, pongo una canción, me conecto a Messenger (contactos de trabajo, casi todos) y bajo a hacerme café, en ese órden. Pienso en mi día, en las juntas de trabajo, en mi viaje próximo, en que tengo que ir a la biblioteca, al gimnasio (a inscribirme puesn), al portugués, mi maestra hiper cursi que nos pondrá yet another song by Rita Lee, algo así como la Yuri brasileña.

En Facebook las primeras angustias reveladas. Mis amigos que viven en el extranjero son los primeros en comentar: “O sea que hoy no va Nadie a la escuela?” Ah chingá. Me vengo enterando. Esa diferencia de horario es la onda.

Otras angustias liberadas en forma de chiste o de reflexión chabacana, que si es enfermedad de puercos, que si se pega por facebook, que si qué mala onda que ya no soy estudiante para tener puente. ¿A quién escogerías para contagiar? Esta última ya me parece too much, pero bueno.

Aquí empiezo a buscar la cantidad de población que murió en México por la última epidemia de influenza. 100 millones en todo el mundo, 300 mil personas en la República Mexicana. Mis bisabuelos maternos incluídos. Soy una huérfana de abolengo (desde hace tres generaciones las mamás se mueren antes de que sus hijas menores cumplan los 15, incluyéndome). Creo que Puebla fue una ciudad fantasma a principios del siglo XX por ese virus. Le decían la Gripe Española. Seguro consideraban menos naco  enfermarse de eso que de gripe porcina, su origen verdadero (aunque esta, la que nos pega hoy, según investigadores gringos, es una combinación entre gripe aviar, porcina y humana, chínguense putos por pinchis posmodernos globalizados).

Regreso a mis planes matutinos: suena grave, suena a que los bisabuelos no tuvieron oportunidad, suena a historia personal, suena a mi novela,  pero la mente hace su tábula rasa y regresa todo a la normalidad. Ok, no hay clases. Got it. Go on with your life. Disfruta del sol. No iré al portugués. Ah, qué bueno, igual me puedo meter al cine y ver Wadley, el documental mexicano en la onda de Artaud sobre el peyote. Ah, no, espera ¿qué no era una epidemia? Entonces no puedo meterme al cine. Madres, es gravísimo!

Justo en eso estoy pensando cuando llegan nuevos twitts, nuevas actualizaciones en facebook. De la extraordinaria mente retorcida de mis cuates viene el imaginario cinematográfico revisitado.  Influenza 28 días después. “Yo ya tengo agua, leche en polvo, latas y una sierra eléctrica”. Me da risa, pues es que en esta ciudad siempre nos queremos matar unos a otros, nomás hace falta un buen pretexto.

Me encanta jugar en silencio con la gente, los leo a todos. Este es un momento de fantástica movilidad de la información y me da lástima tener que despegarme de la computadora, donde la influenza ‘va ocurriendo’. Es decir, hasta que no haya alguien conocido enfermo, todo es pachanga.

Ahí vienen ya las referencias literarias, las Ballardianas, las de los que aún no se enteran o no viven aquí. Están mis amigos que suelen despreciar el tema de hoy: a mí me interesa más el güey encuerado en Coachella que la influenza. Tómense mi desinterés como puedan, pinchis histéricos colectivos.

Pienso ‘qué mamerto’ y luego reacciono: necesitamos a todos, a esos y a los otros. Cuando el mundo funciona bien, se equilibra solito, como un organismo vivo con anticuerpos.

Hablo con las dos personas que buscaría en momento de emergencia. (Tengo que mandar mensajito a una tercera). Ambos enterados, ambos se lavarán las manos mil veces este día ante mis recomendaciones.

Imagino un cómic siniestro, una procesión de cabezas de marrano rebanadas,  como salidas de una exhibición en los mercados; cochinitos con ojos entrecerrados y esa sonrisa casi budista que les caracteriza cuando son cadáveres, burlándose de nuestro pánico  ¿con que les gusta el tocino eeeh? Vengadores sin antifaz.

Efectivamente hay una histeria enorme, pero considerando los 100 millones, los 300 mil y sobre todo considerando a mis bisabuelos, yo también podría enfermarme y morir.

¿Por qué no?

***

Espero no abrumar con esta crónica larguísima de mi mañana.  Pensé que alguien tenía que hablar de esas primeras dos horas de información fresquita,  cruda, sin editorializar, antes de que por la tarde se hiciera vieja y la opacara algún otro encuerado o un nuevo talento en Youtube.

Recomendar es responsabilizarse

El otro día recomendé la peli de Ripstein, El Carnaval de Sodoma, a dos personas que tengo en alta consideración.

Cuando los volví a ver me dijeron que no les había gustado nada. Lo sentí mucho, de verdad, pues parece que fueron a verla (dedicaron su tiempo) específicamente por mis palabras. Me dio una pena gigantesca.

