Las cinco de la mañana

En el curso de guión que estoy tomando (¿estuve? quién sabe si lo podré pagar chingaos) hablamos de conflicto dramático:

una fuerza vs otra fuerza + algo vital en juego = drama

En los primeros ejemplos, algunos compañeros ponían sus obsesiones todas crudas y vestidas de rosita:

“Un hombre quiere escribir pero no puede, se enfrenta a la página en blanco y lo vital es su necesidad de escribir”.

Argh.

Peor fue éste:

“Un hombre busca la verdad, el mundo se le opone”.

Los anteriores enunciados no solo son cursis, sino que están lejos de esbozar un conflicto dramático.

Me dio mucha risa cómo argumentaron en clase. No porque fueran ridículos, sino porque sus oraciones parecen ciertas:

“¡Pero claro que es vital buscar la verdad!”

“¡Qué es más vital que escribir!”

¿Es vital escribir? Depende. Hoy que me paré a las 5 de la mañana a escribir mis dos mil palabras diarias, para mi fue vital (siempre lo es). Pero el conflicto dramático no tuvo que ver con el acto de teclear: nada se me opone, excepto yo misma y a menos que estemos pensando en un aburrido desdoblamiento de personalidad, a nadie le importa cuántos cafés necesito para ganarle al pinche diablo que me dice, ‘no mames, qué frío y qué güeva, regrésate a la cama”. Un esbozo de conflicto, maybe, recae en el pasado de nuestra heroína, en  todas aquellas veces en que no he podido levantarme o no he podido  escribir más que diez palabras. Aunque eso, todavía no es un conflicto.

(Por si alguien se lo preguntaba, así abrieron mis dosmilpalabrasdiarias de lunes a las 5 de la mañana:

“Dos mil aunque me muera. Aunque tenga que resucitar en palabra, ahora mismo soy un adjetivo mal puesto, un pinche adverbio odioso, innecesario.”

De ahí salieron otras 2379 palabras que para las 6.30 ya me había dejado una pequeña victoria).

¿Es vital escribir? No en realidad. Lo que es vital son los resultados y lo que cada quien se enfrenta con ellos en mano. Uno se enfrenta a la vejez, a la indiferencia, a perder o a ganar el vínculo con sus hermanos o con sus padres o con sus amigos (vivos o muertos).

Si algo le enseña a uno las horas de terapia es que lo único vital son los vínculos.

Cómo le hagas para llegar a donde llegaste, tristemente, a nadie le importa.

Importan los resultados.

No digo que el famoso viaje iniciático no sea un gran tópico cinematográfico ni mucho menos. A ver si me explico y para hablar clarito: el miedo a SER es cuando mucho un tema de conversación, no un conflicto.

La famosa lucha con la página en blanco no existe, nunca existió, se llama pavor al vacío, a no tener nada que decir, a no tener nada que decirTE, sobre todo.

11 thoughts on “Las cinco de la mañana

  1. Mmmmmh…. como quizás ya adivines no coincido… estoy de acuerdo que adjetivos como “vital” son lugares comunes y significan poco, pero eso no quiere decir que el conflicto por escribir no pueda dar para lo que tú llamas “un conflicto dramático.” Y no lo digo porque yo por ahí tengo en el cajón una novelita gráfica que bien se podría resumir con la primera oración que citas, sino porque realmente creo que el resultado no está desconectado del proceso y porque creo que muchas veces, y mucho más ahora en pleno siglo 21, lo que cuenta (entiéndaseme el pun) es el proceso, más que “el resultado.” Piensa en Stephen King, tiene más de una novela cuya premisa seguro comenzó con “un hombre no pude escribir…” El libro del desasosiego de Pessoa es un diario ficticio de un hombre que no puede escribir. Vila-Matas. Hemingway. Fitzgerald. Lessing. Hay muchos ejemplos.

    Este post, por ejemplo, trata de los conflictos que te provoca el que alguien piense que no poder escribir podría crear un conflicto dramático. De ahí te salió un post…

  2. Dices: “La famosa lucha con la página en blanco no existe, nunca existió, se llama pavor al vacío, a no tener nada que decir, a no tener nada que decirTE, sobre todo.”

    Y coño, ¿qué más conflicto dramático que ese? ¿Qué es el pavor al vacío si no la conciencia de la muerte, o de la finitud, o de que no somos más que “merely players”?

