Dos películas de hombres dos

Este fin de semana me eché un clavado en el imaginario masculino.

…tengo la duda de si no es insultante y  sexista observar a los humanos desde eso que les pulsa entre las piernas, pero algo me dice que efectivamente, los hombres tienen una vida secreta que me elude por completo y que yo, devota total de esas criaturas que raspan al besar, quisiera aprehender de algún modo.

Película 1, donde el miedo al pene del otro se vuelve cariño fraterno, luego admiración, luego competencia y al final ruptura de uno de los corazones implicados (¿y quién no ha vivido una historia de amor así?)

Película 2, donde la simpatía por el pene del otro se vuelve cariño fraterno, luego admiración, luego sumisión y al final ruptura de ambos corazones implicados. (idem).

Hablo de pene como símbolo de poder, pero también del miembro viril, el de a devis. Tengo la sospecha de que muchas historias de guerra hollywoodense esconden una especie de homoerotismo jamás llevado a la cama, una tensión sexual que se queda en miradas cómplices, llamadas telefónicas, órdenes no cumplidas que siempre termina en abandono de una de las partes. (La segunda peli es un western, género seminal del melodrama masculino, cuyo objetivo principal nunca es el análisis del conflicto bélico sino la estimulación malsana del espectador al ver jaleo de poder entre los personajes…que si mi pistola es más larga que la tuya y cosas así).

El final abandono responde, supongo, a la necesidad intrínseca del crescendo dramático: después de ciertas viviencias compartidas no queda más que de dos sopas, o coger o largarse.

El buzz popular dice que los hombres no son capaces de sutilezas pero yo estoy en total desacuerdo. Sólo hay que verlos –he ahí la dificultad– cuando creen que nadie los mira o cuando hay sólo otro hombre de confianza en el cuarto.

Debe ser un lujo ser testigo de todo eso que NO se dicen.

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