En este caso no podría decir, aún con la pena, que me arrepiento de haberla recomendado. Creo que es una peli ultra pretenciosa y enfatizo la palabra. Ripstein siempre quiere, pretende, desea, aspira. Que yo recuerde, Ripstein tiene muchas películas MALAS, pero ninguna PELICULITA.

A diferencia de muchos críticos de café, yo siento que a los artistas mexicanos les falta eso, pretensión. Ojalá pretendiéramos ser Godard y no Tarantino, Hitchcock y no Fincher, Pessoa y no Benedetti. A ver de allí a dónde llegábamos.

Peeero, qué pena que un par de amigos se hayan pasado un mal rato por mi culpa. Ni modo, a responsabilizarse de todo lo que sale de la boca de uno.

No se omite, se promueve su desaparición

En el país de los eufemismos y los sablazos de facto, a la educación se le acaba de dar uno: la Filosofía ya no es para la SEP una materia básica en el bachillerato.

Es decir, si usté no elige estudiar Filosofía (esa carrera de hippies que no hacen más que morirse de hambre), jamás se enterará por qué usté, Pascalianamente, no puede quedarse en su cuarto, o por qué usté es un dialéctico de lo peor, o por qué usté es un ojete antilevinasiano.

Cuando tenga unos treinta -de pronto, de puras oídas-, se enterará que hay gente en el mundo que se dedica a explicar los mecanismos del poder, del pensamiento, de la crítica.

“Ah chingá”, dirá usté.

“¿Nomás eso hacen? ¿No construyen puentes, no pasan leyes estúpidas, no hablan en la tele, no cosen pantalones de mezclilla…no producen nada?  Uy, pos qué bueno que quitaron esa materia, nomás era una fórmula para la güeva”.

Periodismo de arrabal

Esos mis periodistas mexicanos, tan singulares, tan dicharacheros, tan simpáticos y tan parecidos a la fina y respetable raza policial (tan buenos redactores chingadamadre). Les falta un grado para ser sardos.

Acá una muestra de la divertida que se pusieron los pendejos que cubrieron esta nota en la sección policial de El Universal:

“La Procuraduría Capitalina detuvo a un hombre que presuntamente se disfrazaba de mujer para atacar a mujeres en el Sistema de Transporte Colectivo Metro, en los vagones exclusivos para damas donde las tocaba..

La afectada denunció que en horas “pico”, abordó el convoy destinado para mujeres, en la estación Camarones de la Línea 7 del SCT Metro, y al quedar cerca de la puerta, sintió tocamientos en sus glúteos.

Supongo que las comillas en las horas “pico” tienen jiribilla. Habrá quienes digan que estoy leyendo de más, pero créanme, el gremio funciona así.

Ta bien, no hay que ponerse de amargator, de vez en cuando es simpático, nomás digo que si en México se cultivara un poco menos el albur la gente tendría mejor sexo (en general me late que el albur viene de una especie de infantilismo genital, angustia erótica de etapas muy tempranas).

En cuanto a los periodistas, el uso del albur los exime de enterarse que tomar a la ligera un “tocamiento” de “glúteos” es,  muy en el fondo del inconsciente social, una forma de apadrinarlo.

Lo que sí es cajeto es el güey con su peluca.

Dése ud. un quemón del look cavernícola (por cierto, el archivo se llama “Vestida” y le pusieron así los del Universal):  vestida1

Goodbye Cocaine Nights

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Iba a escribir del Rock Band videogame, de cómo saber que eres parte de la clase media ilustrada chilanga m’anque no quieras, de la inequívoca necesidad periódica de lubricar el cerebro con nuevas lecturas y tecnologías, pero es que el sábado domingo se murió Ballard y no es para nada poca cosa.

Debo decir que llegué tarde a Ballard, aunque tarde no significa desapasionadamente. Leer a Ballard una sola vez es quedar infectado de un paño sucio con el que ya nada se ve igual. Quedar infectado de doliente capitalismo y no solo del que nos hace comprar, sino del que nos hace amar a los otros en tanto objetos golpeados de placer (Crash) o en tanto sobrevivientes (Hola América).

Si P.K. Dick nos trataba de decir “desconfíen de su percepción” (él era gringo, claro), J. G. Ballard de plano sentenció a muerte a la realidad (hace falta un británico para arrasar con todo, pues).

Ballard nos señala que el sutil perfume de civilización se evapora muy pronto, que somos salvajes, perversos y que aquello que nos controla (como la religión o la televisión) muere de asfixia con tantito que se le apriete. (Véase el capítulo de cruel retorno a la verdad oculta durante el azote del huracán Katrina, donde asomó su horrible cabeza el subyacente racismo gringo; ese negado temporalmente, solo temporalmente, por la presencia de Obama en la silla presidencial).