    Si me queda claro que la escritura es eso, la forma de combatir el miedo a que de nosotros no quede nada (ahí los cantos de Huexotzingo, labrados en el muro del museo de antropología en el DF y en la conciencia de libro de texto gratuito de todos los de nuestra generación), el miedo al silencio que hay que llenarlo como sea, a punta de word count…

  3. La última y me voy: ¿te acuerdas de The Tempest, en el Sandman? ¿No sale ahí el bardo con writer’s block, y no en el Sandman todo el pedo es que Shakespeare vende su alma a Morfeo por un par de historias? (Y en versión chafa-cursi, no es ese el pedo de Shakespeare in Love?)

  4. Ernesto, es obvio que este poste tenía dedicatoria. Gracias por agarrarla.

    Veo que en el fondo tenemos algunos puntos de contacto. (Pero qué chingón que no en todo).

    Tu novela gráfica, tus poemas, tus posts, que usan a veces de PRETEXTO aquello de la página en blanco ¿no están realmente en blanco, o sí? No sé si sea buena (aunque dudo que tenga desperdicio) pero tu novela ya ES. Ya SON. Tu obra está ahí, es pública, una parte de ella es tu blog. Quien no lo entienda quizá viva en otro siglo, esperando marcianos verdes y con antenitas.

    Creo que me refería a que nadie puede hablar de un proceso sin recorrerlo. Por que lo recorriste hablas de él y para entonces, la página en blanco, mágicamente, ya se encuentra toda borroneada y llena de vida.

    Hence: la página en blanco realmente, en tu caso, no existe.

    Que la cuestión del vacío existencial sea o no vital es ya otra cosa, creo que tiene que ver con la escritura dramática: la obra de teatro, el guión de cine (y en gran medida el guión de cómic, aunque allí hay híbridos fantásticos). Drama en oposición a lo puramente literario que pienso, podría PARECER que no toca un conflicto puro, sino muchos y muy tenues.

    De Stephen King ¿hablas de la novela donde un escritor no puede escribir y acaba matando a su familia? 🙂 Allí hay conflicto, creo. La hoja en blanco, again, es otra vez un pretexto para contar una historia.

    Pero para aquél que ha leído On Writing, un pequeño testimonial del mismo King sobre qué es para él ser escritor, sabrá que Jack Torrance en The Shining no era más que el miedo de King a su propia violencia y a su propio alcoholismo. Esta historia no sólo es poderosa porque Kubrick la metió a las aguas del subconsciente visual, sino porque hay un deseo velado, humano, significativo, omnipresente en la historia: ¿podría yo también matar a mi familia, de darse las condiciones? ¿No será que ya la he matado, a veces, simbólicamente?

    El conflicto del personaje tiene que ver con un vínculo, no con la escritura o con las ideas.

    ***

    Algunos blogs sirven para hablar del proceso de la escritura y mientras hablan de él lo van modificando.

    Lo que no es un conflicto es ver cómo el pobrecito escritor sufre por no poder escribir.

    Eso sólo abona sobre el tema del incapacitado y ya hay demasiadas notas de El Universal que hacen eso.

    Quiero decir: en ese caso, en que la historia versa única y centralmente sobre no poder escribir, el autor tendría que hacer el duro ejercicio de profundizar sobre su personaje y ver qué se lo impide.

    La hoja en blanco no tiene la culpa, por supuesto.

    Quizás en algunos casos sería más sincero que el personaje en cuestión dijera: “No escribo porque no quiero enterarme de lo malo que soy para escribir. Quiero seguir fantaseando con lo que haría si tuviera tiempo para escribir, con lo que haría si el mundo estuviera a mis pies”.

    O bien, podría decir algo así: “No escribo porque cuando lo hago descubro quién soy y no me gusta nada”.

    O bien, “no escribo porque yo realmente no quiero ser escritor, lo que quiero es ser famoso y que me inviten a las fiestas de gente muy culta”.

    ***

    Es cierto que escribí este post pensando en mi propia lucha por terminar una novela, pero a menos de que la termine (como sea, buena, mala, odiosa, cursi, regular, mediocre o sobresaliente) mi única opción es hablar del “NO PODER” y no espero que nadie me de una palmadita en la espalda por eso.

    A menos de que me muera antes, la gente (jeje, bueno mis amigos y mi familia, dos o tres nomás, no LAA gente) esperará a ver cómo la heroína de esta historia resuelve el conflicto y TERMINA la novela.

    ***
    Por cierto, qué pinches ganas de ver tu novela publicada, online, donde sea.

    Mucho!

