Qué bonito era el futuro, antes

Contradigo el título del post pues nunca tuve una idea fija de cómo iba a ser mi adultez. Cuando mucho esperaba el día en que me iban a salir las primeras canas. Eso ocurrió hace un par de meses.  (Me perdonaron la vida muchos años). Estuvo bien, un pequeño susto en el espejo del baño y nada más.

No tengo nostalgia de mí, noto perfectamente que estoy cambiando, envejezco cada día. Está bien. Youth is overrated, anyway.

La nostalgia que disfruto, (además de fantasear todos los días con que hubiera robots caminando por las calles de esta ciudad)  es la gráfica: siempre acabo preguntándome por qué los colores han cambiado tanto, por qué las texturas de las revistas ahora se sienten tan lisitas, como si a nuestros dedos realmente les gustara patinar. Extraño sentir papel barato, rotito, áspero. Extraño las tintas, los puntitos con los que se hacían los rojos y los azules en los cómics.

Yo digo que a mis manos lo que les gusta es detenerse en las imperfecciones.

Ahora en Ontario le saqué una foto a un pelirrojo que me dejó pensando en el lienzo de su cara y de su cuerpo. Pintó sus brazos y perforó sus orejas en un acto de libérrima belleza. Sus tatuajes y sus pecas van a envejecer con él, esos puntitos rojos de su piel se tornarán un poco más oscuros, su pelo también.

De anciano, este hombre será como el pánel de un cómic viejo y arrugado, pre-impresión digital.

DSC_4103.

DSC_4092

Lamento no tener ningún tatuaje.

Sobre todo, ¿por qué madres no hubo robots?

DSC_4094

Tan vilipendiada

Esas cosas de espanto que uno lee de reojo luego se quedan más tiempo que las otras, a las que uno dedica una tarde entera.

El asunto de que El Universal tenga una sección que se llame “No te pases” es ya un despropósito, ver cómo Paulina Rubio declara en ella que “es una mujer de izquierda” raya en lo doloroso.

No por Paulina, a quién quizás le surgió la idea después de caminar por la acera derecha y pensar “aquí no me da suficiente sol” o tal vez sólo escuchó por ahí que ser de izquierda era ‘irle a los pobres’ ‘sanar a los enfermos’ ‘democratizar al país’ y esos conceptos tan cómodamente nazarenos con los que algunos idiotas se lavan ‘pilatianamente’ las pezuñas.

Pero, ¿quién puede culpar a la bruta esta? Igual de en serio se toman (¿debería decir nos tomamos?) la izquierda todos los demás .

Aún

¿Qué palabra describe mejor esa sensación de no tener calma para algo, a pesar de tener varios años de práctica ininterrumpida?

Nadie me lo va a creer pero todavía no se me quita el miedo a publicar.

Este mes tres de mis artículos son portada. Tres portadas al mismo tiempo, alguien pensaría que estoy de moda. Sin embargo, cada vez que intento escribir un nuevo artículo me lleno de angustia.

Eso y que tres artículos de portada apenas y pagan media deuda.

Eso y que mis dosmilpalabrasdiarias tienen que escribirse financiadas por cinco, diez, catorce mil palabras extranjeras, con un propósito definido, unidas por un cheque.

Las catorcemil le dicen a las dosmil: “Chaparritas, ojalá salgan chingonas porque ese café que las despierta y esa gasolina que las llevó al 1-day road trip por la ciudad y donde se inspiraron tanto y donde vieron a tanta gente abordar el Metrobús y donde hablaron con los semáforos, ese tiempo libre lo pagamos nosotras. You better be damn good, you silly little dosmil”.

***

Todos lo saben y lo sufren, pero no deja de sorprenderme el caminito escarbado de la música hacia la memoria. Tengo que recordármelo: si algún día enfermo de olvido, todo lo que debo hacer es ponerle play.