En general, odio las citas pues son casi siempre frases descontextualizadas que un autor farfulló y que luego quedaron grabadas en piedra, editorializadas por la casualidad. (Además creo que no todos los autores son buenos hablando: por eso son escritores y no locutores).

Sin embargo, aquí hay algunas cosas con las que me gustaría recordar a Ballard, a quien se lo llevó por fin el chingado cáncer que le hizo ver su suerte varios años.

“All my books deal with the fact that our human civilization is like the crust of lava spewed from a volcano. It looks solid, but if you set foot on it, you feel the fire”.

“There seem to be more natural catastrophes today than 50 years ago, and we’ve become accustomed to thinking that it’s to do with global warming. But maybe it’s not so much the globe that’s heated up, as our minds that are boiling. It’s like the chimps in the zoo. If one sets a table for them, for a time they’ll sit calmly and drink a cup of tea. But all of a sudden they’ll start to smash everything up, because they can’t stand the boredom, the absence of incident. They’d rather resort to violence. I’m afraid that we’re still much more closely related to the chimpanzees”.

“Most people’s imaginations are damped down by the needs of getting on and making a living, generally coping with life and the imagination tends to be rather repressed in order to allow this flow”.

“When you’re a young writer you want to change the world in some small way, but when you get to my age you realise that it doesn’t make any difference whatsoever, but you still go on. It’s a strange way to view the world. If I had my time again, I’d be a journalist. Writing is too solitary. I think journalists have more fun!”

So bye bye Ballard. Ya te extrañamos.

Minha irmâ

No lo digo seguido porque pos como para qué, pero estoy muy orgullosa de mi hermana.

Es restauradora y encargada de obra en el Antiguo Colegio de San Ildefonso. La verdad no sé por qué no voy a verla más seguido, pues el Colegio, así nomás pelón me parece bellísimo. Me encanta ir porque además me siento como la hija del embajador: los de seguridad me ven llegar, con sus trajes negros luidos y sus corbatas de Looney Tunes y me dicen “¿tú eres la hermana de Ilya, verdad? Pásale, pásale por favor, orita encontramos a tu hermana que anda en las salas” y entonces me cuelo a deshoras y visito los pasillos con la luz apagada y las escaleras desmontables, con los cuadros a medio poner, antes que ningún turista o niño de secundaria.

Se nota que mi hermana es muy querida, sobre todo por esos de seguridad, que a veces la tratan como “a uno de los muchachos” aunque también he visto cómo se le cuadran. (Es cabrona mi hermana…supongo que con esa madre no se puede ser de otra manera, entre todos sus hijos, ‘el más chimuelo -o sea yo- masca rieles’, como dicen por ahí).

Lo que quería decir es que de los ¿5? años que lleva mi hermana trabajando allí, esta es, por mucho, la exposición más interesante que he visto. Se llama “Cicatrices de la Fe. El Arte de Las Misiones de la Nueva España 1600 a 1821″, y como me sé la historia detrás de la exposición, me parece un logro extraordinario. (Acá pueden ver la nota de periódico).

Se trata de veinte años de investigación de la Dra. Clara Bargellini quien fue recuperando piezas de arte misionero por el norte del país. Piezas que en la mayoría de los casos tuvieron que sacar de capillitas arruinadas o en contra de la voluntad “del pueblo”, es decir del sacerdote cuadradote del pueblo, quien, a veces, también tenía objetos del siglo XVII  ‘privados’, en la sala de su casa.

“No, pero cóooomo se va usté a llevar a mi San Francisquito, ¿y luego, si no nos lo regresan? ¿Y si noslorompe oiga?”.

En fin. Hay algunas piezas extraordinarias. No se pierdan el Cristo de marfil, labrado de un solo colmillo, sobre un cruz estupenda de madera tallada; ni las representaciones de la martirización de Cristo y el cuadro circa 1700 sobre el Juicio Final, francamente gore y  divertidísimo.  Este fin de semana me lanzaré otra vez a darle una revisada a los tomos de catecismo de 1800 traducidos a lengua indígena y a las túnicas sacerdotales bordadas con hilo de oro. Soy fans.

Casi a la entrada de la expo, pasen a verle los ojitos verdes a San Francisco de Asis, restaurado por la mano (santa) de mi hermana quien con este trabajo además realizó su ‘manda’ personal, pues nació justo un cuatro de octubre, día de SanPancho. Si le pueden ver esos ojitos italio-franceses es porque mi hermana se los limpió. Le quedó re bonito mano.

(Otra lectura de la expo la hice sobre el propósito del viaje. ¿No eran aquellos misioneros cristianos grandes viajeros? Los conocedores sin tregua del verdadero choque de culturas…pero de eso hablaré otro día).

La onda es que sinceramente ya y sin echar chayotazos a lo menso, si esta exposición salió así (sin obviar la extraordinaria investigación de la Dra. Bargellini) , tiene que ver con que mi hermana no durmió bien un mes. Le chingó como nunca la había visto y valió la pena.