  5. Te entiendo, Ira, y gracias por lo que dices de la dedicatoria. Creo que hablamos de cosas parecidas, y a lo mejor no de lo mismo. (Qué bueno que mencionas On Writing, porque me parece una chingonería, además que me parece que King la escribió nomás porque ya no sabía qué más inventar en el ámbito de la ficción, pero eso es sólo una teoría).

    De todo tu comentario, sólo me da miedito lo categórico de “El conflicto del personaje tiene que ver con un vínculo, no con la escritura o con las ideas.”

    Es que para mí TODO tiene que ver con la escritura. Entiendo que tú hablas de un contexto específico (desde el macro que es el fenómeno de la escritura pasando por el intermedio que sería la realidad –supongo– mexicana y luego el micro de tu taller y sus asistentes) que quizá yo cuando te leí no cacté. Si me clavo en la textura diría que las grandes obras narrativas o dramáticas son también un comentario sobre sí mismas, sobre los procesos que las hicieron llegar a ser. En el ámbito del cine, por ejemplo, los autores que más me atraen son los que al hacer cine cuentan la historia del cine, o al menos la historia de la película misma… no literalmente, no al nivel de acontecimientos mostrados, sino en la técnica. Así en la escritura también, todo en la escritura está marcado por la escritura, aunque parezca tautología… por eso, por eso es que el proceso es tan importante, y ahí es donde veo que coincidimos, porque sí, no es que la página se quede en blanco, sino en cómo la página deja de estarlo… lo demás es no hacer nada…

    Sí, qué hueva el arte de la queja, el arte de la queja que no hace nada, el planteamiento que no sale de ser planteamiento. Lo que cuenta es que las cosas “pasen”, pero creo que el-hacerlas-pasar es tan importante como lo-que-pasa ¿me entiendes?

    ¿Cómo se sabe que alguien está en un nivel muy primitivo de competencia narrativa? Cuando piensa que se vale, como crítica negativa, decir: “es que no pasa nada.” La cuestión no es qué pasa, sino cómo pasa…


    Lo que te mandé es una probadita. Saldrá algún día de una forma u otra, pero de que ahí está, ahí está…

    Puroamor…

  6. Uich, can’t fucking wait! Lo digo en serio, no porque seas tú, sino porque se ve fucking extra-effin spectacular, my friend!

    Nomás para no dejar esto coda-less, en lo que me mandaste hay un conflicto dramático, un llamado a que el protagonista ¿pelirrojo? 🙂 haga algo…la llamada telefónica. En tan pocos páneles ya hay una pregunta dramática también: ¿cuál es el nombre del libro? Pero sobre todo ¿por qué le importa ese libro al prota? Boom, se detona la situación dramática que luego, poco a poco y sin avisarnos hará clarísimo el conflicto.

    La onda quizás más fácilmente dicha: pura angustia y nada de avance del drama hacen de Jack a dull boy.

    Yyyy, volveré a pensar sobre mi usual categorización y mi construcción semántica en oraciones lapidarias. Quizás no SIEMPRE se trate de un vínculo, pero me cuesta pensar en algo que importe que no apele a uno.

    Voy a meditarlo.

  7. Pero Pablo, con medida, no con fórmula. Si Ernesto me hiciera caso (a mí o a cualquier otro) no estaría escribiendo esas maravillas que le salen de los dedulces.

    Algo que ya no pude decir en el intercambio era esto:
    Lo malo de saber demasiado de técnicas y madres es que uno empieza al revés.
    La escritura también es como el sexo, solito sale lo más importante y luego, muyyy luego, uno medita sobre cómo le hizo.

  8. Ándale, y como en el sexo, no me vas a decir que lo único que cuenta es el resultado, ¿o sí? Je je… saluditos agradadecidos…

  9. “La famosa lucha con la página en blanco no existe, nunca existió, se llama pavor al vacío, a no tener nada que decir, a no tener nada que decirTE, sobre todo”. Y muchas, muchas veces, se llama lisa y llanamente: HUEVA. Mejor aparezco atormentado que huevón. En fin.

  10. Sé que me salgo “dramáticamente” (jajaja) de su sabroso diálogo, pero tu misma dices que para esos son los blogs, así que ahí va… para mi el “Jefe” también se llama Stephen, y también es king… Stephen Hawking, y conforme a tu ecuación de drama, la vida de este genio es un verdadero drama. Ah!! y su página en blanco está más allá de E=mc2.

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