Harvard

Acabo de terminar Jailbird de Kurt Vonnegut, regalo del fan number güan de don Kurt. El BEF.

(No pongo links porque en esta Mac no se pueeeddeeeeee! Chale).

Pájaro de Celda es el nombre de una novela que escribió Vonnegut para burlarse de nosotros cuando por fin nos sentimos en el cielo del mundo.

La historia de todos los gringos del siglo XX (ah, cómo se te extraña siglo perfecto): aquel donde un norteamericano podía ser millonario, preso, funcionario público y homeless varias veces durante los setenta u ochenta años que le tocara vivir en esta tierra.

Ayer escuché a varias personas comentar los nombres de dos colegios respetadísimos en distintos contextos. Harvard y Stanford. En la cocina la conversación era algo así: “Órale, yo pensé que Jarvar era más buena que todas; resulta que no, que nuestra dueña (sic) estudió en Stanfor. Pus yo soy de la Unam, que también es bien famosa, no creas”. El señor en cuestión procedió unos momentos más tarde a servirme una cucharada de frijoles refritos. “¿Va a querer chilaquiles o pechuga?”

Se me arrugó un poquito el corazón. El “señor” al que me refiero seguramente tendra cinco o seis años más que yo y chance y hasta me lo topé alguna vez en la facultad.

Las otras personas a las que escuché comparando el par de Ivy League Schools decían algo como: “Todo el mundo sabe lo mal que anda Harvard. Ha perdido plantel. Como que ya no es tan cool”.

No dijeron en dónde habían estudiado, pero segurito que no fueron a mi facultad.

Luego llegué a mi casa, pensando en un premio que espero que me den. Cruzando los dedos todo el camino, como si mis dedos influyeran en el curso de las cosas.

Estaba nerviosa y sólo Vonnegut podía calmarme. Seguí leyendo Jailbird hasta que me encontré una frase que me hizo entender la onda:

“La verdad es que cuando yo fui a trabajar para el gobierno como joven inteligente y prometedor en el Ministerio de Agricultura de Franklin Delano Roosevelt, había cada vez más hombres de Harvard en el gobierno. Por entonces, esto a mí me parecía perfectamente natural. Ahora me parece un poco cómico. Ni siquiera en la cárcel, como digo, tienen nada de especial los hombres de Harvard.”

Premio o no, Harvard o no, y aunque a veces quisiera escapar, yo no puedo dejar de ser yo.